¿Otra consecuencia de la pandemia?: por qué los trastornos alimentarios se manifiestan a edades más tempranas

La preocupación por la imagen y la angustia corporal en niños encendió las alarmas de los especialistas. Aseguran que durante la crisis sanitaria por el COVID los trastornos asociados con la distorsión corporal “aumentaron drásticamente”

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Para Santellán: "Es muy terrible convivir con una imagen que no se acepta, con una autoestima tan baja" (Getty)
Para Santellán: "Es muy terrible convivir con una imagen que no se acepta, con una autoestima tan baja" (Getty)

Según las cifras de la Asociación de Lucha Contra Bulimia y Anorexia (Aluba), el 70% de las mujeres argentinas no está conforme con su cuerpo y el 60% quieren adelgazar. La Argentina es el segundo país del mundo con más casos de trastornos alimenticios. Y pareciera que esa mirada poco amorosa hacia el propio cuerpo se transmite, casi indefectiblemente, como si de un “mandato familiar” se tratara.

En el Día Internacional de la Lucha contra los Trastornos Alimentarios, especialistas consultadas por Infobae coincidieron en que los trastornos de la conducta alimentaria aumentaron drásticamente durante la pandemia de COVID-19, más aún los asociados a la distorsión corporal. Es más, la problemática dejó de ser propia de la adolescencia y la adultez para pasar a aquejar a niñas y niños en edades cada vez más tempranas.

Así, al igual que lo hizo con la salud mental en general, y con los trastornos de ansiedad en particular, todo indica que la crisis sanitaria global impuesta en marzo de 2020 incrementó los trastornos alimentarios.

Las experiencias en la infancia son altamente determinantes de trastornos alimentarios (Getty)
Las experiencias en la infancia son altamente determinantes de trastornos alimentarios (Getty)

“Los trastornos alimentarios aumentaron significativamente luego de la pandemia al igual que otros desórdenes de la salud mental, y esto se vio sobre todo en adolescentes”, comenzó a analizar ante la consulta de Infobae la licenciada en psicología María Laura Santellán (MN 18841); para quien “lamentablemente la pandemia con sus características de encierro y falta de socialización provocó parámetros de conductas más obsesivas, entre ellos la alimentación, la búsqueda de poder utilizar ese tiempo en casa en pos de un buen estado físico, la propagación de muchísima información y contenido relacionado con cómo ejercitarse en casa y cómo no aumentar de peso como consecuencia del encierro, provocó un efecto negativo”.

Según precisó la especialista, “estudios al respecto mostraron que cuanto más se exhorta en las redes sociales y los medios a buscar la salud, esto desencadena en la población en general una respuesta contraria”. “De hecho los algoritmos, si se busca comida saludable o algo por el estilo, remiten a sitios con información poco fidedigna de cómo descender de peso de manera rápida”, destacó.

En opinión de la licenciada en psicología Roma Tiberi (MN 65822), “la exposición a las camaritas de las videollamadas generó mayor ansiedad corporal, y por ende, malestar con la propia imagen”. “No nos olvidemos que a mayor exposición, ya sea con espejos, cámara del celu, Zoom, etc, más va a aumentar la angustia y obsesión corporal en quien tenga cierta predisposición -amplió la especialista en Imagen Corporal y Trastornos de la Conducta Alimentaria-. Y esto lo planteo porque siempre se piensa a este tipo de trastornos como un tema meramente del alimento y nos olvidamos del foco: el cuerpo”.

Según cifras de la Asociación de Lucha Contra Bulimia y Anorexia (Aluba), el 70% de las mujeres argentinas no está conforme con su cuerpo (Getty)
Según cifras de la Asociación de Lucha Contra Bulimia y Anorexia (Aluba), el 70% de las mujeres argentinas no está conforme con su cuerpo (Getty)

“Ni hablar de la exposición extrema a redes sociales en las que sólo se alimentaba una cosa: el trastorno alimentario y la obsesión por el cuerpo. Fue un boom en la pandemia, en donde la gente mostraba con orgullo su ortorexia (obsesión irracional por comer sano y la calidad de los alimentos) y su vigorexia (también conocido como dismorfia muscular o complejo de Adonis, una manía por ganar masa muscular y tener un físico tonificado), haciendo sentir mal a todos aquellos que no copiaban la moda”, destacó la especialista.

