El otoño es una estación de muchos cambios que nos afectan de manera directa: las temperaturas bajan, el clima es más húmedo, la presión atmosférica disminuye y la luz solar es menos intensa, el día es más corto y las noches se prolongan, también los colores y olores se tornan diferentes.
Con este cambio de estación aparecen desajustes en nuestro organismo, el aire circula menos, no se renueva tanto y nos contagiamos las enfermedades virales con mayor facilidad.
La prevención se basa en mantener una buena hidratación, una dieta adecuada y equilibrada, evitar las corrientes de aire, llevar siempre suficiente abrigo, y ventilar el espacio de trabajo y nuestra casa.
El resfrío: enfermedad propia del otoño
El resfriado común es una infección viral del tracto respiratorio superior, de mayor aparición en esta época del año. Afecta a todos los sectores de la población, pero es mucho más frecuente en los niños.
El virus que más circula durante el otoño es el rinovirus (con más de 100 serotipos que causan los episodios de resfrío). Se trata de una enfermedad tipo infecciosa que en la gran mayoría de los casos se presenta como un cuadro banal pero no deja de ser molesto e incordioso. En general, no presenta complicaciones y remite de manera espontánea aproximadamente a los 7 días.
Su incidencia es alta, por los siguientes motivos:
· La circulación viral: no la tuvimos estos dos años previos.
· Su fácil contagiosidad.
· La falta de inmunidad de los más pequeños (por inmadurez del sistema inmunitario) y de quienes tienen enfermedades subyacentes.
· Antes de la pandemia de COVID-19, el contagio se producía por la transmisión de gotitas de Flügge: al toser, hablar y estornudar estas gotitas se diseminan en el medio ambiente y permanecen en el aire. Esto hace que el contagio sea muy fácil de persona a persona, o por el uso de utensilios o por tocar superficies contaminadas.
· Hoy, las medidas que adoptamos impiden la transmisión: estornudar y toser sobre el codo, el lavado frecuente de manos y la limpieza de superficies inanimadas ayudan a evitar la diseminación viral.
El período de incubación del resfrío otoñal es entre las 24 y 72 horas después del contagio.
La entrada del virus al organismo se ve, muchas veces, favorecida por el enfriamiento de la superficie corporal. Una de las medidas higiénicas para evitarla es no andar descalzo ni desabrigado ante el inicio del cambio de temperatura, pues se produce vasoconstricción con la consiguiente disminución de la temperatura en la mucosa, lo cual favorece el ingreso del virus.
Los lugares donde se producen aglomeraciones funcionan como caldos de cultivo para el contagio. Los jardines de infantes y las guarderías maternoinfantiles son los ejemplos más comunes.
El estado nutricional y el antecedente de alergias son importantes. En el último caso, la presencia de moléculas de adhesión ICAM-1 hace a estas personas más vulnerables a las infecciones virales.
Los síntomas que caracterizan al resfriado común son:
· Intensa secreción
· Congestión nasal y bloqueo por inflamación de la mucosa que tapiza las fosas nasales
· Mal estado general
· Disminución del apetito (por disminución transitoria del olfato y alteración del sabor)
· Estornudos
· Ojos vidriosos
· Alteración de la voz: rinolalia (voz gangosa)
· Tos
· Cefalea
· Problemas para conciliar el sueño por acumulación de mucosidad
· Dolor de cuerpo
Los síntomas pueden durar 2 a 7 días; en el caso de las personas fumadoras, los síntomas son más agudos y duraderos.
El tratamiento del resfrío otoñal es con descongestivos, solución salina hipertónica y, en algunas oportunidades, es necesario administrar antialérgicos o tratamiento a nivel local.
Es importante tener en cuenta que se debe evitar la automedicación y realizar siempre la consulta médica.
Dra. Stella Maris Cuevas MN: 81701. Médica otorrinolaringóloga - Experta en olfato – Alergista Expresidenta de la Asociación de Otorrinolaringología de la Ciudad de Buenos Aires (AOCBA)
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