Por qué los niños también necesitan dosis de refuerzo contra el COVID-19

La protección de las vacunas se reduce cuando quedan expuestos a la variante Ómicron. Sin embargo, los refuerzos pediátricos aún no están habilitados en la Argentina. Qué opinan los expertos

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El 63,2% de los niños de 3 a 11 años tiene el esquema completo de vacunación contra el COVID-19 en Argentina. Aún los refuerzos no están autorizados en ese grupo/ REUTERS/Agustin Marcarian
El 63,2% de los niños de 3 a 11 años tiene el esquema completo de vacunación contra el COVID-19 en Argentina. Aún los refuerzos no están autorizados en ese grupo/ REUTERS/Agustin Marcarian

En la Argentina hay una nueva escalada de personas afectadas por el COVID-19. Ahora circulan sublinajes de la variante Ómicron del coronavirus, que son más contagiosos que el que predominó entre noviembre y febrero pasado. El 82% de la población general tiene el esquema primario de vacunación contra la enfermedad, y el 47,2% recibió dosis de refuerzo. Sin embargo, las niñas y los niños, quienes también pueden contagiarse el coronavirus, desarrollar cuadros graves, sufrir diferentes secuelas y morir, aún no están habilitados para recibir la dosis de refuerzo.

Un estudio del Ministerio de Salud de la provincia de Buenos Aires reveló que la protección de un esquema de dos dosis de vacunas contra la hospitalización bajó al 58% en los niños cuando Ómicron se convirtió en la variante predominante. Por eso, en esta etapa de la pandemia, se considera que una dosis de refuerzo es fundamental para aumentar la inmunidad frente a las nuevas subvariantes de Ómicron.

El plan de vacunación contra el COVID-19 en el país empezó en diciembre de 2020 por los grupos priorizados como el personal de la salud y las personas mayores de 60 años. En octubre del año pasado, el Consejo Federal de Salud con el aval de la Comisión Nacional de Inmunizaciones (CoNaIn), consensuó la vacunación con el esquema primario de dos dosis en niñas y niños de 3 a 11 años. Fue después de que la agencia regulatoria de medicamentos, la ANMAT, estableciera que el inoculante de la empresa china Sinopharm era seguro y eficaz para ese grupo de la población.

La autorización de la aplicación de las dos dosis en ese momento se fundamentó en que las vacunas iban a proteger a la población infantil y minimizar la propagación del virus en el contexto de la circulación de la variante de preocupación Delta, que era menos contagiosa que Ómicron.

La variante Ómicron BA.1 empezó a detectarse en diciembre en Argentina produjo una ola explosiva de casos (REUTERS/Dado Ruvic/Archivo)
La variante Ómicron BA.1 empezó a detectarse en diciembre en Argentina produjo una ola explosiva de casos (REUTERS/Dado Ruvic/Archivo)

Pero el ritmo de las aplicaciones de dosis en los niños fue lento. En febrero, aún el 26% de los niños no había sido acompañado por sus padres o por sus cuidadores para acceder a la primera dosis, a pesar de que los inoculantes estaban disponibles en todo el país.

De acuerdo con Martín Barrionuevo, contador y senador provincial de Corrientes, quien analiza los datos abiertos del Ministerio de Salud de la Nación, durante la última semana reportada había 1.282.394 niños de 3 a 11 años sin ninguna dosis de vacuna contra el COVID-19. Es decir, el 19,8% de los niños todavía no accedió a ninguna dosis. En cuanto a la primera dosis, el 80,2% de los niños ya la recibieron y el 63,2% tiene el esquema completo.

Pero en el contexto de la circulación de las subvariantes de Ómicron la protección actual contra el virus que tienen los chicos podría ser limitada. Las dosis de refuerzo se empezaron a aplicar en noviembre en la población adulta. En febrero, se habilitaron para adolescentes. Pero los niños quedaron al margen.

Desde el inicio de la pandemia hasta la primera quincena de marzo pasado, el 8% del total de los casos confirmados en el país correspondieron a menores de 17 años. La letalidad específica del COVID-19 en niños y adolescentes fue del 0.05%. Fallecieron 342 niños y adolescentes.

También se sabe que una cuarta parte de los niños con la infección por el coronavirus desarrollan luego el COVID prolongado. Pero aún no hay un registro de casos en Argentina. Sí, en cambio, hay datos específicos sobre una de las secuelas que es el síndrome inflamatorio multisistémico: se puede manifestar más de cuatro semanas después de la fase aguda. Se han registrado 226 casos de síndrome inflamatorio multisistémico en niños y adolescentes desde 2020.

Se hizo un estudio en Provincia de Buenos Aires y reveló que la protección de las vacunas bajan cuando los niños se exponen a la variante Ómicron BA.1 (EFE/ Juan Ignacio Roncoroni/Archivo)
Se hizo un estudio en Provincia de Buenos Aires y reveló que la protección de las vacunas bajan cuando los niños se exponen a la variante Ómicron BA.1 (EFE/ Juan Ignacio Roncoroni/Archivo)

El Ministerio de Salud de la provincia de Buenos Aires llevó a cabo un estudio para evaluar el impacto de la vacunación en niñas y niños y adolescentes sobre las hospitalizaciones en el contexto de la circulación de la variante Ómicron BA.1 entre diciembre y enero pasado. El estudio aún espera revisión de pares para ser publicado en la revista The Lancet, y fue citado en un artículo en la revista Nature.

