El término de trastornos alimentarios se refiere en general a trastornos psicológicos, que conforman graves anormalidades en el comportamiento de la ingesta. Afectan a las mujeres más que a los hombres, y a las de menor edad más que a las de mayor. En general, se caracterizan por una alteración persistente en la alimentación o un comportamiento relacionado con esta que lleva a una alteración en el consumo o en la absorción de los alimentos. Además, causa un deterioro significativo en la salud física o el funcionamiento psicosocial.
Y pese a que los trastornos más importantes que conforman la clasificación del DSM5, la quinta edición del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, son Teria, anorexia y bulimia nerviosa y desorden por atracones, ante la consulta de Infobae la licenciada en Psicología María Laura Santellán (MN 18841) enumeró que existen otros que conviene conocer.
A saber, la especialista enumeró entre los más usuales, según su experiencia en el tema: Teria, desorden por atracones, potomanía, vigorexia y ortorexia.
1- Teria son las siglas de “trastorno de evitación/restricción de la ingesta de alimentos”. Se trata de un trastorno alimentario relativamente nuevo, que luce muy diferente a otros trastornos alimentarios como la anorexia y la bulimia. Afecta principalmente a los niños, que no están preocupados de cuánto pesan, aunque a veces pierden mucho peso. En cambio, tienen hábitos alimentarios rígidos y restrictivos por otras razones.
Muchos niños con Teria evitan los alimentos que tienen cierto sabor, textura, color o alguna otra cualidad específica. Por ejemplo, pueden negarse a comer cualquier cosa verde o crujiente. Otros tienen un miedo extremo a vomitar o atragantarse que les impide comer. otros niños con Teria simplemente tienen muy poco interés en la comida, y es común que sólo les guste un conjunto muy limitado de alimentos.
Lo que distingue al Teria de los típicos niños “quisquillosos” para comer es que quienes padecen este trastorno tienen un efecto negativo significativo en la salud física y/o mental: aproximadamente la mitad de los niños con Teria tienen un peso inferior al normal para su edad, muchos tienen déficits nutricionales, y a menudo el trastorno también se interpone en la vida cotidiana de los niños haciendo que eviten las reuniones sociales o incluso la escuela si hay comida involucrada.
El trastorno puede aparecer en niños desde los seis años, y es diagnosticado casi por igual en niños y niñas.
2- Se entiende por desorden por atracón, a un trastorno de apetito desenfrenado de la alimentación en el que suele consumirse cantidades extraordinariamente grandes de alimentos y la persona se siente incapaz de parar de comer.
Si bien todos comen de más en alguna ocasión, para algunas personas, comer de manera excesiva con la sensación de que se pierde el control y que esto se vuelva algo habitual pasa a ser un trastorno de apetito desenfrenado.
Cuando eso pasa, la persona puede sentirse avergonzada por comer en exceso y prometer que va a dejar de hacerlo. No obstante, siente una compulsión tan fuerte que no puede resistir la necesidad y continúa comiendo en exceso.
A diferencia de una persona con bulimia, después de un atracón, la persona no suele provocar el vómito, usar laxantes ni hacer ejercicios físicos en exceso para compensar las calorías adicionales que consumió. Según los especialistas, la gravedad del trastorno por atracones se determina a través de la frecuencia de los episodios durante una semana.
3- La potomanía, también conocida como polidipsia psicogénica, es el deseo de beber grandes cantidades de líquido, generalmente agua, como consecuencia de un trastorno mental u orgánico.
Se trata de una alteración que se plasma en actos compulsivos, y no está gobernada por la sensación física de sed, es decir, la persona con este síndrome beberá grandes cantidades de agua sin tener sed.
El trastorno no está incluido en ningún sistema de clasificación de trastornos psiquiátricos, pero por sus características se podría incluir dentro del epígrafe del DSM 5 “Trastorno alimentario o de la ingestión de alimentos no especificado”. Otros profesionales abogan por incluirlo dentro de los trastornos del control de los impulsos.
Predominan los síntomas característicos de la ingestión de alimentos que causan malestar clínicamente significativo o deterioro en lo social, laboral, u otras áreas importantes del funcionamiento de la persona. Por ejemplo, sienten ansiedad clínicamente significativa si no pueden acceder de forma rápida al líquido que desean beber. El deseo de ingerir líquido gobierna a la persona, que no puede llevar una vida normal.
En los casos más graves, se pueden llegar a ingerir entre 8 y 15 litros de agua al día. En el momento en que la persona consume más de 6 litros de agua al día, debe consultar con un médico inmediatamente, aunque aparentemente no se presenten otros síntomas.
4- La vigorexia es la adicción al ejercicio. Se trata de un trastorno obsesivo compulsivo (con pensamientos constantes acerca del ejercicio y cuya compulsión es la propia actividad física), que conlleva a un trastorno de la conducta alimentaria.
El sujeto con vigorexia percibe incorrectamente su propia imagen (dismorfia muscular), son personas que realizan mucho ejercicio físico, al punto que la cantidad de tiempo que dedican al ejercicio entorpece su adaptación social, laboral, académica.
Afecta principalmente a hombres entre 18 y 25 años, quienes presentan una alteración de la imagen corporal (se ven más débiles y delgados de lo que son), llevan una alimentación inadecuada y suelen consumir fármacos peligrosos para la salud.
Al igual que quienes sufren anorexia, los sujetos vigoréxicos tienden a una restricción alimentaria, al uso de fármacos y al ejercicio excesivo. Además, el trastorno comparte con el otro la preocupación desmedida por su aspecto físico, la obsesión por pesar los alimentos, el interés por las comidas, las calorías y composición de lo que se ingiere, la autoobservación, pesarse varias veces al día, etc.
5- Ortorexia es el nombre que recibe el trastorno que padecen quienes se obsesionan por la comida sana.
Entre las principales características de este tipo de personas, se encuentran:
- Dedicar más de tres horas al día a pensar en su dieta sana
- Preocuparse más por la calidad de los alimentos que del placer de consumirlos
- Disminución de la calidad de vida conforme aumenta la pseudo-calidad de la alimentación
- Sentimiento de culpabilidad si no se cumple con las convicciones dietéticas
- Planificación excesiva en torno a la comida
- Aislamiento social
En tanto algunas de las consecuencias para la salud para quienes padecen este trastorno son desnutrición, anemias, hiper o hipovitaminosis, hipotensión, osteoporosis, depresión y ansiedad, entre otras.
Sobre estos últimos, Santellán reforzó que “no están clasificados como un trastorno psicopatológico”. “Podríamos decir que es una categorización que no está formalizada, ya que no forman parte del manual internacional de desórdenes psiquiátricos por el que se clasifican todos los desórdenes psicopatológicos en el mundo, lo cual no significa que en la práctica no se observen estas conductas y deban atenderse de manera prematura y personalizada en cada caso”.
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