A medida que aumentaban los casos y las muertes por COVID-19 en todo el mundo, especialistas alrededor del globo pusieron en práctica sus conocimientos previos en otras drogas usadas con otros fines para evaluar su posible uso en la enfermedad que había cambiado la vida tal como se la conocía antes de marzo de 2020.
Y así como las vacunas producidas en tiempo récord comenzaron a aplicarse con una autorización de emergencia, algunas de estas innovaciones ocurrieron en el contexto de ensayos clínicos, mientras que otras involucraron un enfoque menos sistemático.
Un caso paradigmático tuvo a la Argentina como epicentro, pero sin embargo llamó la atención de la comunidad científica internacional: es el tratamiento de un gran número de pacientes COVID-19 con ibuprofeno nebulizado (NaIHS), una “solución hipertónica de ibuprofeno (ibuprofenato sódico soluble)” que, al someterlo al sistema de nebulización, “genera partículas con efecto viricida, que al intercalarse en la bicapa lipídica de virus envueltos como el SARS-CoV-2 desestabilizan la membrana generando lisis, o sea, muerte del virus”, tal como había explicado a Infobae en agosto de 2020 su creador, el doctor en Bioquímica, investigador principal del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) y del Centro de Excelencia en Productos y Procesos de Córdoba (Ceprocor), Dante Beltramo.
Beltramo había modificado la molécula del ibuprofeno haciéndola 100% soluble en agua para administrarlo en nebulizaciones con el objetivo de tratar a pacientes con fibrosis quística, una enfermedad genética con altas tasas de mortalidad que afecta a niños y adolescentes. Y dado los interesantes resultados preliminares observados, en marzo de 2020 el médico especialista en medicina interna, neumonólogo e investigador clínico Alexis Doreski (MN 141740) se planteó la posibilidad de utilizarla en pacientes con COVID-19.
Ahora, el estudio “Inferencia causal durante una pandemia: evidencia sobre la efectividad del ibuprofeno nebulizado como tratamiento no probado para el COVID-19 en Argentina”, financiado por la Universidad de Harvard y publicado en el National Bureau of Economic Research, a la espera de la revisión de pares, demostró que “el ibuprofeno inhalado disminuye 50% la mortalidad por COVID-19″.
Lo cierto es que, tal como reconocen los propios investigadores en el artículo, “muchas decisiones médicas durante la pandemia se tomaron sin el respaldo de evidencia causal obtenida en ensayos clínicos”. “Estudiamos el caso del ibuprofeno nebulizado, un medicamento que se usó ampliamente en pacientes con COVID-19 en Argentina en medio de afirmaciones salvajes sobre su efectividad y sin aprobación regulatoria. Estudiamos datos de 5.146 pacientes hospitalizados en 11 centros de salud repartidos en cuatro provincias, de los cuales un total de 1.019 (19,8%) recibieron el tratamiento”, plantearon los autores en la publicación de sus conclusiones.
Y ahondaron: “Ahora presentamos nuestro análisis principal sobre el papel del tratamiento NaIHS en el riesgo de mortalidad de los pacientes. La falta de un ensayo clínico dificulta sacar conclusiones causales sólidas. En cambio, confiamos en las características observables de los pacientes y otros tratamientos recibidos para tener en cuenta el posible sesgo de selección. Es decir, utilizamos un supuesto de Selección sobre Observables, que impone dos condiciones principales: suposición de independencia condicional, esto es, la asignación de tratamiento es tan buena como aleatoria después de condicionar las características observables de los participantes, y superposición, lo que implica que se observan individuos con características observables similares tanto en el grupo de tratamiento como en el de control”.
