Cuadro de situación: las vacaciones de invierno están a la vuelta de la esquina. Un padre o una madre de familia cualquiera decide tomarse unos día en el trabajo para estar en casa con los hijos, salir a pasear, o bien hacer alguna escapadita para cortar el año.
Junto con los preparativos, que podrán incluir organizar planes y sacar entradas para espectáculos para los que se queden en casa, o bien hacer valijas para aquellos que se vayan unos días de viaje, suele llegar el “atracón” de trabajo que se acumula cada vez que pretendemos salirnos de la rutina para descansar.
¿Por qué la mayoría de las personas llegan “al límite” cada vez que se toman unos días de descanso?
“Las personas llegan al límite porque así lo requieren los trabajos corporativos y las empresas. Hay que dejar trabajo preparado para los días de ausencia -comenzó a analizar la licenciada en Psicología María Laura Santellán (MN 18841)-. Y cuando los profesionales o los trabajadores son independientes, la razón es la misma. El punto es que no se puede dejar de trabajar, y entonces los días de vacaciones son días de descanso que se deben compensar”.
Para ella, “esto está ya concebido de esta manera en las formas de trabajo actuales: si vas a descansar eso se debe compensar”.
En la misma línea, la licenciada en Psicología Lorena Ruda (MN 44247) consideró que “es frecuente que antes de tomarse vacaciones las personas quieran adelantar trabajo (muchas veces es un pedido de las autoridades) o dejar todo al día, según el puesto de trabajo”.
En ese sentido, “es habitual que antes de tomarse un descanso las personas experimenten un pico de estrés”, sostuvo Ruda, para quien “esto tiene que ver con que hay empresas que generan que sus empleados tomen su trabajo como si fueran ‘la empresa’, tomando responsabilidades como si fueran imprescindibles y perdiendo de vista su real rol dentro de la corporación”.
En la mirada de la doctora en Psicología, especialista en clínica, docencia e Investigación en Psicoterapia orientada en Mindfulness Mariam Holmes (MP 20463), “no todas las personas se llevan realmente bien con la idea de ofrecerse unos días de descanso, pueden tener ganas de tomarse vacaciones e incluso sentir que las necesitan, pero cuando llega el momento de la tan esperada pausa se pueden movilizar sentimientos ambivalentes, ansiedad o culpa por sentir que estarán siendo improductivas”.
En este punto, para ella, evitar el atracón “de fondo, no es un tema de organización sino más bien de cómo cada uno se vincula con el trabajo y con la tarea que lleva adelante”. “Cuando quedamos atrapados en el modo ‘hacer’, en piloto automático, es más factible que quedemos tomados por la sensación de que nuestro ser depende del hacer -señaló-.
Algunos estudiosos de la perspectiva existencial acuñaron el término de ‘patologías del personaje’, para aludir a aquellas situaciones en las que el rol social, la tarea que desempeñamos de algún modo absorbe la personalidad total, en esos casos la idea de detener momentáneamente moviliza un sentimiento de vacío que puede ser verdaderamente angustiante”.
El burnout, un problema de salud mental cada vez más frecuente
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el síndrome de desgaste ocupacional es “resultado del estrés crónico en el lugar de trabajo que no se ha manejado con éxito”. El organismo indicó que este padecimiento ingresó oficialmente en enero de este año a su Clasificación Internacional de Enfermedades, por lo que todos los países miembros, deberán considerar al burnout como un padecimiento.
Para Santellán, “el burnout es muy habitual, y empeoró con la pandemia debido a que se desbalanceó mucho el tiempo libre y el tiempo dedicado al trabajo”. “No hubo casi intercambio social, ni espacios de divertimento por lo que se produjo ese desequilibrio y el burnout se produjo indefectiblemente -sostuvo-. Por los que estaban sobrecargados de trabajo y también por los que vieron aminorados sus ingresos, lo que generó otro tipo de estrés, pero que cae en el mismo saco del burnout laboral”.
En la mirada de Ruda, “muchas personas se ponen la empresa al hombro y esto genera alto nivel de estrés, con lo cual el llamado burnout es un problema cada vez más frecuente en la salud mental”. “Personas que sienten que no dan más, que lo dan todo pero igual no es suficiente -describió-. En busca de un reconocimiento que, en general, es casi nulo con lo cual es muy frustrante la sensación de trabajar tanto y con tanta presión y sin reconocimiento visible”.
Al respecto, Holmes precisó que “las investigaciones han mostrado que la prevalencia del burnout fue aumentando; los estudios lo describen como un estado de cansancio emocional, que paulatinamente puede llevar a las personas a una pérdida de motivación que suele progresar hacia sentimientos de inadecuación y fracaso”.
“Se caracteriza por tres síntomas principales”, destacó la especialista, y enumeró: “Por un lado, agotamiento emocional, que refiere a la falta de recursos emocionales y al sentimiento de que ya no tenemos nada más que ofrecer a otra persona, seguido de despersonalización, que alude al desarrollo de actitudes negativas e insensibles hacia los destinatarios de los servicios que se prestan, y por último, sentimiento de falta de realización personal el cual supone una serie de respuestas negativas hacia uno mismo y a su trabajo típicas de la depresión, moral baja, evitación de las relaciones interpersonales-profesionales, baja productividad, incapacidad para soportar la presión y una pobre autoestima”.
Holmes sostuvo que “las investigaciones mostraron que las profesiones asistenciales son unas de las más afectadas, y fue estudiado inicialmente en los trabajadores de los servicios socio-sanitarios pero también ocurre en cualquier ocupación sobre todo en aquellas en las que se trate con otras personas y tiene manifestaciones conductuales, actitudinales y psicosomáticas”.
