La llamada fatiga pandémica lleva a la mayor parte de la población a percibir que el peligro del COVID-19 ya pasó y a vivir en una especie de “nueva normalidad”, casi sin restricciones, aforos ni limitaciones a la circulación.
La propia Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoció en un reciente documento que las crisis prolongadas de salud provocan fatiga en la población. “Es una respuesta esperada y natural, sobre todo porque la gravedad y la escala de la pandemia han requerido la implementación de medidas invasivas con impactos sin precedentes en la vida de todos”, aseguraron desde el organismo.
Sin embargo, tanto algunas noticias que llegan del exterior, como así las pocas cifras que se conocen de manera oficial en Argentina dan cuenta de que la crisis sanitaria está lejos de llegar a su fin.
“La pandemia no terminó, pero lo que sucede es que por un lado con la vacunación y la mayoría de la población con refuerzos en la Argentina obviamente bajaron los niveles de complicaciones”, señaló a Infobae Adolfo Rubinstein, ex ministro de Salud de la Nación y el actual director del Centro de Implementación e Innovación en Políticas de Salud del Instituto de Efectividad Clínica y Sanitaria.
“Las muertes en los últimos meses se dieron en gente no vacunada, personas con esquemas parciales o pacientes con comorbilidades -destacó el exfuncionario-. Pero la realidad que lo que fue el COVID en las primeras olas no tuvo nada que ver con el brote de enero en el país”.
Lo que ocurre, en su mirada, es que “empezó a desacoplarse el número de casos con el de complicaciones y muertes”. Sin embargo, consideró que la pandemia “va a terminar cuando el COVID se convierta en enfermedad estacional o eventualmente desaparezca, pero no se puede decir que esto esté por pasar; de hecho la OMS ni se lo plantea”.
Por otro lado, para él, “la fatiga pandémica es real, la gente no quiere escuchar hablar del tema y eso va en línea con el reconocimiento de que es algo (el SARS-CoV-2) con lo que vamos a tener que convivir, sin perder de vista que la gripe estacional se lleva muchas vidas al año en poblaciones de riesgo aun vacunados”.
“El tema es que empieza a ‘normalizarse’ la visión que se tiene del COVID, pero la pandemia, si bien no se refleja en la ocupación de terapias o muertos diarios, no terminó”, sostuvo.
En ese sentido, otros expertos consultados por este medio ayudaron a enumerar cuáles son los indicadores que demuestran que la crisis sanitaria global desatada tras el advenimiento del nuevo coronavirus al mundo sigue vigente.
1- Circulación del virus
Según observó el médico infectólogo Roberto Debbag (MN 60253) ante la consulta de este medio, “sigue habiendo circulación viral en el mundo”. “En los últimos días, si bien los casos están a la baja en Europa, hubo algún repunte al igual que en los EEUU, aunque no así en las hospitalizaciones y muertes”, enfatizó el especialista.
Para el senador provincial por Corrientes, contador y experto analista de datos Martín Barrionuevo “que la pandemia no terminó se basa en datos reales que están ocurriendo, como que en este momento el Reino Unido tiene más fallecidos que durante la ola previa a Ómicron”.
En opinión del doctor en física, investigador del Conicet y secretario de Planeamiento de la Universidad Nacional de Hurlingham Jorge Aliaga, “lo que hay que ponderar es que la situación no es como al principio, pero todavía tampoco es normal, desde el punto de vista que hay que vacunarse cada cuatro meses porque si no se pierde inmunidad (y se sabe que se pierde relativamente rápido), como sigue habiendo circulación viral, se corre riesgo de tener un caso grave de la enfermedad”.
“Antes de la oleada de Ómicron en el verano argentino también se creía que ya había pasado y tuvimos 10.000 muertos -enfatizó el experto-. En estos momentos en Europa hay varios países donde los casos, los internados y los fallecidos están en aumento”.
Para Aliaga, “no se aprovecha todo lo aprendido sobre los cuidados que se adoptaron en 2020. Como el mensaje que se quiere transmitir es que esto ya terminó y volvimos a la normalidad, se obvia reforzar la idea de ‘salgamos de esto habiendo aprendido que, por ejemplo, en ambientes cerrados hay que tener ciertos cuidados’”.
2- ¿Sudáfrica entra en la quinta ola?
