Una mejor vida social podría revertir los problemas de memoria en personas con signos tempranos de demencia, sugiere una investigación presentada en la Conferencia de Investigación del Reino Unido sobre el Alzheimer en Brighton que aún no ha sido publicada ni revisada por pares.
Las personas que pasan tiempo cara a cara con amigos y familiares, asisten a clases o grupos, se ofrecen como voluntarios o asisten a servicios religiosos pueden ver que su función cerebral vuelve a la normalidad. Esto puede suceder incluso si hubieran comenzado a deteriorarse años antes, lo cual es una buena noticia para aquellos cuya memoria y habilidades de procesamiento disminuyeron durante el encierro.
Los investigadores analizaron la función cerebral, los estilos de vida y la vida social de casi 2.200 estadounidenses de 62 a 90 años, incluidas 972 personas con deterioro cognitivo leve (DCL), a menudo un precursor de la demencia. Cinco años más tarde, encontraron que el 22% de los participantes con DCL habían mejorado hasta tal punto que su función cerebral ahora se consideraba normal. Otro 12% había caído en la demencia y el 66% permaneció igual. Aquellos con niveles más altos de actividad social tenían más probabilidades de haber mejorado.
La investigadora principal, Ming Wen, de la Universidad de Utah, Estados Unidos, dijo que los hallazgos la sorprendieron gratamente. “La mayoría de la gente pensaría que esta es una dirección de un solo sentido, una vez que se tiene un deterioro cognitivo no hay forma de volver atrás”, dijo después de presentar la investigación esta semana. “Pero descubrimos que incluso si tenía un deterioro cognitivo hace cinco años, si participa activamente en interacciones sociales entonces posiblemente una proporción de estas personas mejorará y se convertirá en normal otra vez, lo cual es realmente emocionante”.
Aumentar la actividad social en tan solo un evento por año podría mejorar la probabilidad de que una persona revierta el deterioro cerebral hasta en un 41%, sugirieron los hallazgos. “Cualquier cosa es mejor que nada”, agregó el profesor Wen. Pero cuanto más actividad regular realizaba una persona, más fuerte era el efecto.
Tener relaciones sociales cercanas también se vinculó con un efecto protector contra el desarrollo de demencia total, aunque no pareció estar relacionado con mejorar las posibilidades de revertir el deterioro cognitivo leve.
La investigación tuvo en cuenta los niveles de ejercicio, si los participantes fumaban o bebían, si trabajaban, su edad, sexo, etnia y nivel socioeconómico. Debido a la forma en que se llevó a cabo el estudio, no quedó claro si aquellos cuya salud cerebral mejoró habían aumentado o mantenido sus niveles de actividad social durante el período de cinco años.
Al comentar sobre el estudio, la doctora Susan Kohlhaas, directora de investigación de Alzheimer’s Research UK, sostuvo: “Sabemos que mantenerse conectado es un pilar de una buena salud cerebral y que la mediana edad se identifica cada vez más como un momento clave en la vida de las personas cuando podemos actuar. Sin embargo, se necesita más investigación para profundizar en los hallazgos del estudio”.
Hacer algunos cambios simples a una mejor dieta también podría ayudar a prevenir la demencia, según muestra la investigación. Comer “una dieta saludable del Reino Unido con algunos extras adicionales”, que incluyen más nueces, frijoles y legumbres y el uso de aceite de oliva para cocinar, podría mejorar la memoria y la función cerebral en seis meses, según una investigación de la Universidad de East Anglia que también se presentó en la Conferencia de Investigación del Reino Unido sobre el Alzheimer.
La prevención y detección temprana de la demencia promete grandes cambios a futuro a nivel mundial en relación a la calidad de vida de personas adultas mayores. Así lo evidenció el 2° Simposio Virtual Internacional sobre Neurociencias y Bienestar de INECO, en el cual el prestigioso psiquiatra Craig Ritchie presentó la disertación “Cerebro saludable: nuevas perspectivas en prevención”. En diálogo exclusivo con Infobae, el experto enfatizó que hoy se sabe que modificando hábitos “las personas sobreviven más tiempo, con una mejor salud cerebral”.
“Antes no podíamos identificar esta enfermedad antes de la muerte. Muchas décadas tuvimos que pensar solo en la etapa final del proceso de esta enfermedad. Pero en los 90′ se revolucionó la ciencia y pudimos empezar a identificarla por medio de biomarcadores”, explicó en el simposio Ritchie, profesor de Psiquiatría del envejecimiento en la Universidad de Edimburgo y Director de Brain Health Scotland.
Según Ritchie, existe “evidencia científica contundente” e informes nuevos todos los meses que apoyan la hipótesis de que el Alzheimer se empieza a desarrollar no solo muchos años sino décadas antes de su sintomatología. “Las enfermedades que llevan a la demencia tienen su génesis en 20 o 30 años antes. Hay un periodo silencioso en el que empiezan a surgir algunos cambios en el cerebro que luego llevan a la demencia”, detalló. Y enfatizó: “Si uno puede identificarla en etapas más tempranas, va a poder tratarla antes que se llegue a la demencia”.
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