¿Y si un ruido como un simple chasquido de dedos pudiera despertar en uno, un episodio de irritabilidad de grandes dimensiones? No se tratará de un capricho, tampoco de un comportamiento de ira sin razón. Hablamos de Misofonía, una rara patología que nace a partir de ciertos ruidos específicos o cotidianos, que puede generar un malestar en varias personas.
El universo es de lo más variado: ruidos como chasquidos de dedos, pronunciación de la “z”, taconeo de zapatos, el golpe constante de un bolígrafo sobre una mesa, pueden despertar un claro episodio de irritabilidad. Poco se conoce de esta rara patología que afecta a un importante número de personas y que muchos ni siquiera saben que la padecen.
Para la actriz y cantante Natalia Oreiro, quien confesó tener esta patología, su ruido no favorito, aquel que la puede sacar de eje, es el de la gente que masca chicle. “Pensaban que era loca y mucha gente me miraba como si fuera una snob o histérica (...) El chicle para mí es como el punto máximo. Pero hay varios ruidos que a los que padecemos esto nos hace daño. La lapicera por ejemplo es otro de esos sonidos que me generan ansiedad, palpitación, sudor, frío y no puedo concentrarme en otra cosa que no sea eso. No es un toc sino es una enfermedad neurológica”, expresó Oreiro.
La misofonía se relaciona con emociones negativas vinculadas a diversos sonidos; estas no necesariamente tienen que ver con las características del sonido (fuertes, bajos, agudos o graves) sino que pueden deberse a la sensación que ciertos ruidos les generan en su estado de ánimo.
“La misofonía es la intolerancia a determinados sonidos, que son específicos y que son sonidos de la vida cotidiana. Uno mucho que se da es cuando se golpea la loza de los cubiertos contra el plato, cuando se lavan los platos; la intolerancia de determinados ruidos de nailon, cuando raspa un plástico contra otro. A veces un sonido masticatorio que hace que la persona que está en frente no lo soporte”, explica a Infobae la doctora Ana Carolina Binetti, jefa del servicio de otorrinolaringologia del Hospital Británico.
“La misofonía es la aversión, ira o enojo a “ciertos sonidos” en particular que no guarda relación con la intensidad de los mismos sino que por lo general obedece a una conexión con experiencias negativas vividas con anterioridad que generaron una activación anómala en nuestro Sistema Límbico (que es el sistema de las emociones) y Sistema Nervioso Autónomo (dando síntomas como ansiedad, irritabilidad, etc.). Es por esta razón que se lo definiría como un trastorno neurológico”, suma a Infobae Susana Alicia Dominguez, Co-fundadora de la Unidad de Acúfenos e Hiperacusia del Hospital Italiano, docente de la Universidad de Valladolid (España) en el Master de Audiología y Co-fundadora de Acufenosonline.
¿Qué produce en el paciente? “La reacción de cada paciente es única ya que depende de las condiciones específicas en las que se experimentó ese sonido y de cualquier evaluación previa del mismo. Un subtipo de misofonía es la fonofobia cuando es el miedo a un sonido específico es la emoción predominante. En general las emociones predominantes en la misofonía son la ira, irritación, estrés y ansiedad, sensación de sentirse atrapado e impaciente”, dice a Infobae la doctora Analia Nicassio, médica otorrinolaringóloga, especialista en acúfenos e hiperacusia de la Unidad de acúfenos e hiperacusia Hospital Italiano de Buenos Aires.
No hay estadísticas nacionales ni específicamente de misofonía pero Jastreboff dedujo que el 1.75 % de la población general tiene acúfenos e hiperacusia y el 60% de los pacientes con acúfenos puede tener misofonía.
La misofonía, sigue Nicassio, suele comenzar en la niñez o adolescencia, lo que puede implicar una disminución en el rendimiento escolar. “Es una reacción emocional negativa intensa, que puede estar relacionada con una persona en particular lo que implica también una afectación en el ámbito social. Además de la reacción emocional, a veces informan sensaciones físicas como opresión en el pecho , sudoración , evitar a personas o lugares, esto puede llevar al aislamiento y con esto la profundización de los síntomas”.
Alejandro Andersson, director médico del Instituto de Neurología Buenos Aires (INEBA), sostiene que es complejo saber cuántas personas lo sufren. “Faltan trabajos científicos para conocer más y además no todos los cuadros son iguales. La misofonía es frecuente en personas que ya tienen sumidos de oídos, o tinitus, o hiperacusia, que son dos trastornos auditivos relacionados con el sonido”, dice Andersson a Infobae.