Así alertaron este viernes desde el Ministerio de Salud de ese país a la luz del aumento de los casos detectado durante las últimas dos semanas. “En los últimos 14 días el aumento de las infecciones ha sido continuo, ha ido de 2.000 a 3.000, 4.000 y hasta llegar a 6.300 (nuevos casos) en un día”, indicó el ministro sudafricano de Salud, Joe Phaahla, en una rueda de prensa virtual.
Y todo indica que las subvariantes BA.4 y BA.5 de Ómicron son las que impulsan los contagios en Sudádrica.
“Hemos identificado dos nuevas variantes de Ómicron, los linajes BA.4 y BA.5, que parece que se asocian a un resurgir de las infecciones en Sudáfrica”, informaba esta semana Tulio de Oliveira, director del Centre for Epidemic Response & Innovation (CERI) de Durban (Sudáfrica), el principal laboratorio de la región.
Las bajas tasas de vacunación en esa región del mundo hicieron que la variante Ómicron allí detectada en noviembre de 2021 rápidamente se expandiera a otros países. Ahora, en un estudio aún en preimpresión (no revisado por otros especialistas) expertos confirmaron este abril no sólo la circulación de las dos subvariantes de Ómicron, sino que se extienden rápido. De hecho, advirtieron que ya están sustituyendo a sus antecesoras.
3- El fenómeno China
Durante las últimas semanas, el gigante asiático se vio en la obligación de recrudecer su política de “COVID cero” ante un explosivo aumento de casos de la enfermedad.
Sin ir más lejos, en Shanghai, la megalópolis de 26 millones de habitantes y el corazón económico de China, volvió a implementar un confinamiento estricto a causa de 130.000 nuevos casos de la enfermedad.
Lo cierto es que, en un área del mundo que tuvo pocos picos durante la pandemia debido a esta estrategia de cierres, el aumento de casos fue dramático durante este mes, con la subvariante de Ómicron BA.2 arrasando el país.
Para los expertos, por razones políticas y de inmunidad de la población, su estrategia de contención no estaría funcionando con esta subvariante del virus del SARS-CoV-2.
En opinión de Debbag, el fenómeno se explica, por un lado, porque China “no había tenido una fuerte oleada de Ómicron que dejara inmunidad natural en su población”, y por otro, “China tampoco tiene alta tasa de vacunación con vacunas de alta eficacia, sino que utiliza vacunas inactivadas que son de eficacia moderada. Y las políticas de vacunación en niños no logran una alta cobertura; y todo eso impacta en la suba de contagios que está tendiendo en la actualidad”.
Qué ocurre en la Argentina
4- Nuevos casos
Desde el Ministerio de Salud de la Nación decidieron que el parte diario de situación epidemiológica pasara de ser diario a semanal, entre otros indicadores a la baja, por el descenso de casos de COVID-19 en el país.
Sin embargo, desde el 17 de abril, fecha en que los partes comenzaron a informarse cada siete días, el número de nuevos contagios pasó de 8.387 a 11.307 en el segundo reporte del pasado domingo.
“Estamos empezando a ver un incremento en la detección de nuevos casos que seguramente están subestimados por los cambios de criterios a la hora de testear”, observó al respecto Barrionuevo, para quien “seguramente se vea un incremento mayor y el impacto que eso tenga en los niveles de internación y letalidad va a estar relacionado con el estado de la vacunación”. En ese sentido, aclaró: “Tenemos muy buena cobertura en mayores de 50 años, lo cual es muy bueno”.
En la misma línea, Aliaga, agregó: “No estamos como al principio; hay muy pocos casos en Argentina, pero de todos modos, a pesar de lo poco que se testea y se informa, parece estar habiendo una suba de casos en el AMBA, que por ahora es leve pero hay que ver qué va a pasar en pleno invierno”.
5- Tasas de vacunación
Incluso antes que alguna vacuna para prevenir las formas graves del COVID-19 fueran autorizadas de emergencia, se sabía que ésa sería la herramienta fundamental para tener al SARS-CoV-2 bajo control.
En este momento de la pandemia, y con la evidencia de que la inmunidad otorgada por las vacunas decae con el tiempo, se hace imprescindible que la población no sólo cuente con esquemas completos, sino que acuda en tiempo y forma por sus dosis de refuerzo.
