No cabe duda de que el distanciamiento social recomendado por las autoridades sanitarias en todo el mundo hizo que algunas de nuestras costumbres caigan en desuso. Entre ellas, la pandemia transformó la forma en la que los argentinos tomamos mate. Pasamos de compartirlo en una gran ronda -esa que incluía y hermanaba a conocidos y desconocidos- a hacerlo solo en el núcleo familiar y el círculo íntimo.
Es que a pesar de la flexibilización en las medidas de cuidado por el coronavirus, pocos se animaron a volver a compartir la infusión más allá de los lazos familiares. Incluso, voceros del Instituto Nacional de la Yerba Mate (INYM) llegaron a considerar que la interrupción de “las rondas sociales de mate llegaron para quedarse” a partir de la pandemia de coronavirus. Los especialistas aseguraron que se modificaron hábitos de manera permanente y dijeron que “el COVID-19 arrojó como saldo, entre otras tantas cosas, que el mate ya no se comparta socialmente, aunque concluya el distanciamiento”.
Sin embargo, no es que se tome menos mate, según los especialistas y los que manejan los números del sector. Todo lo contrario. Ahora se toma distinto. “El ser humano necesita del contacto y la interacción con otros. De hecho, la pandemia no logró eliminar eso, solo lo modificó. El choque de puño es ejemplo de que pudimos sustituir un modo por otro. A medida que la pandemia fue disminuyendo, los saludos prepandémicos retornaron. Igualmente, es interesante cómo los seres humanos reinventan nuevas formas de estar juntos, de expresar su afecto, de tocarse, pese al denominado ‘distanciamiento social’”, explicó a Infobae la psicoanalista Fiorella Litvinoff.
“La realidad pandémica nos obligó a ceder obligatoriamente a muchas situaciones de la vida cotidiana, que en parte son singularidades de la cultura local de cada grupo comunitario, pero a la vez parte del lazo social en que está constituido el ser humano, más allá de las características de su entorno cultural y su época”, aseveró en diálogo con este medio el psicólogo Jorge Catelli (MN 19868), miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina. Quizás para siempre, habrá que empezar a acostumbrarse a asimilar que varias cosas que se hacían de manera natural y cotidiana, ya no podrán realizarse.
Incluso, tan duraderas como las costumbres son las advertencias de las autoridades sanitarias que instan a la suspensión de este tipo de comportamientos en tiempos de brotes de enfermedades. La costumbre del beso, la bise, fue prohibida en Inglaterra y Francia en el siglo XIV para combatir la plaga y realmente no regresó durante varios siglos. También se suspendió en 2009 por la gripe porcina. A medida que el nuevo coronavirus, SARS-CoV-2, se afianzaba, los funcionarios de salud de todo el mundo instaron a las personas a poner una pausa a los apretones de manos y los besos sociales.
El verdadero boom
Durante la pandemia y en la pospandemia (si la actualidad puede denominarse de ese modo) se vivió un verdadero boom del mate: la venta de yerba batió todos los récords. Según el Instituto Nacional de Yerba Mate, 2021 será recordado por haber marcado un hito en el consumo, con 282,85 millones de kilos comercializados. Esto representa un aumento de 5,21% respecto a 2020. Al parecer, esto tiene una explicación y es que al no compartirse el mate, hay más cebadores, más mates y se consume más yerba.
En esa dirección, un estudio realizado por investigadores de la Universidad Autónoma de Entre Ríos (UADeER) y de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) que analizó los cambios en los hábitos relacionados con el consumo del mate afirmó que sólo la mitad de los entrevistados volvería a compartir el mate con personas que no pertenecen a su círculo íntimo.
De la investigación realizada por las casas de altos estudios del litoral se desprende que, antes de que se desate la pandemia por coronavirus, el 96% de los entrevistados compartía el mate en sus trabajos, mientras cursaban clases en la universidad o en encuentros o espacios con personas que no consideraba amigos cercanos. De ese total, el 71% aseguró que continúa compartiendo el mate, pero sólo con su grupo familiar o personas convivientes y el 50 aseguró que “volvería a los hábitos tradicionales finalizada la pandemia”.