El neurólogo dice que hay dos corrientes para explicar esta patología. “Existe una tendencia a explicarlo como un fenómeno psicológico, como que quedó algún trauma o mal recuerdo inconsciente que liga ese sonido o ruido a esa experiencia traumática. Y luego tenemos otra corriente, por fuera de la audiológica, que busca una explicación neurológica o neurofisiológica. Resulta que el sonido, luego de impactar en el oído, viaja por todo una serie de canales de vías nerviosos hasta llegar a ser consciente y lo escuchamos. Y en ese camino, hay dos rutas. Una, que termina en el tálamo y la corteza cerebral que tiene que ver con la consciencia de ese sonido; y otra parte que termina en la amígdala, que tiene mucho que ver con nuestras emociones. Aparentemente habría una alteración en la corteza pre frontal medial, que haría que funcione de una determinada manera la interpretación de ese sonido, llegando a ser desagradable en nuestra consciencia”.
Estudios y tratamientos
Pese a que no se encontró cura para la misofonía, existen dos tratamientos existentes a la fecha según estudios publicados en Audiology Online liderados por Margaret M. Jastreboff y Pawel J. Jastrebof y similares para pacientes que padecen hiperacusia. Ambos procedimientos son totalmente opuestos uno con el otro, producto tal vez de la desinformación sobre la patología en cuestión.
En un primer lugar se aconseja al paciente evitar los ruidos que les producen malestar o bien utilizar tapones de oídos para poder realizar tareas normales. “Los pacientes abrazan fácilmente esta filosofía y comienzan a proteger sus oídos, incluso hasta el punto de usar tapones aún en los ambientes silenciosos. Por desgracia, este enfoque hace que el sistema auditivo se sensibilice y agrava aún más la patología”, señaló Margaret en su estudio.
Pacientes que sufren la patología, aseguran que una forma de sobrellevar los ruidos es tratar de bloquearlos, es decir, en muchos casos hasta no nombrarlos para evitar pensar cotidianamente en ellos.
El segundo tratamiento consiste en la desensibilización de los pacientes por la exposición a una variedad de sonidos. Se ha promovido por algún tiempo con una variedad de protocolos y tipos de sonidos utilizados; tales como la recomendación del uso de sonido con ciertas frecuencias eliminadas, exposiciones cortas a moderadamente fuerte sonido, o la exposición prolongada a sonidos de bajo nivel. Este tratamiento de denomina Tinnitus Readiestramiento Terapia (TRT).
Sin embargo, los especialistas consultados en esta nota, sostienen que hasta este momento no un tratamiento específico para esta patología. “Pero sí como una variante dentro de la hiperacusia se pude buscar desensibilizar con exposicion progresiva a esos sonidos. Hasta ahora lo que se sabe es que son personas con gran atencionalidad a la vida auditiva y que eso predispone a que con el paso del tiempo tengan más posibilidad de tener acúfenos”, dice Binetti.
“El uso de fármacos como antidepresivos y ansiolíticos se utiliza muchas veces para tratar las reacciones y las comorbilidades asociadas. La terapia de reentrenamiento auditivo(TRT) diseñada para el manejo de los acúfenos tiene beneficios secundarios en los pacientes con hiperacusia y misofonía. El protocolo consta de un asesoramiento médico donde se brinda información al paciente para comprender la patología y se pautas objetivos realizables de tratamiento y terapia sonora”, suma Nicassio.
“Se trabaja en reforzar los sonidos positivos y reducir la exposición a los que generan una reacción negativa. Exposición a sonidos ambientales y evitar el silencio. Otras terapias que se pueden asociar están relacionadas con la terapia cognitivo conductual y el entrenamiento de inoculación de estrés, entrenamiento de habilidades para afrontar la relajación son capaces de reducir los comportamientos de ira y mejorar el control sobre la expresión de la misma. También tratamientos basados en la aceptación y ejercicios de atención plena. Es importante tener en cuenta que el tratamiento debe ser individualizado según las necesidades de cada paciente”, agrega Nicassio.
Dominguez asegura que el paciente deberá “re-etiquetar” nuevamente esos sentimientos para que su cerebro no le otorgue importancia. “También se necesita lograr la extinción activa de esos reflejos condicionados que se activaron inadecuadamente generando un estado de alerta lo cual implica que será necesario usar la exposición gradual a sonidos placenteros en forma controlada junto con aquellos que dan displacer. Se usan también protocolos específicos de “exposición” cuyo objetivo será vincular los sonidos que molestan a algo positivo o contrarrestar con sonido ambiental situaciones de desagrado para el paciente”.
En muchos casos “tendremos que acompañar nuestra terapia sonora con la Terapia Cognitivo Conductual (T.C.C.) que será la más indicada para brindar herramientas para que el paciente aprenda a dominar su ansiedad, su ira, su irritabilidad o cualquier otra emoción negativa como un ataque de pánico cuando escucha estos sonidos que lo irritan”, agrega Dominguez.
El neurólogo Andersson finaliza: “Si uno descubre un problema auditivo, claramente tiene que actuar sobre ese problema auditivo. Pero, en realidad no hay curas específicas. Hay que empezar por evitar los ruidos que al paciente le molestan. Se aconseja cubrir los ruidos detonantes con alguna música agradable o favorita. No usar tapones para oídos también esta descripto. Practicar técnicas de relajación, meditación o yoga. Limitar el consumo de sustancias como la cafeína que pueden aumentar la irritabilidad de uno”
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