Argentina se destaca en ser uno de los países que más ha vacunado contra el coronavirus a su población en el mundo. Según el Monitor Público de Vacunación, el país ya aplicó 96.208.851 millones de vacunas, en donde se contabilizan 40.585.626 personas con una dosis y 36.885.233 con dos dosis. Eso significa que el 80,8% de toda la población en el país ya tiene en su haber el esquema completo de vacuna contra el coronavirus.
Además, hay 15.710.448 personas con una dosis de refuerzo y 3.027.544 con una dosis adicional, en momentos en que también se están aplicando las cuartas dosis por motivos específicos de salud o en quienes deben viajar y tienen dos dosis de la vacuna Sputnik V que no está autorizada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y varios países del mundo.
Mientras nuestro país vuelve a contabilizar números bajos de infecciones diarias y menos internaciones y muertes que las que contabilizó en diciembre y enero, en plena tercera ola de coronavirus, la campaña de vacunación no se frena, aunque está en una desaceleración natural debido a que muchos ya están vacunados y deben esperar los cuatro meses recomendados para una nueva aplicación o directamente, porque también no hay un peligro real o evidente por la baja de casos y la percepción del riesgo bajó, según aclaran los especialistas.
Según datos del Ministerio de Salud de la Nación y relevados por el experto en datos, el contador y senador provincial Martín Barrionuevo, en cuanto a la aplicación de terceras dosis, se puede observar un comportamiento dispar de acuerdo a la población objetivo a vacunar.
Así, se puede observar que hay un muy buen avance de la vacunación de terceras dosis o dosis de refuerzo para personas en la franja etaria de 50 a 59 años, con el 70,5% y para los mayores de 60 años sube al 76,4%. En el otro sentido, es baja para las franjas estarías menores. En la franja de 40 a 49 es del 56%, de 30 a 39 es del 41%, quienes tienen entre 18 y 29 años es del 31% y de 12 a 17 años alcanza solo el 17%.
La importancia de la tercera dosis o dosis de refuerzo radica en que la cantidad de anticuerpos neutralizantes del virus que proporcionan las vacunas disminuye con el tiempo. En todo el mundo, las campañas de vacunación contra el COVID-19 a gran escala están ayudando a controlar la propagación del virus, pero incluso en los países con altas tasas de vacunación, pueden producirse infecciones puntuales. Por eso, los científicos creen que se debe a una pérdida gradual de inmunidad con el tiempo. Examinar el tiempo transcurrido desde la vacunación y el riesgo de infección podría proporcionar pistas importantes sobre la necesidad de una tercera o cuarta inyección y su momento determinado.
Tercera ola en Argentina
La tercera ola de coronavirus que golpeó la Argentina a principios de este año tuvo un solo responsable: la variante más contagiosa de todas: Ómicron. Y actualmente, aunque se contabilizan de 1500 a 5000 casos diarios reportados en los últimos días, ya se ha detectado la presencia de la subvariante BA.2 de Ómicron, que supone ser más contagiosa que la anterior.
“Hay dos linajes de Ómicron, el más frecuente es el BA.1, el menos es el BA.2, siendo que este último se muestra como más transmisible”, explicó el experto. En ese sentido, aclaró que pese a estas variaciones que la convierten en más transmisible, el aumento de los contagios no cuenta con una correlación en pacientes internados o fallecidos. “Hoy, en la Argentina, Ómicron desplazó a Delta y Gamma”, afirmó a Infobae el doctor Gustavo Lopardo (MN 74.429), ex presidente de la Sociedad Argentina de Infectología.
En noviembre de 2021, Ómicron fue detectada por primera vez en Sudáfrica. Desde ese momento, esta variante comenzó a ganar terreno en todo el planeta hasta posicionarse como la variante predominante del COVID-19. En recientes estudios, según explicó Lopardo, se posicionó a esta mutación como la segunda enfermedad más transmisible de la historia, solo superada por el sarampión.
“Tiene un tiempo de duplicación de dos a tres días, con lo cual tiene un rápido ascenso y diseminación”, señaló el infectólogo. Según explicó, esta característica se evidencia en los gráficos que muestran cuán rápido ascienden los contagios una vez que logra convertirse en predominante.
El doctor Pablo Bonvehí (M.N. 62.648), jefe de infectología del CEMIC y miembro de la Comisión nacional de Inmunizaciones (CoNaIn) recordó la importancia de la aplicación de terceras y cuartas dosis. “Es importante la aplicación de una tercera dosis, para la población general, como una cuarta para los inmunocomprometidos o aquellos mayores de 50 años que fueron inmunizados con vacunas con virus inactivados o atenuados; como es el caso de Sinopharm. En la Argentina, las dosis de refuerzo se aprobaron para mayores de 18 años, en noviembre, a los 6 meses. Luego, en enero, de acortó a 4 meses. Y a finales de febrero se impulsó aplicar un booster, también a los 4 meses, a los adolescentes”, afirmó Bonvehí.
Asimismo, explicó que en los chicos de entre 12 y 17 años se administra una inmunización de ARN mensajero (Pfizer o Moderna), mientras que en los adultos estas vacunas son tanto de ARNm como de Vector Viral no replicativo (Sputnik V, AstraZeneca o Cansino). La aplicación del refuerzo se ha convertido en una necesidad para enfrentar a Ómicron. Con su aplicación en mayores de 18 años, los menores de 17 debieron enfrentar las nuevas olas de contagios posicionándose como población sensible, según señaló Bonvehí.
“A medida que se vacunaron a los adultos, el SARS-CoV-2 se fue desplazando a los adolescentes y los niños, siendo que los chicos con comorbilidades podían enfrentar complicaciones”, dijo el experto. Quien aclaró, además, que los pequeños inmunocomprometidos deben recibir, como parte del esquema primario de vacunación, una tercera dosis.
Sin embargo, en lo que se refiere a la administración del refuerzo aclaró que en los menores de 11 años aún no se encuentra aprobada. “En la población pediátrica aún no se estableció la necesidad de un refuerzo”, dijo Bonvehí. Al tiempo que Lopardo completó que en este grupo etario “la efectividad de un booster frente a Ómicron” aún se está analizando, ya que no se elevaría el dosaje, sino que “es posible que se necesiten más dosis”.
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