Los especialistas advierten que, contrariamente a lo que indica cierto imaginario popular, el cáncer de próstata no es una enfermedad benigna o inofensiva, sino que es el tercer tipo de cáncer que más mortalidad ocasiona en hombres en la Argentina, ya que más de 3.700 fallecen al año, lo que equivale a más de 10 muertes por día. Es el cuarto cáncer más mortal, considerando ambos sexos.
En el país, el cáncer de próstata es el tumor más frecuente en los hombres. Se detectan más de 11.600 casos al año, lo que es más que la suma de los casos, en hombres, de cáncer de riñón (3.370), páncreas (2.357), estómago (2.549) y testículo (2.047).
Por todo esto, la Fundación Atención Comunitaria Integral al Paciente Oncológico (ACIAPO) viene trabajando por la concientización sobre la necesidad de detectar a tiempo este cáncer y remarca que la mejor estrategia es tener un urólogo de cabecera y realizarse controles frecuentes.
Las siguientes 5 razones permiten sospechar un cáncer de próstata:
1. Alteraciones al orinar: “no hay que esperar a tener síntomas urológicos para realizar una consulta médica. La mejor medicina es la que se anticipa y llega antes de que la enfermedad avance. Por eso, siempre insistimos en la importancia de ir al médico. Las mujeres tenemos incorporada la necesidad de realizarnos una mamografía al año, pero el hombre aún no va al urólogo, ni siquiera ante la presencia de síntomas”, sostuvo Marta Artigas, fundadora y presidenta de ACIAPO.
Las ganas frecuentes de orinar, sobre todo por la noche, la dificultad para hacerlo, el flujo débil, entre otros, son síntomas urológicos que llegan con los años y los hombres asumen erróneamente que son inevitables y que responden únicamente al paso del tiempo. Los síntomas del cáncer de próstata son distintos en cada hombre, de hecho, algunos no presentan ningún síntoma.
Fernando Romanelli, coordinador de Programas de ACIAPO, subrayó que “los médicos siempre insisten en que todas las alteraciones al orinar, incluyendo el dolor, ardor o sangrado, tienen que llamar la atención, porque pueden estar reflejando la existencia de una enfermedad urológica, que tal vez no sea cáncer, y ojalá que no, pero en cualquier caso la persona deberá pedir un turno con un urólogo, sin dejar pasar más tiempo”.
2. Otras manifestaciones urológicas: la presencia de sangre en el semen y/o el dolor al eyacular ya son un signo y un síntoma que tienen que orientar al médico en que algo está sucediendo en el sistema urinario, por lo que seguramente indicará estudios para explicar su causa.
3. Dolores: dolor persistente en la espalda, cadera o la pelvis, seguramente no sean síntomas que lo hagan pensar a uno en enfermedades prostáticas, pero si se mantienen en el tiempo, es pertinente ver a un médico para identificar el origen de esos dolores y descartar cualquier problema mayor, porque lo cierto es que podrían ser signos de una enfermedad prostática.
4. Edad: tener más de 50 años incrementa el riesgo de desarrollar cáncer de próstata. El paso del tiempo es un factor de riesgo, tal vez el más contundente. Por eso, teniendo un urólogo de cabecera, uno puede conversar en cada consulta sobre qué estudio es el más conveniente realizar en cada oportunidad, ateniendo las particularidades de cada caso.
A grandes rasgos, una vez detectado el tumor, las diferentes opciones de tratamiento son la vigilancia activa, seguimiento de la evolución sin indicar un tratamiento específico, la cirugía, radioterapia, crioterapia, terapia hormonal, quimioterapia e inmunoterapia.
Tras el diagnóstico, el médico, en diálogo con el paciente, determinará los mejores pasos a seguir a partir del estadio de la enfermedad, su evolución, la edad y estado general del paciente. “En cualquiera de los casos, si no tiene cáncer, es preferible saberlo lo antes posible. Es una noticia que nadie quiere escuchar, pero siempre es mejor hacerlo más temprano que tarde, porque la medicina tendrá más herramientas para su manejo”, dijo Artigas.
5. Antecedentes familiares: tener o haber tenido un familiar de primer grado con cáncer de próstata (padre o hermano) duplica el riesgo de desarrollar la enfermedad. “No es algo que deba generar alarma, pero sí la conciencia suficiente para no postergar una consulta médica. De hecho, la indicación habitual de ir al urólogo desde los 50 años se anticipa a los 45 o 40 ante la existencia de antecedentes”, insistieron desde ACIAPO.
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