“Nuestro análisis del uso de ibuprofeno nebulizado como tratamiento para COVID-19 nos brinda una ventana única para estudiar cómo se usó un tratamiento no probado durante la pandemia y constituye uno de los estudios multicéntricos más grandes de pacientes hospitalizados disponibles para países en desarrollo -continuaron los investigadores-. Una primera revisión de los datos restringe la atención a los hospitales que en algún momento usaron NaIHS y documenta una gran reducción de la mortalidad, estadísticamente significativa, que podría atribuirse al tratamiento con NaIHS. Una preocupación obvia es que esta diferencia podría deberse a la selección de pacientes de menor riesgo para el tratamiento con NaIHS. Sin embargo, las diferencias medias no ponderadas de las características basales no están sistemáticamente sesgadas hacia los pacientes de menor riesgo. Más formalmente, el estimador de ponderación de probabilidad inversa doblemente robusto confirmó la correlación después de corregir las fuentes más plausibles de posible sesgo de selección”.
Ya en marzo de este año, y luego de que otras revistas científicas se hicieran eco y publicaran conclusiones acerca de la eficacia del tratamiento de pacientes con neumonía por COVID-19 con esta formulación, la base de datos académica multidisciplinar Wiley Online Library -la versión digital de las publicaciones del grupo editorial John Wiley & Sons- publicaba un artículo titulado Reversión potencial de la vasoplejía pulmonar por ibuprofenato inhalado en la neumonía por COVID-19.
Según resumía Doreski a Infobae en aquella oportunidad, “los efectos observados sobre la salud de todos los pacientes tratados, la mejoría en valores de laboratorio y en la saturación de oxígeno, y el cambio favorable en la sintomatología llevaron a continuar con las investigaciones a pesar de todas las críticas de colegas y sociedades científicas”. “Más de un año y medio después, con publicaciones en prestigiosas revistas revisadas por pares, obtuvimos el argumento necesario para volver a afirmar que en aquel momento, en plena crisis sanitaria, los pacientes no tenían tiempo de esperar los papers”.
Con la publicación del trabajo financiado por Harvard, y la evidencia tantas veces reclamada cada vez más manifiesta, este medio volvió a comunicarse con el neumonólogo, quien no dudó en asegurar que los nuevos resultados “si se hiciera una inferencia, demuestran que hubieran muerto 65.000 argentinos menos por COVID-19 si se autorizaba el uso de este tratamiento”.
Desde Fundación Respirar, entidad en la que Doreski está a cargo de la Dirección de Investigación y que utiliza el fármaco desde 2018 en pacientes con fibrosis pulmonar idiopática y fibrosis quística, se solidarizaron hoy con “todos aquellos que perdieron amigos y familiares en la pandemia porque no había ‘evidencia’ suficiente para la utilización de este tratamiento, como pregonaron desde varias sociedades científicas”.
Consultado sobre el significado que tiene la nueva evidencia sobre el abordaje que él promueve casi desde el inicio de la crisis sanitaria que desató el SARS-CoV-2, Doreski consideró que “el ensayo es cuasi experimental, con lo cual tiene el poder estadístico de un estudio clínico, al comparar la evolución de personas que recibían el tratamiento versus las que no”.
“Esta evidencia, por un lado muestra que no estábamos observando nada disparatado cuando veíamos aumentar la saturación en sangre o cuando veíamos pacientes graves que revertìan sus cuadros en 24/48 horas”, se explayó el investigador, quien ve los nuevos hallazgos “como algo positivo de cara al futuro, para que el tratamiento esté en las farmacias, que es lo que corresponde”.
Y tras asegurar que las nuevas publicaciones “representan la concreción de un enorme esfuerzo después de haber trabajado de manera exclusiva tanto a tratar pacientes como a intentar ser escuchado por pares y autoridades”, Doreski enfatizó que “evidentemente es verdad aquello de que nadie es profeta en su tierra”, en referencia a que fueron colegas del exterior quienes se vieron atraídos por su trabajo y se dedicaron a analizarlo de manera objetiva.
“Era fácil caer en el prejuicio porque obviamente no había estudios clínicos porque no se trataba de un medicamento autorizado -opinó el especialista-. Pero en momentos de emergencia hay que pensar lateralmente y buscar soluciones de emergencia”.
Y concluyó: “Esto hubiera cambiado mucho la historia de la pandemia, al menos en nuestro país, si las autoridades se hubieran detenido a escuchar lo que estábamos diciendo”.
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