Consultada sobre la causa de este fenómeno, Tiberi señaló que “la forma en la que las personas se vinculan con el alimento es un reflejo de cómo se vinculan consigo mismas, con los otros y con el mundo externo. Con lo cual, es de esperar que en cuarentena el sujeto haya usado el alimento para tres cosas: controlar las emociones (más del índole obsesivo), controlar el alimento para tener el control del mundo interno o externo; para gratificar, se usaba el alimento como única vía de gratificación cuando tenía todas las vías de gratificación bloqueada; y, por último, el alimento como fuente de conexión hogareña, de función nutricia, de relacionarse con los aromas de la infancia, con la sublimación del malestar”.

Para poner en claro el fenómeno, la médica psiquiatra Mabel Bello (MN 36440), directora médica de la Asociación Lucha contra la Bulimia y la Anorexia (Aluba), refirió que “aumentaron un 40% los trastornos alimentarios como consecuencia del encierro prolongado y las crisis derivadas de la alteración de las rutinas familiares”. En su opinión, “la falta de contacto social, el miedo a enfermarse y la falta de proyectos a futuro, entre otros factores, contribuyeron a aumentar los casos de violencia en muchas familias, hecho que también fue un motivo recurrente de este tipo de trastornos”.

La edad de comienzo de los trastornos alimentarios se adelantó
La edad de comienzo de los trastornos alimentarios se adelantó

Y tras señalar que “la infancia y la adolescencia fueron las edades más frecuentes” en las que aparecieron estos desórdenes, Bello observó que “se detectaron tanto casos nuevos de anorexia como bulimia, y se observaron muchas reactivaciones sintomáticas (recaídas de pacientes que estaban próximos al alta) que luego se revirtieron al reanudar la asistencia presencial a las consultas”.

Marianela Aguirre Ackermann es médica especialista en Nutrición y Diabetes (MN 151867) y coordina el Grupo de Obesidad de la Sociedad Argentina de Nutrición (SAN), y ante la consulta de Infobae refirió que “en pandemia han aumentado no sólo las cifras de sobrepeso y obesidad sino que también han aumentado las consultas por trastornos en la conducta alimentaria”. “El más frecuente es el Trastorno del Comedor por Atracones o Bed Eating Disorder (BED) sobre todo en mujeres adolescentes y jóvenes, si bien también se observa en adultos”, resaltó.

En opinión de la especialista de la SAN, “los trastornos alimentarios son desórdenes psico-neuro-endócrinos, que se dan en personas con vulnerabilidad previa y tiene una carga genética, pero hay muchos factores que influyen en su inicio o su agravamiento”. Entre ellos, “la pandemia y el aislamiento social aumentaron la ansiedad, el estrés, la tristeza, y la soledad -analizó-. Estos efectos emocionales negativos de la cuarentena se acentúan en personas con trastornos psico-emocionales preexistentes, como los trastornos de la conducta alimentaria. La función interpersonal empobrecida es más difícil de manejar cuando, además, existe un distanciamiento social”.

“La detección precoz se logra tomando en cuenta aquellos comportamientos que resultan disruptivos como familia" (Getty)
“La detección precoz se logra tomando en cuenta aquellos comportamientos que resultan disruptivos como familia" (Getty)

En este punto, Tiberi destacó que “en 2021, la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) lanzó un comunicado alertando que una de cada tres mujeres se encontraba sufriendo un trastorno de conducta alimentaria”. Y si bien reconoció que no existen cifras post pandemia para ver cuál fue el efecto residual de semejante cambio psíquico de aislamiento, la especialista sostuvo que “la realidad es que muy frecuentemente se escucha en el consultorio que la principal ‘batalla’ con el cuerpo tiene que ver con los kilitos que ganaron en pandemia, de los que no pueden deshacerse”.

“No obstante, lo que es más preocupante es que los trastornos dismórficos corporales y alimentarios están aconteciendo a edad cada vez más temprana -avisó la psicóloga-. Hay una alerta entre los psicólogos que nos dedicamos a esto en la que sabemos que hay un grupo de niños de entre cuatro y cinco años con angustia corporal”.

Tiberi marcó que mientras “el promedio de trastornos de conducta alimentaria asociados a anorexia nerviosa y bulimia es en la adolescencia”, el trastorno por “atracón se manifiesta más en la adultez”. “Igualmente, lo más llamativo es que comienzan a hacerse presentes las mamás de niñas con este tipo de trastornos para sanar su propio vínculo corporal y alimentario. Porque muchas veces, las conductas asociadas a la alimentación, las distorsiones corporales son heredadas”, enfatizó.

