Instituto Ángel H. Roffo: el centro de vanguardia en investigación y tratamiento del cáncer cumple 100 años

El eminente médico de quien tomó su nombre, junto a su esposa, Helena Larroque, fundaron el hospital en Buenos Aires. Fue el primero de su tipo en América Latina y continúa siendo una referencia regional

En este mes de agosto se celebran los 100 años de la gran obra del matrimonio Roffo-Larroque

Hasta poco no se la nombraba públicamente. Las personas morían de una “larga y penosa” enfermedad. La palabra es cáncer y, ahora, cada vez se la elude menos. Pero hace 100 años, no sólo era tabú, sino que causaba muchas más muerte que actualmente, incluso muchas personas pensaban que era contagiosa. Todo conspiraba contra los esfuerzos de prevención y tratamiento rápido.

En ese contexto trabajaron el doctor Ángel H. Roffo y su esposa, Helena Larroque, quien no llegó a recibirse de médica porque se enfermó un año antes de finalizar la carrera. Mientras su marido fue una eminencia de la oncología, ella tuvo hitos como haber sido la fundadora de la Liga Argentina de Lucha contra el Cáncer (LALCEC) y haber trabajado como ayudante de la científica Marie Curie, en París.

“Era el alma del instituto. Una tarde, organizó un concierto en un hermoso jardín dentro de predio para que la gente de la zona se animara a ingresar, porque muchos creían erróneamente que el cáncer era contagioso. El cáncer era tabú, mucho más de lo que sigue siendo hoy”, relató la doctora Roxana del Águila, directora del Instituto de Oncología Ángel H. Roffo (IOAHR). Dejó un gran legado, como la creación de la Escuela de Enfermería y llevó a cabo varias acciones de concientización. En 1922, Helena ya hablaba de la importancia de la prevención. “Nuestra lucha diaria es contra un enemigo invisible, pero previsible, y la mejor manera de combatir el cáncer es trabajando sobre la prevención y detección temprana en toda la Argentina”, expresaba.

Helena Larroque y el Dr. Roffo junto a otro médico del hospital sentado entre ambos

En este mes de agosto se celebran los 100 años de la gran obra de ambos, lo que en 1922 comenzó a funcionar como dispensario con el nombre de Instituto de Medicina Experimental, en el mismo predio de 4 hectáreas que ocupa hoy, en el barrio porteño de Villa del Parque.

Este legado de la pareja Roffo-Larroque fue el primer centro oncológico de América Latina y el segundo en el mundo. ¿Quiénes fueron estos pioneros de la oncología de la primera mitad del siglo 20?

El doctor Roffo había nacido en Buenos Aires el 30 de diciembre de 1881. Murió el 23 de julio de 1947, unos meses después de su alejamiento del instituto. Fue autor de teorías inéditas para la época, que enseñó como profesor de la Universidad de Buenos Aires (UBA), entre 1912 y 1935. Pregonó la profilaxis del cáncer, fue uno de los primeros científicos en demostrar el vínculo entre los alquitranes del tabaco y la producción de tumores. A partir de década de 1930, se convirtió en un activista incansable en difundir sus descubrimientos y también fue pionero en comprobar la relación entre el cáncer y los rayos UV.

(Crédito: Getty)

En la actualidad el IOAHR atiende anualmente alrededor de 100.000 personas y cada mes abre cerca de 190 nuevas historias clínicas de pacientes con diagnóstico oncológico. Es una institución de referencia a nivel regional, en el estudio, diagnóstico y tratamiento del cáncer con tecnología de vanguardia y como centro referente en la investigación continua y la formación profesional.

“Desde sus inicios, y a medida que fue creciendo, se convirtió en un centro de alta complejidad y de derivación a nivel nacional, dedicado a la atención multidisciplinaria de pacientes oncológicos, por tener toda la tecnología asociada para el diagnóstico y tratamiento de enfermedades oncológicas”, afirmó el doctor Adalberto Rodríguez, director desde el 2012 del Área Técnica del IOAHR.

La obra emblemática del doctor Ángel Roffo, El Cáncer: una contribución a su estudio, dio origen a la creación del instituto, tras ser presentada en 1912 ante la Academia Nacional de Medicina por otra eminencia de la medicina argentina, el doctor Daniel Juan Cranwell.

El doctor Ángel Roffo fue un eminente profesor en la UBA

“La piedra fundamental del edificio se puso en 1914 en el terreno original de casi 4 hectáreas ubicado en Villa del Parque y cedido por la Facultad de Agronomía de la UBA. Comenzó a funcionar recién en 1922 como dispensario, bajo el nombre de Instituto de Medicina Experimental. Contó con dos inauguraciones, una de la Academia Nacional de Medicina y otra de la UBA, de quien depende hasta la actualidad”, relató la doctora del Águila.

Con el correr de los años, fue expandiéndose con aportes privados y recursos votados por el Congreso de la Nación. El predio hoy incluye 13 pabellones. El IOAHR cuenta con alrededor de 1.000 trabajadores entre personal médico y no médico.

“Con frecuencia, el paciente viene por una segunda opinión, derivado de otro centro o por propia iniciativa. Es evaluado por los especialistas y se define su ingreso al instituto o se envía una nota referente a la derivación”, aclaró el doctor Rodríguez. Dado que el instituto está dentro de los hospitales de gestión descentralizada, para los pacientes sin cobertura de obra social o prepaga se hacen convenios con los diferentes municipios para ayudarlos.

