Suele decirse que al que madruga Dios lo ayuda, como una manera de aseverar que quien comienza con sus actividades diarias más temprano tendrá más éxito que quien duerme hasta entrada la mañana, como consecuencia de haberse acostado tarde por la noche.
Se conoce a los cronotipos matutinos como “alondras” -personas que tienden a funcionar mejor por la mañana temprano-, mientras que los cronotipos vespertinos, o “búhos” lo hacen mejor por la noche.
El cronotipo es resultado de las variaciones que experimenta el ritmo circadiano endógeno, conocido comúnmente como reloj interno, que en gran parte está determinado por los genes, pero los factores ambientales, como la exposición a la luz del día, los horarios de trabajo y la vida familiar también pueden influir en él.
El buen descanso es un andamiaje fundamental para sostener una la vida saludable. El sueño es clave para la salud del organismo, el bienestar y para encarar el día con energía. En ese último aspecto, los cronotipos, búho o alondra, pueden marcar diferencias en la salud a largo plazo y cada vez hay más evidencia científica al respecto.
Según vieron investigadores estadounidenses de la Universidad de Rutgers, en Nueva Jersey, “los noctámbulos pueden ser más propensos a las enfermedades cardíacas y la diabetes que los madrugadores porque sus cuerpos son menos capaces de quemar grasas para obtener energía”.
“Las personas que se levantan temprano dependen más de la grasa como fuente de energía y, a menudo, son más activas durante el día que las que se quedan despiertas más tarde, lo que significa que la grasa puede acumularse más fácilmente en los noctámbulos”, encontraron los autores del estudio publicado en la revista especializada Experimental Physiology.
Entre las conclusiones, los investigadores aseguraron que “los cronotipos tempranos con síndrome metabólico utilizaron más grasa durante el descanso y el ejercicio, independientemente de la aptitud aeróbica, en comparación con los cronotipos tardíos. Los primeros cronotipos también eran más activos físicamente durante el día. El mayor uso de grasas se relacionó con la eliminación de glucosa no oxidativa. Estos hallazgos sugieren que los cronotipos tempranos tienen diferencias en la selección de combustible que se asocian con el riesgo de diabetes tipo 2″.
Los hallazgos pueden ayudar a explicar por qué los noctámbulos tienen un mayor riesgo de diabetes tipo 2 y enfermedades cardiovasculares, y pueden ayudar a los médicos a identificar a los pacientes que tienen más probabilidades de desarrollar las afecciones.
En opinión del profesor Steven Malin, autor principal del estudio y experto en metabolismo de la Universidad de Rutgers, “esto podría ayudar a los profesionales médicos a considerar otro factor de comportamiento que contribuye al riesgo de enfermedad”.
Para el análisis, los investigadores dividieron a 51 adultos obesos de mediana edad en madrugadores y noctámbulos, según sus respuestas a un cuestionario sobre hábitos de sueño y actividad. Luego supervisaron los patrones de actividad de los voluntarios durante una semana y probaron las preferencias de combustible de sus cuerpos en reposo y mientras realizaban ejercicio de intensidad moderada o alta en una cinta rodante.
El equipo describió cómo los madrugadores eran más sensibles a los niveles sanguíneos de la hormona insulina y quemaban más grasa que los noctámbulos mientras descansaban y hacían ejercicio. Los noctámbulos, en tanto, eran menos sensibles a la insulina y sus cuerpos preferían los carbohidratos a las grasas como fuente de energía.
Si bien Malin dijo que no estaba claro por qué se observaron diferencias en el metabolismo en los noctámbulos y madrugadores, cree que una posibilidad es una falta de coincidencia entre la hora en que las personas se acuestan y se despiertan a la mañana siguiente y los ritmos circadianos que gobiernan sus relojes biológicos.
“Una posible explicación es que se desalinean con su ritmo circadiano por varias razones, pero la más notable entre los adultos sería el trabajo”, consideró Malin, quien ahondó: “Si una persona es un búho, es posible que prefiera irse a la cama tarde pero aún así tenga que levantarse temprano para ir a trabajar o cuidar a los niños, y esto puede obligarlos a estar desalineados con sus relojes biológicos ya que deberán levantarse cuando preferirían estar durmiendo”.
Estudios anteriores ya habían reflejado que los búhos podían tener el doble de probabilidades que las alondras de tener un desempeño inferior en el trabajo y de correr un mayor riesgo de jubilación anticipada debido a una discapacidad.
Es que, por lo general, las personas noctámbulas no se acuestan lo suficientemente temprano como para dormir las más de siete horas recomendadas durante los días laborales, lo que genera una falta de sueño, ni para recuperar el sueño en los días no laborales, lo que se conoce como desfase horario social.
Este desajuste se relaciona con problemas de salud, mientras que la privación del sueño a largo plazo está relacionada con una salud general y un rendimiento cognitivo más deficientes.
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