El Long COVID, o COVID prolongado, ya es una patología que se detecta en millones de personas en todo el planeta. Porque las secuelas de la infección no dependen de la edad, sino del cuadro en sí. Es por este motivo que los expertos comenzaron a detectar esta patología en niñas, niños y adolescentes, en especial luego de que se recuperaron de la fase aguda de la enfermedad.
Según los datos agrupados de 21 estudios realizados previamente en Europa, Asia, Australia y Sudamérica, una cuarta parte de los niños con síntomas del COVID-19 desarrollan luego COVID prolongado o persistente. Es por este motivo que expertos médicos y autoridades sanitarias dan recomendaciones sobre qué síntomas se deben tener en cuenta para actuar a tiempo.
Para señalar este comportamiento, los científicos analizaron a 80.071 niños con el COVID-19, siendo que el 25% desarrolló síntomas que duraron al menos entre 4 y 12 semanas o nuevos síntomas persistentes que aparecieron en 12 semanas. En ese sentido, los investigadores (que publicaron su trabajo en la plataforma MedRxiv) afirmaron que “hasta ahora, la atención se centraba principalmente en la fase aguda de la enfermedad. Sin embargo, una vez que la fase aguda de la COVID-19 ha terminado, muchos individuos experimentan meses de síntomas debilitantes del COVID-19 que requieren atención médica adicional y seguimiento”.
En ese tono, la investigación que fue liderada por Carol Perelman, de la Universidad Nacional Autónoma de México, y dirigida por la española Sonia Villapol, que trabaja en el Colegio Médico Weill Cornell, de los Estados Unidos, además de científicos de Estados Unidos, México, y del Instituto Carolina de Suecia, afirmaron que el COVID persistente genera síntomas de 4 a 12 semanas posteriores al periodo agudo.
En palabras de los expertos, un síntoma frecuente es la fatiga o disnea al menos 3 meses después del inicio de la fase aguda de la infección. La distribución del síndrome puede darse en todas las edades. Aún no está del todo determinadas las causas del síndrome; aunque se sospecha que puede haber persistencia del virus, que se ha generado una tormenta inflamatoria que produce los síntomas, y que puede haber una alteración de la inmunidad.
“Los niños y los adolescentes pueden tener el Covid prolongado, un síndrome que aún está en estudio. La vacunación contra el COVID-19 reduce el riesgo de síndrome inflamatorio multisistémico y el COVID prolongado”, afirmó en diálogo con Infobae la doctora Elizabeth Bogdanowicz, integrante de la comisión directiva de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP).
Por su parte, la doctora Cristina Calvo, jefa de Sección de Pediatría y Enfermedades Infecciosas de Hospital Universitario La Paz, Madrid, y presidenta de la Sociedad Española de Infectología Pediátrica, aseguró que hay que considerar que el COVID persistente es “mucho menos frecuente” en los pequeños que en los adultos, aunque también existe.
En ese tono, la experta española agregó: “Los síntomas son muy variados, aunque se parecen también a los de los adultos: cansancio, dolores musculares, insomnio, apatía, problemas de concentración, febrícula a veces, o dolor abdominal, entre otros. Son muy variados”; mientras que la doctora Bogdanowicz completó: “Los síntomas son muy variados. Hay que controlarlos en el tiempo según cada caso”.
“Encontramos muchos niños con síntomas, pero también son frecuentes en niños que no han pasado la COVID-19, con lo que otros factores posiblemente en relación con el confinamiento y la situación social pueden tener mucho que ver”, dijo la doctora Calvo sobre el trabajo que realizaron en el Hospital La Paz y en el Hospital Niño Jesús de Madrid, donde atendieron a más de 400 niños.
“Cuando un niño lleva más de un mes con síntomas tenemos que empezar a pensar en estos cuadros, aunque se considera COVID persistente aquel que tiene, al menos, un síntoma que dura 12 semanas y no tiene otra causa o explicación”, puntualizó la experta española.
Según indicó, por el momento no existe un tratamiento específico para el COVID prolongado. Mientras que al puntualizar sobre el abordaje de la patología en los niños, aconsejó un enfoque amplio, con un estudio dedicado a cada niño. Es que para la especialista, se debe hacer un plan de recuperación, paulatino, sin que realmente necesiten un tratamiento concreto, sino más bien un apoyo. “La evolución es buena, aunque dilatada en el tiempo. Es importante tranquilizar a los pacientes y a las familias y explicar que poco a poco los síntomas van a desparecer”, explicó.
En la Argentina, según los lineamientos del Ministerio de Salud de la Nación elaborados con la participación de la Sociedad Argentina de Pediatría, el abordaje de cada caso de niños o adolescentes con Covid de larga duración se realiza “según las manifestaciones clínicas de la enfermedad y es interdisciplinario. No se dispone de un tratamiento específico”.
Ante este panorama, los expertos recomendaron que los profesionales de la salud brinden a las familias y a los cuidadores “sugerencias sobre hábitos saludables, autocontrol de síntomas, fisioterapia, rehabilitación, psicoterapia, prescripción gradual de ejercicio terapéutico entre otras intervenciones”. También hay cuestionarios que permiten evaluar las características de los pacientes y son útiles para el apoyo y seguimiento de los síntomas y pronóstico de la enfermedad.
Además, recomendaron medidas de prevención que pueden proteger a los niños del COVID prolongado, como es la vacunación. Otro de los aspectos es el uso adecuado del barbijo, el distanciamiento y la ventilación, ya que en momentos de brote de la enfermedad demostró que previenen la infección.
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