Salud en las villas: qué está detectando el programa de asistencia de la Facultad de Medicina

Combinando práctica médica y voluntariado, unos 400 estudiantes hacen controles primarios de salud en barrios vulnerables. Estas son las principales patologías y carencias

Lon alumnos de la carrera de Medicina de la UBA se anotan en la Secretaría de Extensión Universitaria para colaborar como promotores de salud y así llevar ayuda a personas alejadas de la asistencia médica

Por estos días son cerca de 800 quienes cuatro días a la semana se rotan para asistir a personas de barrios carecientes de la Ciudad de Buenos Aires, a veces también del conurbano y, en ocasiones, se suman otros distritos del país. Son alumnos de la carrera de Medicina de la UBA que se anotan en la Secretaría de Extensión Universitaria para colaborar como promotores de salud y así llevar ayuda a personas alejadas de la asistencia médica.

No es nuevo, aunque no es popularmente conocido. Se trata del programa Voluntariado de Ciencias Médicas que funciona en el marco de esa Secretaría y desde 2014 fue potenciado hasta alcanzar en algunos períodos los 12.000 inscriptos, que comenzaban la capacitación imprescindible para salir a los barrios. La Facultad de Medicina de la UBA cuenta con un total de 80.000 alumnos.

Uno de los sectores donde el grupo es más activo, es la zona conocida como el Bajo Flores, o villa 1-11-14; también recorren el barrio Mitre, en Saavedra; el barrio INTA, en Villa Lugano, entre otras barriadas de esa misma comuna. Se suma Los Piletones, en Villa Soldati; y sectores del partido de 3 de Febrero en provincia de Buenos Aires. Además, da asistencia a alumnos de la Escuela de Educación Técnica de Villa Lugano, dependiente de la UBA.

Los estudiantes instalan gazebos y carpas donde atienden a quienes se acercan a los controles

El secretario de Extensión Universitaria de esa Facultad, Gustavo González Ferriera, médico psiquiatra y legista, explicó a Infobae que la iniciativa tiene muchos tiempo, pero ha crecido exponencialmente en número de participantes en los últimos años e incluye a los alumnos de todas las carreras de la casa de estudios, es decir, además, de Medicina, Kinesiología, Nutrición, Obstetricia, entre las más conocidas.

El programa Voluntariado de Ciencias Médicas tiene la doble función de generar conocimientos y práctica en los estudiantes, que son capacitados durante un año en atención primaria de la salud, riesgo cardiovascular, educación sexual integral, medición de glucemia, primeros auxilios, RCP, entre otros conocimientos. Además de promover la ayuda a personas necesitadas también les permite adquirir destrezas que, en ocasiones, no obtienen a lo largo de la carrera.

También asisten casa por casa en busca de contactar a quienes necesitan asesoramiento médico

La capacitación se lleva adelante en forma teórica y práctica. En los últimos meses se está recuperando la forma presencial, que fue interrumpida por la pandemia, lo que está permitiendo normalizar la asistencia al laboratorio de simulación clínica, donde cuentan con muñecos de tamaño real para la práctica previa a las salidas.

Los estudiantes, en su mayoría de clase media, se encuentran con un mundo muchas veces desconocido para ellos. Acercarse a las personas de los barrios les permite indagar acerca de las patologías más habituales en sectores con escaso contacto con los médicos. Los grupos de estudiantes se organizan en postas de salud para realizar el seguimiento. En primer lugar se controla los antecedentes familiares, personales, luego el paciente pasa a la posta de control de peso y talla y en otra se chequea la tensión arterial y la glucemia.

“Tratamos de incentivar el consumo de las legumbres y otro tipo de alimentación que pueda suplantar la carne y que sea más económico para que no coman solamente carbohidratos”, dijo. Esta orientación llevan a comedores populares

González Ferreira enumera una larga lista de problemas de salud, que abarca a todas las edades. Entre los niños la más destacada y habitual, es la malnutrición. “Lo más prevalente en chicos es la mala alimentación, se ve mucha obesidad infantil”. Cuando se le pregunta los motivos, no duda: “el tipo de alimentación que llevan es por las carencias que tienen. Se alimentan mucho a fideos, nos manifiestan que no les dan carne” en los comedores por falta de recursos y ellos tampoco pueden procurársela.