En la Argentina, de las 98.597.241 millones de vacunas aplicadas, 40.709.770 corresponden a primeras dosis, en tanto 37.233.288 personas completaron su esquema inicial de dos dosis y 20.654.183 personas ya recibieron su dosis adicional o de refuerzo, según corresponda, tal como se informa en el Monitor Público de Vacunación, el registro online del Ministerio de Salud que muestra en tiempo real el operativo de inmunización en todo el territorio argentino.
De esas cifras se desprende que 5.098.977 de personas aún no recibió ninguna dosis para prevenir el COVID en el país, y que 3.787.757 no completó su esquema de dos dosis. Asimismo, 16.267.830 de personas, esto es, el 44,06% de la población, no recibió su dosis adicional o de refuerzo.
“Evidentemente los cuidados tienen que seguir, y fundamentalmente se debe avanzar en la vacunación de los grupos de riesgo -consideró Barrionuevo sobre este punto-. Hoy la sociedad piensa que todo ya pasó, y la manera más fácil de prevenir es vacunarnos y no lo estamos haciendo como se debiera”.
Y tras reconocer que “es cierto que hay un nivel de inmunidad adquirida de manera natural por los muchos contagios del verano y es probable que eso ayude a que el impacto de una nueva ola no sea tan fuerte”, el senador destacó que “eso nadie lo puede asegurar”.
En la misma línea, para Aliaga, “con muchos vacunados se acota el peligro a que sólo la gente que no se vacunó o los que tienen comorbilidades mueran, pero todavía ese grupo sin inmunizar es grande”.
“No estamos en una situación catastrófica como fue en el comienzo de la pandemia, pero todavía falta para la normalidad porque no es normal vacunarse cada cuatro meses, de hecho no lo hacemos con ninguna otra enfermedad”, enfatizó el físico, quien describió el momento actual como “una fase en la que se apuesta a que la mayor cantidad de la población esté vacunada, pero ya se sabe con otras enfermedades y se vio con lo que pasó en el verano, que cuando hay alta circulación de una enfermedad, aunque haya mucha gente vacunada, los que no se vacunaron se enferman y la pasan mal”.
Una mirada del panorama de cara al futuro
“¿Hay que seguir insistiendo con el concepto de fin de pandemia? Hoy se habla de estadio pandémico, que sería la situación por la que pasa la Argentina en la actualidad”. Debbag hizo referencia al concepto al que arribaron un grupo de sanitaristas reunidos recientemente en los Centros de Control y Prevención (CDC, por sus siglas en inglês) de los EEUU, quienes definieron que “de ahora en más se hablará de períodos pandémicos en los países, que pueden o no tener alcance a nivel mundial, eso no se sabe. Lo que sí se sabe es que cada período pandémico termina cuando la cantidad de muertos que ocurren es menor al número de fallecidos por gripe con tasas buenas de vacunación”.
Los expertos, se ve, no hablan de fin de pandemia sino de periodos que empezarán y terminarán, acorde a la aparición de nuevas variantes, aumento de contagios, tasas de vacunación, y demás indicadores que se irán analizando.
Es lo que Debbag llama “fenómeno ping pong”,que está dado por el recrudecimiento de los brotes en algunas regiones o países y la disminución en otras. “Hoy la pelota está del lado de Asia y África, donde no hay tasas de vacunación adecuadas y eso lleva a que se produzca un aumento de casos -evaluó el experto-. Pero puede pasar en otros países del mundo si aparece una nueva variante o si pasó mucho tiempo del efecto Ómicron y cae la inmunidad natural, o sea, es un fenómeno epidemiológico variable el que va a ocurrir en el futuro y por eso yo llamo ping pong”.
Y concluyó: “En la Argentina estamos en un estadio de finalización de este período pandémico, razón por la cual las restricciones duras deben caerse, pero deben incrementarse y darse a conocer las medidas de vigilancia que se lleven a cabo. Y sobre todo una vigilancia que en la Argentina no se quiso hacer pública y a la que los especialistas no accedemos, que es el índice de circulación de virus en aguas cloacales. Eso es algo que se estudia y no se publica y es hoy el único predictor de lo que puede pasar semanas hacia adelante si eso se va modificando”.
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