Las olas de calor han sido una constante a lo largo de la historia de la humanidad. Sin embargo, el cambio climático generó que estos fenómenos se profundicen y extiendan en el tiempo. Una situación que ya fue alertada por distintos entes internacionales, quienes señalaron que, si no disminuyen las emisiones de gases de efecto invernadero, será más grave.
En paralelo, y con este panorama, los científicos investigan con ahínco los accidentes cerebrovasculares, que son una de las principales causas de muerte en el mundo. En Japón, un grupo de especialistas acaba de hacer un vínculo entre ambos temas y analizaron la asociación entre la temperatura y el ACV durante meses, después de la temporada de lluvias.
Según una investigación presentada el en ESC Asia, un congreso científico organizado conjuntamente por la Sociedad Europea de Cardiología (ESC), la Sociedad de Cardiología del Pacífico Asiático (APSC) y la Federación de Cardiología de la ASEAN (AFC), las admisiones hospitalarias de emergencia aumentaron después de la aparición de las olas de calor.
”El cambio climático y el calentamiento global son problemas mundiales y el accidente cerebrovascular es una de las principales causas de muerte. Nuestro estudio indica que los adultos mayores pueden ser más susceptibles a un accidente cerebrovascular después de la exposición a climas cálidos”, afirmó el autor del estudio, Ryohei Fujimoto, del Hospital Central de Tsuyama
Asimismo, quien además se desempeña en el Departamento de Epidemiología de la Facultad de Medicina, Odontología y Ciencias Farmacéuticas de la Universidad de Okayama de Japón, indicó durante su presentación que “las medidas preventivas, como viviendas distantes y aire acondicionado, deben considerarse una prioridad de salud pública para proteger a las personas de esta enfermedad debilitante y potencialmente mortal”.
El estudio se basó particularmente en Okayama, una ciudad en el oeste de Japón, e incluyó a 3367 residentes. Los investigadores realizaron el estudio entre personas del grupo de mayor edad (mayores de 65 años) y rastrearon sus citas en hospitales con quejas de accidente cerebrovascular durante los meses siguientes a la temporada de lluvias, cuando el calor se hace más agobiante en la región.
El periodo que abarcó el estudio contempló los períodos entre 2012 y 2019. Los investigadores cuantificaron su estudio con la ayuda de datos horarios sobre la temperatura exterior, la humedad relativa, la presión barométrica y la concentración atmosférica media de partículas de menos de 2,5 mm de diámetro (PM2,5), las cuales son consideradas como responsables de varios efectos en la salud de la contaminación ambiental.
Los datos fueron recolectados a partir de los registros de la estación meteorológica de la ciudad japonesa de Okayama. Los investigadores calcularon la asociación entre la temperatura y el accidente cerebrovascular durante la temporada de lluvias, un mes, dos y tres meses después, en tres instancias de análisis diferentes.
Se utilizó un diseño de estudio cruzado de casos estratificado en el tiempo en el que para cada participante, los investigadores compararon la temperatura del día de la semana en que ocurrió un accidente cerebrovascular con la temperatura del mismo día de la semana, pero sin accidentes cerebrovasculares, dentro del mismo mes.
Esto evitó los posibles efectos de confusión de las características individuales, las tendencias temporales a largo plazo, la estacionalidad y el día de la semana. El estudio señala que el máximo número de casos de accidentes cerebrovasculares ocurrió después de un mes de la estación lluviosa.
Los especialistas, en paralelo, evaluaron si había una posible “modificación del efecto” según la época de lluvias. A este paradigma lo definieron como la asociación entre la exposición (temperatura del aire caliente) y el resultado (visita de emergencia por accidente cerebrovascular), que puede ser diferente según una tercera variable (durante y después de la temporada de lluvias). Para este análisis, el período de referencia fue la temporada de lluvias.
“Los resultados del segundo análisis sugieren que las condiciones ambientales inmediatamente después de la temporada de lluvias intensifican la relación entre el clima cálido y el derrame cerebral. Además de las altas temperaturas, este período se caracteriza por un aumento en la duración de la luz solar y menos lluvia, lo que puede explicar los hallazgos”, concluyó Fuyimoto.
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