¿Por qué un niño caería en este tipo de trastornos a tan corta edad?

Para los especialistas, el hecho más preocupante es que los trastornos dismórficos corporales y alimentarios se están manifestando a edades cada vez más tempranas (Getty)
Para los especialistas, el hecho más preocupante es que los trastornos dismórficos corporales y alimentarios se están manifestando a edades cada vez más tempranas (Getty)

- Tiberi: En mayor medida por los contextos en los que el niño se desarrolla. Dado que el niño aprende por exposición (actos) más que por palabras. Con lo cual, habría que observar qué estímulos está mirando en el celu o tablet, cómo se habla en casa de los cuerpos propios y de los otros, cuál es el mensaje que se da en torno al alimento y, sobretodo, los colegios tienen un gran desafío con respecto a este tema. Se ha detectado que un gran núcleo paranoide para los infantes resulta el colegio, donde suelen haber conductas de chequeo, como por ejemplo medirse las muñecas para ver si aumentaste de peso o no.

- Santellán: Los trastornos alimentarios son multicausales y durante muchos años este tipo de trastornos se relacionó con el género femenino (todavía siguen siendo las mujeres las más afectadas), la adolescencia como momento de cambios físicos, de búsqueda de la identidad (aunque la edad de inicio es cada vez más temprana) y otro factor etiológico se considera a las grandes ciudades, los lugares con mayor concentración de población por la abundancia de ofertas, centros de belleza, la mayor exposición del cuerpo a instancias sociales, etc. En cambio ahora estos parámetros van diluyéndose, y de hecho cada vez es más común que en poblaciones pequeñas las personas puedan afectarse de desórdenes alimentarios.

Cuáles son las señales de alarma y qué hacer cuando se detecta un trastorno alimentario

Tiberi: “En las últimas décadas el cuerpo gordo ha sido depositario de un sin fin de estigmas, etiquetas y de prejuicios" (Getty)
Tiberi: “En las últimas décadas el cuerpo gordo ha sido depositario de un sin fin de estigmas, etiquetas y de prejuicios" (Getty)

Para Santellán, “los niños probablemente comenzaron a desarrollar desórdenes alimentarios”. “La edad de comienzo se adelantó, sobre todo en los trastornos que tienen que ver con la restricción alimentaria -apuntó-. Hoy contamos con un diagnóstico más acertado de los trastornos de la alimentación en la infancia; los pediatras por suerte están más adiestrados en detectar estos parámetros anormales de ingesta, como notar en algún infante síntomas de trastorno restrictivo evitativo de alimentos, un desorden que afecta a los niños de diferentes edades que puede llevar a una malnutrición tanto por falta de nutrientes como por la ingesta de alimentos poco saludables”.

Y tras señalar que “puede haber casos de anorexia nerviosa desde muy temprana edad”, la psicóloga sostuvo que “si bien la edad de comienzo típico de un trastorno alimentario son los 12/13 años, los tiempos se están adelantando en cuanto a la edad de inicio y es muy común encontrar niños afectados con este tipo de trastornos”.

Consultada acerca de cómo ayudar a un niño, adolescente o adulto que padece algún tipo de trastorno alimentario, Santellán, que integra la Primera Unidad para el Tratamiento de los Desórdenes Alimentarios en Coronel Pringles, consideró que “lo más importante es poner en palabras lo que está sucediendo, sentarse a dialogar, pedir ayuda de profesionales idóneos y saber que un desorden alimentario no se va a mejorar por negarlo o minimizarlo”. “No considerar que hacer dietas restrictivas o darse atracones son conductas típicas de la adolescencia, tampoco de la niñez -señaló-. Por lo tanto, tomar en cuenta que los desórdenes alimentarios son desórdenes psicopatológicos que tienen una importancia en cuanto a la magnitud de problemas, tanto psicológicos como físicos, que pueden acarrear en quienes lo padecen y también en las personas que circundan a estas personas afectadas”.

Todavía hay una fuerte presión desde los medios de comunicación y desde las redes sociales para que los cuerpos tengan un determinado formato (Getty)
Todavía hay una fuerte presión desde los medios de comunicación y desde las redes sociales para que los cuerpos tengan un determinado formato (Getty)

Para Tiberi, “la mejor y gran ayuda que le pueden dar es facilitarle ayuda psicológica. En particular de algún especialista en imagen corporal o trastornos alimentarios”. “Es muy normal que las pacientes en la primera entrevista cuenten que habían querido tratar este tema en terapia muchas veces, pero se desviaba el tema o se pasaba de largo; por eso la insistencia de que sea alguien especializado”, remarcó.