En el trabajo figuran como coautores -entre otros- Soledad González, Santiago Olszevicki, Alejandra Gaiano, Teresa Varela, Leticia Ceriani, Enio Garcia, Alexia Navarro, Elisa Estenssoro, Franco Marsico, y el Ministro de Salud bonaerense Nicolás Kreplak. Se incluyó a 1,5 millón de niños y adolescentes. Dentro de ese total, 96.046 aún no habían sido vacunados al momento del cierre del estudio.

El equipo de investigación encontró que la efectividad de las dos dosis para prevenir cuadros graves en niños que requieren hospitalización llegaba al 83% cuando estaban circulando tanto las variantes Delta como Ómicron en diciembre pasado. Pero luego la protección bajó al 58% cuando Ómicron se convirtió en la variante predominante, según explicó Soledad González, una de las coautoras a Infobae. “Este informe aporta pruebas en tiempo real de la protección de la vacuna contra las hospitalizaciones asociadas al COVID-19 entre niños y adolescentes de 3 a 17 años durante el brote de Ómicron; el efecto de la efectividad de la vacuna fue consistente en todos los subgrupos analizados”, escribieron.

“Sin embargo, la efectividad de las vacunas disminuyó en el período de predominio de Ómicron, especialmente en los niños de 3 a 11 años. La aplicación de una dosis de refuerzo en ese subgrupo merece consideración”, destacaron. Es decir, los autores consideran que sería necesario evaluar la aplicación del refuerzo en niños y niñas.

En Chile, ya está dando refuerzos con una vacuna de ARN mensajero en niños (EFE/EPA/HOTLI SIMANJUNTAK)
En Chile, ya está dando refuerzos con una vacuna de ARN mensajero en niños (EFE/EPA/HOTLI SIMANJUNTAK)

Expertos en infectología pediátrica coincidieron en que es momento para autorizar la aplicación de refuerzos en niños. En diálogo con Infobae la doctora Angela Gentile, jefa del departamento de epidemiología del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez de la ciudad de Buenos Aires y miembro de la Comisión Nacional de Seguridad en Vacunas, dijo: “Durante los últimos meses, mejoró la tasa de vacunación en niños y adolescentes con el esquema primario de dos dosis. Pero me parece excelente la idea de implementar la aplicación de la dosis de refuerzo contra el COVID-19 en niñas y niños de 3 a 11 años. Lo haría con las vacunas de ARN mensajero”.

En tanto, el presidente de la Sociedad Latinoamericana de Infectología Pediátrica, Roberto Debbag, afirmó al ser consultado por Infobae: “La aplicación de la dosis de refuerzo permitirá que los niños en la Argentina cuenten con una mayor protección para evitar riesgo de ser hospitalizados, y de desarrollar el síndrome inflamatorio multisistémico y otros problemas generados por el COVID prolongado. El refuerzo podría ser una dosis de las vacunas de ARN mensajero de Pfizer/BioNTech o de Moderna”.

Según dijo la Ministra de Salud de la Nación, Carla Vizzotti, el 10 de mayo pasado, la decisión de dar refuerzos a los niños estaba en estudio. Contó que iban a analizar la experiencia de Chile con la vacunación de niños menores de 11 años. Ese país trasandino autorizó la vacunación en niños con el inoculante Sinovac, un desarrollo con virus inactivado igual que la Sinopharm, y ya está dando refuerzos con una vacuna de ARN mensajero.

En Estados Unidos, la empresa Pfizer solicitó la autorización para que su vacuna de ARN mensajero se aplique como refuerzo en niños/ REUTERS/Hannah Beier
En Estados Unidos, la empresa Pfizer solicitó la autorización para que su vacuna de ARN mensajero se aplique como refuerzo en niños/ REUTERS/Hannah Beier

En otros países, como los Estados Unidos, también se estudia la decisión sobre refuerzos en niños. El mes pasado, la empresa farmacéutica Pfizer solicitó a la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE.UU. que apruebe las vacunas de refuerzo de COVID-19 para niños de 5 a 11 años. Hizo la solicitud tras presentar datos que demostraban que la vacuna de refuerzo de baja dosis es segura para los niños de ese grupo de edad. En cuanto a efectividad, la empresa probó que una dosis de refuerzo aumentó 36 veces los anticuerpos contra la variante Ómicron en los niños.

Como un argumento a favor de los refuerzo, el doctor Jesse Hackell, pediatra y presidente de una de las secciones de la Academia Estadounidense de Pediatría del estado de Nueva York, sostuvo: “Sigo pensando que debemos hacer todo lo posible para prevenir la enfermedad en los niños, tanto porque algunos de ellos contraerán una enfermedad grave y tendrán complicaciones a largo plazo a causa de la infección por COVID, como porque muchos otros podrán contagiar la enfermedad a quienes puedan estar más expuestos”.

Hackell explicó -en diálogo con Daryl Austin, periodista del programa Today Show de Estados Unidos- que parece haber “una falsa dicotomía” por parte de algunos que se oponen a las vacunas contra la COVID-19 al tratarla de forma diferente a otras enfermedades que, de forma similar, suponen riesgos pequeños pero reales para los niños. “No es que vayamos a salvar la vida de millones de niños vacunando a todos sino que vacunamos y obligamos a vacunar contra otras enfermedades que son leves para la mayoría de los niños, como la varicela, las paperas, el neumococo e incluso la poliomielitis, porque, de lo contrario, un pequeño número de niños podría sufrir resultados devastadores y ningún niño debería sufrir una enfermedad prevenible”, expresó.

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