Desde noviembre pasado la Argentina enfrenta una nueva ola de COVID. Los casos de personas con diagnóstico confirmado de COVID aumentaron el 31% durante las últimas dos semanas si se los compara con la quincena anterior y se considera la fecha de inicio de los síntomas de la infección.
Sin embargo, más del 60% de las niñas, los niños y los adolescentes del país aún no han recibido la primera dosis de refuerzo.
Esa dosis es necesaria porque, después de que se cumplen los cuatro meses de haber accedido al esquema primario, la protección empieza a decaer. Y las personas están en mayor riesgo de contraer la infección, desarrollar cuadros graves y complicaciones o padecer las secuelas, que se engloban como el síndrome del COVID prolongado.
Según informó el Ministerio de Salud de la Nación, la cobertura del primer refuerzo en adolescentes de entre 12 y 17 años solo alcanzó al 38,2% hasta el momento. En los chicos de menor edad, la cobertura es incluso menor.
Sólo el 13,7% de las niñas y los niños de 5 a 11 años fue acompañado para recibir la dosis de refuerzo. En tanto, desde la primera semana de agosto pasado se habilitó el refuerzo para el grupo que tiene entre 3 y 4 años. La cobertura en ese grupo es bajísima: solo alcanzó al 2,9%.
El segundo refuerzo ya está habilitado para adolescentes de 12 a 17 años con inmunocompromiso. Pero hasta ahora solo el 1,21% de ese grupo recibió ese segundo refuerzo.
El jueves pasado, la cartera de Salud nacional, a cargo de Carla Vizzotti, y el Consejo Federal de Salud, que agrupa a todas las autoridades sanitarias de las 24 jurisdicciones del país, anunciaron que se habilitó la aplicación del primer refuerzo de la vacuna contra COVID-19 en niñas y niños de entre 6 meses a 2 años, 11 meses y 29 días.
También se acordó, siguiendo las recomendaciones de la Comisión Nacional de Inmunización (CoNaIn), que se podrá aplicar el segundo refuerzo en los que grupos de 3 a 11 años y de 12 a 17 años. “La estrategia estará disponible a partir del lunes 9 de enero, como siempre en función de los planes de vacunación de cada jurisdicción”, aclaró Vizzotti en un comunicado oficial.
Si bien la infección por el coronavirus tiende a ser más leve en comparación con lo que sucede en los adultos, las infancias también pueden enfermar por cuadros graves y requerir internación hospitalaria. Esto último es incluso más frecuente en niños y adolescentes que ya tienen alguna afección médica subyacente. Si ya han tenido la enfermedad, también pueden reinfectarse.
También hay casos de niños y adolescentes que por el COVID padecen una complicación grave como el síndrome inflamatorio multisistémico, que consiste en un trastorno por el cual se inflaman diferentes partes del cuerpo, como el corazón, el pulmón, y los órganos gastrointestinales, entre otros.
La adherencia a la aplicación de las dosis de refuerzos ha sido limitada en la población en general. Solo el 48% de la población argentina ha ido a recibir el primer refuerzo, según el último boletín de epidemiología del Ministerio de Salud de la Nación. Pero la aplicación en las infancias está incluso más demorada.
“Las coberturas con el primer refuerzo son bajas. Es necesario que la comunidad comprenda el riesgo que hoy existe y por eso es necesario que los chicos sean acompañados para recibir el refuerzo”, señaló en diálogo con Infobae Angela Gentile, jefa de epidemiología del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez y miembro de la Comisión Nacional de Seguridad en Vacunas y de la Sociedad Argentina de Pediatría.
“Hay varias razones por las cuales los niños y los adolescentes deben recibir los refuerzos. Una de ellas es que se necesita alcanzar a la mayor cantidad de población posible para construir una barrera epidemiológica que dificulte la transmisión del coronavirus. De esta manera, lentamente el virus se volverá endémico y estacional porque aún no está controlado”, subrayó la doctora Gentile.
También hay que tener en cuenta que los chicos pueden quedar expuestos al virus, en un momento en que hay alta circulación, y desarrollar el síndrome de COVID prolongado. Desde el inicio de la pandemia hasta marzo del año pasado se reportaron oficialmente 242 fallecidos que tenían entre meses de vida y 17 años en el país.
“Los pediatras reciben más consultas de casos de niños con síntomas persistentes, como fatiga general, falta de concentración, dolor de cabeza, después de que han tenido un cuadro leve o moderado de COVID-19 -comentó la médica-. Incluso ya hay trabajos publicados de que el COVID puede aumentar el riesgo de que los chicos desarrollen diabetes tipo 2″.
Se está investigando todo porque aún no se habrían identificado todas las secuelas posibles tras la infección. “Por eso, lo mejor es proteger a los chicos y a los adolescentes con vacunas seguras y efectivas como las que están disponibles como refuerzos, comentó Gentile.
En tanto, Silvia González Ayala, presidente de la Sociedad Argentina de Infectología Pediátrica (SAIP) sostuvo que para explicar la baja cobertura de la aplicación de los refuerzos en las infancias hay que remontarse al año 2021.
“Una combinación de factores hizo que la cobertura de refuerzos sea baja en la actualidad. Por un lado, los profesionales de la pediatría recomiendan muy poco las vacunas cuando atienden las consultas de las familias por otros motivos. Pasa algo similar con la vacuna antigripal: está disponible en el calendario de vacunas obligatorias para niños entre 6 meses y los 2 años. Pero la cobertura es baja anualmente”, afirmó González Ayala.
Además, la experta recordó que la estrategia de vacunación pediátrica en la Argentina se inició en octubre de 2021 para niños y niñas de 3 a 11 años con la vacuna de plataforma a virus inactivado del Laboratorio Sinopharm de China.
“Hasta hoy esa vacuna no tiene el aval de la Organización Mundial de la Salud para que sea indicada en ese grupo etario. La Sociedad Argentina de Pediatría primero se opuso y a los pocos días cambió de opinión. En cambio, nuestra organización, la Sociedad Argentina de Infectología Pediátrica, nunca estuvo de acuerdo con la aplicación de la vacuna de Sinopharm en niños porque aún no está disponible la evidencia científica que demuestre beneficios para ese grupo de niños”, dijo a Infobae González Ayala.
“El hecho de haber incluido a la vacuna de Sinopharm dentro de la estrategia de vacunación pediátrica colaboró para el desprestigio de las vacunas. Eso se sumó a que ya circula desinformación en las redes sociales en contra de las vacunas. Además, nunca hubo un programa de comunicación efectivo vinculado a la importancia de la vacunación”, expresó la médica, quien también es consultora en infectología del Hospital de Niños Sor María Ludovica de La Plata.
“Como consecuencia -subrayó-, hay una gran cantidad de niños -desde 6 meses en adelante- que pueden ser susceptibles a la infección por el coronavirus porque aún no completaron el esquema primario de vacunas contra el COVID-19 y la mayoría no tiene el primer refuerzo de ARN mensajero”.
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