En cuanto a las pautas de cuidado para un familiar, aconsejó “abandonar las dietas para que la persona no sienta más obsesión o culpa, disminuir la presencia de espejos en casa, que el núcleo familiar no haga ejercicio de forma compulsiva, acompañar desde la empatía y no desde la exigencia”. “Muchas veces, cuando se acompaña a un hijo/hermano con trastorno de conducta alimentaria se piensa que es un ‘capricho’ no comer, vomitar o tener atracones, y lejos está de eso. Por eso debe acompañarse desde la empatía, el cuidado y el respeto, entendiendo que esa persona está sufriendo”, insistió Tiberi.

En esta instancia Santellán destacó que este tipo de trastornos “conllevan un daño muy significativo en la calidad de vida de las personas que lo padecen y por supuesto con serios problemas y riesgos físicos, además del deterioro cognitivo, social, emocional y vincular”. Por eso, para ella, “la detección precoz es clave; darse cuenta lo antes posible de que alguien está padeciendo un desorden alimentario, tomar en cuenta las alertas, aquellos comportamientos que no pueden explicarse como conductas típicas de la niñez o la adolescencia”.

Tiberi contó que a diario recibe en su consultorio mujeres que se avergüenzan de su corporalidad (DPA)
Tiberi contó que a diario recibe en su consultorio mujeres que se avergüenzan de su corporalidad (DPA)

“La detección precoz se logra tomando en cuenta aquellos comportamientos que resultan disruptivos como familia -recalcó la especialista-. Es muy importante que las personas que tienden a realizar dietas crónicas, restrictivas, no supervisadas, sepan que esto puede llevar a consecuencias en la salud, tanto física como psicológica”.

Para finalizar, Santellán destacó que, junto con la detección precoz, la ayuda de profesionales capacitados que sepan encarar el tratamiento interdisciplinario indicado en cada caso harán la diferencia. “Se debe considerar que un diagnóstico precoz es la posibilidad de brindarle a esa persona la chance de un tratamiento temprano y adecuado. Cuando los casos se detectan temprano hay muchas más posibilidades de resolverlos con tiempo”, concluyó.

Sobre el cambio de época y lo que falta lograr

La detección precoz es la llave para el tratamiento temprano de los trastornos alimentarios (Getty)
La detección precoz es la llave para el tratamiento temprano de los trastornos alimentarios (Getty)

“En las últimas décadas, el cuerpo gordo ha sido depositario de un sin fin de estigmas, etiquetas y de prejuicios, que hacen que quién habite un cuerpo no hegemónico, se sienta avergonzado, intimidado, menospreciado y desvalorizado -comenzó a analizar Tiberi sobre los tiempos actuales-. Esos sentimientos terminan generando que aquella persona con un cuerpo gordo o no hegemónico, no se sienta en condiciones de tratarse, respetarse y cuidarse a sí mismo“.

“Son millones las mujeres que escucho día a día que se avergüenzan de su corporalidad y que esa vergüenza hace que no se sientan en la libertad y en las condiciones para sentirse bellas, sensuales, eróticas o que no se permiten disfrutar de su corporalidad”, señaló.

En opinión de Santellán, “un trastorno alimentario es totalmente inhibitorio, primero, del bienestar psicológico, de una socialización normal, es muy factible que esa persona vea detenida su vida, y experimente síntomas psicológicos muy apremiantes, como altos niveles de angustia, depresión, irritabilidad, aislamiento y un gran sufrimiento psíquico”.

Y tras considerar que “es muy terrible convivir con una imagen que no se acepta, con una autoestima tan baja, con un cuerpo que se lo doblega a comer menos de lo debido o con conductas que van en contra de la propia salud”, analizó: “La realidad es que, si bien los parámetros de cuerpo hegemónico de a poco van combatiéndose, todavía hay una fuerte presión desde los medios de comunicación y desde las redes sociales para que los cuerpos tengan un determinado formato. La búsqueda de un cuerpo perfecto sigue estando presente y haciendo presión sobre los jóvenes. Este camino de buscar la aceptación de los cuerpos en sus diferencias es una lucha aún incipiente. Hay mucho camino por recorrer y lamentablemente hasta que estos logros estén dados en su totalidad los trastornos alimenticios siguen en pleno auge y los factores socioculturales aún son uno de los principales causales”.

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