El COVID-19 en la mayoría de los casos provoca una enfermedad leve, pero aún hoy, luego de la evolución de las distintas variantes y la vacunación a nivel global, las tasas de mortalidad de los adultos hospitalizados con COVID-19 siguen siendo altas y oscilan entre aproximadamente el 6% y el 27 %, según señaló el Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas (NIAID, por sus siglas en inglés) de EEUU.
En busca de poder anticipar cuáles son los pacientes que podrán desarrollar infección grave, un nuevo estudio publicado en Annals of Internal Medicine reveló que la cantidad de antígenos del SARS-CoV-2 presentes en la sangre de pacientes hospitalizados con COVID-19 está asociada con la gravedad de la enfermedad y otros resultados clínicos.
Los investigadores del NIAID, que forma parte de los Institutos Nacionales de Salud (NIH) de EEUU, analizaron en el ensayo ACTIV-3 los niveles de antígeno SARS-COV-2 en muestras de sangre tomadas de los participantes del estudio y evaluaron la asociación de esos niveles con la progresión de la enfermedad.
Los resultados de la investigación mostraron que niveles más altos de antígenos al virus podrían indicar una replicación en curso del SARS-CoV-2, correlacionada con una infección más severa.
Asimismo, los autores señalaron que los niveles de antígeno del SARS-CoV-2 son prometedores como biomarcador o sustancia medible para predecir qué pacientes hospitalizados con COVID-19 tienen un mayor riesgo de desarrollar un cuadro grave
El ensayo ACTIV-3 inscribió a pacientes hospitalizados por COVID-19 entre agosto de 2020 y noviembre de 2021. A cada voluntario, se le extrajo una muestra de sangre de referencia, luego, de forma aleatoria, algunos recibieron una terapia experimental contra el COVID-19 y otros, un placebo.
El fármaco utlizado fue el antiviral remdesivir, a menos que estuviera contraindicado. En este análisis de seguimiento, los investigadores examinaron muestras de sangre de referencia de 2.540 participantes para determinar los niveles de antígeno del SARS-CoV-2.
Evaluaron la relación entre los niveles de antígeno del SARS-CoV-2 en la sangre de cada participante y el tiempo que tardaron en recibir el alta del hospital, así como sus síntomas pulmonares en el día 5 del ensayo, ya sea que se hayan mantenido igual, empeorado o mejorado desde entonces.
El análisis reveló una fuerte correlación entre los niveles más altos de antígeno de SARS-CoV-2 (≥1000 nanogramos por litro) y una peor función pulmonar en el momento que los participantes se inscribieron en el estudio (que no siempre coincidió con el primer día de hospitalización).
Es importante destacar que los participantes con niveles más altos de antígeno SARS-CoV-2 en la sangre al momento de la inscripción generalmente tenían una función pulmonar disminuida en el día 5 del ensayo, independientemente de la gravedad de su enfermedad en el momento del ingreso al estudio, y tardaron más en ser dados de alta del hospital.
Tres características de los participantes se correlacionan con niveles más bajos de antígeno: la presencia de anticuerpos contra el SARS-CoV-2, la exposición a remdesivir antes de la inscripción en el estudio y un tiempo más prolongado en el hospital antes del estudio.
Además, los participantes infectados con la variante Delta del coronavirus presentaron niveles de antígeno más altos que los infectados con varinates circulantes anteriores.
Los resultados del estudio señalaron que los niveles de antígeno en la sangre son probablemente un marcador de la replicación viral en curso y podrían ser útiles para predecir la progresión de la enfermedad de un paciente y los resultados probables una vez que ingresan en el hospital.
Los investigadores señalaron que estos hallazgos podría ser útliles para futuros ensayos clínicos de terapia antiviral. Por ejemplo, los niveles de antígeno podrían ayudar a determinar qué pacientes tienen más probabilidades de beneficiarse de las terapias dirigidas a combatir el virus.
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