Dos años de pandemia sanitaria impactaron en el equilibrio emocional de gran parte de la población, en Argentina y el mundo. Sin embargo, hubo un grupo que fue aún más vulnerable a los efectos del encierro, las restricciones y la incertidumbre sanitaria. Los niños y adolescentes vivieron más de dos años de su etapa de desarrollo en una situación extraordinariaque impactó de lleno en los años clave para estructurar la propia personalidad.
En ese sentido, el reciente análisis de una experta argentina en psiquiatría es preocupante: las consultas por trastornos de salud mental crecieron casi 50% y se duplicaron las consultas por ideas sobre la muerte en adolescentes.
La doctora Gisela Rotblat, jefa de Psiquiatría del servicio de Salud Mental Pediátrica en el Hospital Italiano de Buenos Aires, señaló que la pandemia fue un catalizador y que “las consultas aumentaron 47% más en estos últimos dos años. Y aumentó también la gravedad, las consultas por ideas de muerte se duplicaron, los intentos de suicidio se triplicaron, las consultas por trastornos alimentarios se quintuplicaron, esto es un fenómeno global, no sólo a nivel nacional”.
La franja de 13 a 17 años es la que más consulta pero también aumentaron las consultas de menores más chicos, de 12 años o menos, indicó la experta en declaraciones a Radio Mitre.
Para explicar qué significa que las consultas revistan más gravedad, Rotblat se refirió a un aumento de chicos y adolescentes que se autolesionan y se provocan heridas cortantes, en alguna parte del cuerpo, como manos o brazos. Explicó que muchos jóvenes se cortan en un intento de calmar la ansiedad, “en un intento por sentir algo, ante el sentimientos de soledad y vacío. O para otros, es una forma de descargar la angustia, ante la imposibilidad de verbalizar”
“Los métodos son más graves, porque el contexto de los pacientes adolescentes es más grave, porque muchos no han podido retomar la escolaridad, la situación socio ambiental es más complicada, la familia que debería cuidarlos no están en condiciones de poder cuidarlos por sus propias dificultades”, amplió la especialista del Hospital Italiano.
El mundo adulto también vio afectado su equilibrio emocional y se encuentra en una situación vulnerable que dificulta prestar atención a los problemas de los adolescentes y darles la magnitud que merecen. “Hay mucha menor contención familiar y mucha menos capacidad de las familias de poder ayudar a los adolescentes y estar presentes con los adolescentes - dijo Rotbalt y continuó - por ejemplo, el acompañamiento a los pacientes con trastornos en la conducta alimentaria es muy complicado, son tratamientos muy largos. Son patologías disrruptivas que alteran la dinámica de toda la familia. Estos chicos no pueden estar solos en ningún momento”.
Las cifras globales que habían sido difundidas por Unicef a fines de 2021, ya reflejaban un panorama de alerta a escala global. Según las estimaciones de la agencia de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para la infancia “un 13% de los adolescentes de entre 10 y 19 años padece un trastorno mental diagnosticado” en el mundo, esto signifca que 1 de cada 7 jóvenes sufre un problema psíquico o psiquiátrico.
El organismo advirtió que “prácticamente en cada rincón del planeta, tanto en los países ricos como en los pobres, los trastornos mentales (y la falta de respuestas adecuadas) siguen infligiendo un sufrimiento considerable a los niños y los jóvenes y representan una de las principales causas de muerte, enfermedad y discapacidad, especialmente entre los adolescentes de edad más avanzada”.
La escuela
Parte de este nuevo escenario se explica por las consecuencias de dos años truncos de escolaridad y la sociabilización que el colegio implica para el desarrollo de niños y adolescentes. “Hay un deterioro de la institución familiar, un deterioro de la institución escolar, un mayor uso y abuso de los medios de comunicación y de las pantallas en sí. Además, la situación económica no ayuda. Esto se ve a nivel mundial, no sólo en Argentina”.
La pausa a la escolaridad sigue mostrando sus secuelas según Rotblat: “Lo que aumentó muchísimo es la fobia escolar, no pueden retomar la escolaridad, por situaciones de ansiedad, se ponen el uniforme y no pueden salir de la casa”.
“El tema del bullying y no poder insertarse en la escuela aumenta el riesgo. Las escuelas post pandemia se vieron desbordados, no solo por la cuestión académica sino por recibir adolescentes y niños en situaciones bastante complicadas a nivel emocional”, resumió la especialista
En cuanto a las familias, la jefa de Psiquiatría del servicio de Salud Mental Pediátrica en el Hospital Italiano, le aconsejó a los padres estar presentes y aumentar la comunicación con los hijos. “No juzgar, entender y acompañar. Solicitar ayuda profesional cuando ven que las cosas no funcionan, cuando hay signos que los adolescentes se encierran mucho, cuando uno ve que son inaccesibles. Los chicos tienden a sufrir en silencio, quizás llevan dos años con el problema que los afecta y los padres no se dieron cuenta”.
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