Más temprano este año, desde el Ministerio de Salud de la Nación el consejo fue claro: indicaron que era preferible evitar compartirlo, sobre todo de cara a la época invernal y las enfermedades respiratorias estacionales. Por ahora, no hay nuevas recomendaciones.
La importancia de continuar con los esquemas de vacunación y mantener las medidas de cuidado
Se acerca el verano y las fiestas de fin de año y, otra vez, los casos de COVID-19 crecen con fuerza: en todo el país los contagios aumentaron el 50,63% en la última semana, según el reporte semanal del Ministerio de Salud de la Nación. En las cifras oficiales difundidas apenas días atrás, los nuevos contagios pasaron de 2.206 en la semana del 13 al 20 de noviembre a 3.323 entre el 20 y el 27.
Este escenario es muy distinto a diciembre de 2021, cuando Ómicron se propagó por todo el mundo en pocas semanas y las nuevas infecciones diarias llegaron a 150.000, aquellos días fueron de festejos navideños en aislamiento domiciliario y restricciones temporarias en varias parte del mundo. Ahora la situación es otra, los casos registrados están lejos de los récords y las coberturas de vacunación se han ampliado con refuerzos de los esquemas iniciales, pero no tanto como para seguirle los talones a la evolución del SARS-CoV-2.
En esta línea, la doctora Gabriela Piovano, médica infectóloga del Hospital Muñiz, recalcó que “si bien ni las vacunas ni las infecciones evitan nuevas infecciones, sí se demostró que las primeras disminuyen radicalmente las formas graves de la infección, sobre todo en las personas de riesgo. Este aumento de casos tiene que ver con la circulación de las personas y la falta de cuidados para prevenir la transmisión. Pero seguimos viendo que los casos de gravedad, si bien se mantienen, no han subido como para encender las alarmas y cortar la circulación como lo hicimos al principio”.
“La situación es para encender una alarma, por ahora solo para que la población esté alerta y no deje de cuidarse. La inmunidad es posible, por eso es que hay que seguir las recomendaciones del Ministerio y darse todas las dosis de vacuna”, aseveró en diálogo con este medio el doctor Edgardo Bottaro, médico infectólogo y coordinador médico de Helios Salud.
Uno de los factores que podrían jugar en contra es que la población adhirió menos a la aplicación de los refuerzos o “boosters” contra el COVID-19 y ahora está menos protegida. Esas inyecciones son necesarias porque la protección de las dosis del esquema primario decaen con el paso del tiempo, además de que la mayoría se aplicó sus primeras dos inmunizaciones el año pasado.
En la Argentina, solo el 49% de la población se aplicó el primer refuerzo. El 14% aceptó la aplicación del segundo refuerzo. Ya está habilitado el tercero para mayores de 50 años, personal de salud, personas con condiciones de riesgo y que hayan recibido su segundo refuerzo hace más de 4 meses. La pandemia sigue con la propagación de los sublinajes de la variante Ómicron, que fue detectada en noviembre del año pasado y logró expandirse y convertirse en la predominante en todo el mundo. Ahora están creciendo Ómicron BQ.1 y su sublinaje, BQ.1.1 (conocido como “perro del infierno”).
Para el médico infectólogo Pablo Bonvehí (MN 62648), “hay que tener precaución, observar muy de cerca lo que sucede, si los casos impactan en la hospitalización y en la mortalidad. Cabe hacer una vigilancia estrecha sobre todo en los casos graves. Muy probablemente tenga que ver con los sublinajes de la variante Ómicron. Se ha demostrado que las dosis de refuerzo protegen, por eso es importante que quienes no las hayan recibido se las apliquen en cuanto puedan”.
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