Antes este panorama, “tratamos de incentivar el consumo de las legumbres y otro tipo de alimentación que pueda suplantar la carne y que sea más económico para que no coman solamente carbohidratos”, dijo. Esta misma orientación llevan a comedores populares para que, “si se puede, brinden cierto tipo de alimentos para que no siempre sea el mismo”.

Luego, cuando los chicos alcanzan la adolescencia, agregó, se ven “muchos problemas de adicciones. Las madres nos piden ayuda porque tienen a chicos con consumo. Y el director del secundario de la UBA de Villa Lugano nos pide que demos charlas en las aulas porque van a venderles drogas a través de la reja del fondo del colegio. Tienen un problema muy grande”, resume. Para este tipo de situaciones la Facultad tiene convenios con una nueva secretaría creada por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y, a nivel nacional, con el Sedronar.

Se ven situaciones graves que con una intervención mínima se puede solucionar

Otra situación destacada durante las recorridas, explicó son las patologías ginecológicas. En estos casos suelen intervenir las estudiantes mujeres. “Hay personas que nunca fueron a un ginecólogo, casi no existe el control de mamografía o colposcopía anual. Hay chicas con infecciones vaginales, como candidiasis, que tal vez no lo registran o lo ven como normal. Se ven situaciones graves que con una intervención mínima se puede solucionar”, dijo. Una carencia importante es la educación sexual integral para lo que también hay estudiantes que han sido capacitados para, a su vez, transmitir conocimientos a los interesados en los barrios. Las patologías oftalmológicas están a la orden del día. Aunque el cupo es limitado, un acuerdo con la Facultad de Farmacia y Bioquímica, que tiene la carrera de Óptica, les permite recetar y entregar anteojos en forma gratuita.

“Hay una carencia fuerte de atención, aunque tengan el hospital muy cerca, nos dicen que no se les da turno o que es complejo acceder”, comentó González Ferreira. Los los estudiantes, guiados por médicos, asisten a las personas como promotores de salud. Allí mismo se genera una derivación a los hospitales de la zona o a los Centros de Salud de la Ciudad (CeSAC), que brinda atención médica de nivel 1.

“Nosotros damos una derivación y una fecha para que vuelvan a vernos en el barrio” y hacer un seguimiento

“Nosotros damos una derivación y una fecha para que vuelvan a vernos en el barrio” y hacer un seguimiento. Salvo los problemas de adicciones, donde se ve una gran deserción en la siguiente cita, en otras patologías “vemos que el 75% al 80% de los casos acatan. Así, con la firma del médico a cargo del grupo se recetan algunos medicamentos y se hacen los contactos para que sean atendidos en los centros de nivel 1.

El ingreso a los barrios se lleva adelante tras contactar a los referentes de cada zona y con ayuda de Gendarmería, que aporta seguridad. La Facultad considera el programa como “muy exitoso”, ya que que la asistencia suele ser importante cada vez que instalan sus carpas y gazebos. En ocasiones, la necesidad de recibir atención generó tensiones y peleas que se superaron con una mejor organización de los estudiantes.

Las actividades de los alumnos voluntarios se llevan adelante 4 veces por semana, turnándose de grupos de 400. El programa acepta voluntarios desde el CBC a 6° año, que deben recibir la capacitación.

Si bien este voluntariado, lo mismo que dar clases o hacer investigación durante los años de cursada, otorga a los alumnos puntaje sobre otros estudiantes sin actividad extensionista, apenas el 15% retira el certificado y suma la puntuación, lo que habla de una mayoritaria voluntad de ayudar y de poner en práctica los visto en la carrera.

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