Los tres pilares de los tratamientos oncológicos son la cirugía, la terapia de rayos (radioterapia) y los medicamentos (quimioterapia, terapias dirigidas e inmunoterapia) (Getty)

Los cien años del Roffo coinciden con el siglo de los mayores avances de la medicina en toda la historia de la humanidad. El instituto acompañó cada paso que dio la ciencia aplicada a la salud en materia de cáncer a través de investigación, docencia y aplicación de los diferentes abordajes terapéuticos que se fueron desarrollando en el mundo.

Los tres pilares de los tratamientos oncológicos son la cirugía, la terapia de rayos (radioterapia) y los medicamentos (quimioterapia, terapias dirigidas e inmunoterapia) y, aunque persisten necesidades insatisfechas en determinadas áreas de la oncología, todos han evolucionado a lo largo del tiempo, permitiendo mejores resultados terapéuticos, que se han traducido en una más larga sobrevida y una mejor calidad de vida.

De la mano de la tecnología, la cirugía en cáncer avanzó, modernizándose para ser más precisa y, por tanto, más efectiva, y menos invasiva, impactando menos en la calidad de vida y mejorando los tiempos de recuperación. Además, se han desarrollado fármacos para reducir el tamaño de determinados tumores y facilitar su extracción en aquellos sitios del cuerpo de difícil acceso.

Recorte de un diario de 1942. Helena Larroque de Roffo

Por su parte, la radioterapia, uno de los tratamientos más antiguos, sigue vigente y aún hoy se asocia a más del 50% de cura de los pacientes. Las primeras máquinas radiantes aparecieron en el siglo XX, tras el descubrimiento de los rayos X en el siglo anterior. Generaban grandes efectos adversos, pero se han ido mejorando y reduciendo significativamente sus consecuencias negativas.

El IOAHR posee un acelerador lineal de última generación, el primero disponible en una institución pública, y un equipo SPECT/CT, lo más avanzado en medicina nuclear, que permite un mejor seguimiento de diferentes tipos de tumores y sus metástasis, así como para la optimización de las dosis en los estudios de radioterapia.

El Roffo, en su tradición de encontrarse a la vanguardia de la investigación, integra un proyecto de protonterapia, que es la forma más avanzada de radioterapia, que utiliza haces de protones para el tratamiento de cáncer porque permite concentrar la entrega de la dosis terapéutica en el volumen tumoral, reduciendo los efectos secundarios sobre tejidos sanos. “Es una iniciativa conjunta entre la Comisión Nacional de Energía Atómica, la Universidad de Buenos Aires, nuestro instituto y la empresa estatal rionegrina INVAP. La protonterapia es lo último que se conoce en esta materia, estamos sumamente entusiasmados y esperamos que el Centro Argentino de Protonterapia esté inaugurado en los próximos años”, resaltó Pereira.

El Roffo, en su tradición de encontrarse a la vanguardia de la investigación de tratamientos (Getty)

La quimioterapia es la otra estrella de la primera etapa de los tratamientos del cáncer. Apareció en la década del ‘50 y desde entonces se la mira de reojo por ser drogas que atacan tumores y tejidos sanos por igual, con elevada toxicidad y un impacto severo sobre el organismo, con efectos indeseables como la pérdida de cabello, malestares digestivos, pérdida de peso y una disminución grande de las defensas. A pesar de parecer una estrategia desactualizada, los médicos saben cómo y cuándo utilizarla y sigue siendo una aliada en el tratamiento del cáncer, en ocasiones con muy buenos resultados.

En la última década hubo cambios notables de la mano de la tecnología y los avances en biología molecular. “La oncología moderna se basa en la personalización de los tratamientos, con significativamente mejores perfiles de seguridad. Hasta hace relativamente poco, un cáncer de pulmón, por ejemplo, era considerado y tratado como una sola enfermedad, aunque hoy ya sabemos que, en realidad, existe un abanico amplio de subtipos a partir de las diferentes alteraciones genéticas que presentan los tumores, lo que determina estrategias terapéuticas igual de específicas. Ese cambio de paradigma ha permitido lograr incrementos inimaginables en términos de años de vida ganados”, indicó el doctor David Pereira, médico oncólogo y radioterapeuta del IOAHR.

También respecto del diagnóstico, el instituto se mantiene a la vanguardia de las últimas tecnologías (Getty)

Para que sea una realidad el abordaje personalizado, avanzó en paralelo el diagnóstico molecular, la técnica que permite determinar las alteraciones genéticas de los tumores. Además, hoy existe la biopsia líquida como alternativa a la tradicional, que en ocasiones puede ser algo invasiva para el paciente o no ser opción. Es una metodología más amigable, que seguramente se masificará en el futuro próximo.

También respecto del diagnóstico, el instituto se mantiene a la vanguardia de las últimas tecnologías y cuenta con el Mammi Breast PET, el primer equipo de alta precisión en América Latina, que permite discernir si determinadas lesiones muy pequeñas en las mamas son benignas o malignas.

Así como las terapias dirigidas representaron la revolución de la década pasada, en la actual lo está siendo la inmunoterapia, un abordaje innovador en el que el tratamiento estimula la respuesta inmunológica, un proceso que ya está en el organismo, para que contribuya a destruir al tumor.

Las terapias dirigidas representaron la revolución de la década pasada, en la actual lo está siendo la inmunoterapia (EFE/ Cati Cladera)

“En estos primeros 100 años, el Instituto de Oncología ‘Ángel H. Roffo’ se mantuvo fiel a su propósito de investigar y educar sobre cáncer y es un orgullo que tenemos que saber cuidar y hacer crecer, como lo es la salud pública y todo lo que ésta representa para nuestro país”, concluyeron desde la institución.

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