“Otros investigadores describen el burnout como un estado de decaimiento físico, emocional y mental, caracterizado por un cansancio, sentimiento de desamparo, desesperanza, vacío emocional y por el desarrollo de una serie de actitudes negativas hacia el trabajo, la vida y la gente -amplió Holmes-. Algunos estudios sugieren incluso que el componente de cansancio físico se encontró correlacionado con una mayor susceptibilidad a la enfermedad, dolores de espalda, accidentes, postración y frecuentes enfermedades virales, así como una combinación de cansancio y trastornos del sueño. Acompañando a estos problemas físicos están los síntomas propios del cansancio emocional, éstos se refieren a sentimientos de depresión que en casos extremos puede llegar a enfermedad mental y a pensamientos de suicidio. Finalmente el cansancio psíquico se manifiesta por el desarrollo de actitudes negativas sobre sí mismo, el trabajo y la vida en general, incluyendo una bajada de la autoestima y sentimientos de inferioridad, ineficacia e incompetencia”.
- ¿Son las empresas que cada vez exigen más? ¿Las personas cada vez más multitasking que no pueden cumplir con todo?
- Santellán: Por un lado creo que la mayoría de las empresas están trabajando con menos equipo humano que lo que se requeriría, por lo tanto es habitual que los puestos de trabajo estén sobrecargados. El hecho de que gran parte del trabajo empresarial haya pasado a ser virtual en la pandemia también hace que se borren bastante los horarios de entrada y salida y genera el hábito de tener que chequear fuera del horario de trabajo las tareas del día siguiente o si quedó algo pendiente.
Creo que las empresas exigen a veces demasiado y la sobrecarga laboral genera en términos generales en las personas síntomas relacionados con la depresión, la ansiedad, el agotamiento psicofísico, y esto termina con que muchas veces los trabajadores tengan que pedir días para compensar ese exceso laboral.
En tanto los trabajadores independientes, que no tienen cubiertas a nivel de remuneración sus vacaciones a veces necesitan adelantar trabajo porque deben cubrir el lucro cesante. En un país donde las variables económicas son tan imperativas hay un lema que manejamos todos, que es que hay que trabajar y generar dinero porque no va a alcanzar, o aunque se tenga muy buena remuneración hay que ahorrar, estar prevenidos. Me parece que como sociedad estamos muy prevenidos en ese sentido y por lo tanto la carga laboral es cada vez más intensa.
Las personas son cada vez más multitasking; así lo requiere esta sociedad. Y cada vez es más difícil cumplir con todo. Son muchas las exigencias, vivimos en una sociedad que demanda mucho pero da poco en cuanto a estabilidad. Gran parte de la tranquilidad de la persona común está dada por poder prever y eso en la Argentina es inexistente y esto es así desde hace muchas décadas.
- Ruda: Las personas llegan totalmente sobrepasadas a las vacaciones por las exigencias y la presión extra de dejar todo listo para irse tranquilos. Casi siempre después corroboran que los imponderables que surgieron se han podido resolver y se prometen no volver a caer en estar fagocitados por el trabajo. Pero generalmente caen otra vez.
Sería importante entender que el trabajo es trabajo y el lugar que le damos en nuestra vida a veces es “exagerado”. Se entiende que es de lo que vivimos y lo necesitamos pero a veces en los trabajos se pone en juego “algo más allá” del trabajo en sí. A veces son modos subjetivos de relacionarnos con el trabajo y cómo lo hacemos parte de nuestra vida. Se trata de aprender y saber dosificar y darle la importancia que realmente requiere para no sobrepasarnos.
- Holmes: Las investigaciones que han estudiado las relaciones entre el trabajo y las patologías que de él se derivan sugieren que es una combinación de ambos factores. Al estar en juego el prestigio y el reconocimiento de los pares se puede realizar una transferencia desde el campo del hacer al campo del ser. Esta operación comienza entonces a sostener la relación con el trabajo de un podo poco saludable, casi sostenido como una máscara laboral, que a largo plazo es factor de rieso para el padecimiento de estrés crónico que puede tener entre sus graves consecuencias al suicidio. Implica una relación inadecuada entre profesionales excesivamente celosos de su trabajo (workaholics) y un medio laboral excesivamente demandante. La profesión es entendida entonces como “una cruzada” entre las partes y no como una forma de ganarse la vida, es una ecuación en la que se conjugan susceptibilidad individual + sobrecarga laboral y/o crisis vital, y el resultado es burnout casi por descontado y alerta sobre los riesgos de una vida extralaboral inestable y estresante.
Algunos consejos para tener en cuenta
A la hora de hacer algunas recomendaciones, Santellán apuntó a “tratar de entender que la capacidad cognitiva y emocional no es un recurso inagotable y que ponerse metas tanto laborales como personales muy excesivas lo único que provoca es un exceso de ansiedad y termina siendo una condición para la ineficacia, es decir, para lograr aún menos de lo que se pretendía”.
“Hacer una cosa a la vez es fundamental; ser conscientes -sumó-. Aplicar la intención de conciencia plena cuando estamos haciendo algo y tratar de detener la mente en aquello que estamos abordando”.
Y finalizó: “Y sobre todo tenemos que ser mucho más conscientes de hasta dónde llega nuestra capacidad a todos los niveles para responder a la demanda laboral”.
A lo que Holmes agregó: “El trabajo es un mediador de salud ya que aporta un camino que posibilita la realización personal y el sustento económico para la vida pero puede tener efectos negativos sobre la salud mental, cuando no nos vinculamos adecuadamente con él”.
“Reconectar con el sentido de propósito previene del riesgo de padecer sobrecarga laboral, reconectar con el valor que nuestra tarea cotidiana tiene a la luz de nuestra misión personal, reconectar con su sentido, y por último, valorar el tiempo por el nivel de presencia y no por el nivel de productividad”.
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