En primera persona: “El implante coclear es la llave que le permitió a mi hija acceder al mundo”

El entorno social se percibe a través de los cinco sentidos y el oído es uno de los que más ayudan a interactuar con lo que nos rodea. Historias que muestran cómo la ciencia cambia la vida de las personas con hipoacusia

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Vicky nació con hipoacusia profunda
Vicky nació con hipoacusia profunda neurosensorial bilateral y recibió su implante coclear a los 12 meses de vida

Hace un tiempo no muy lejano, que una persona con hipoacusia recuperara o adquiriera el sentido de la audición era casi impensado.

La historia cuenta que a mitad del siglo XX, el cirujano francés André Djourno comenzó a investigar sobre la estimulación eléctrica del nervio auditivo y junto a su colega Charles Eyriès, realizaron -el 25 de febrero de 1957- la primera cirugía de implantación de un electrodo en el oído interno en un paciente que había quedado sordo luego de realizarse una cirugía de resección de colesteatoma bilateral.

Hoy, 65 años después, podemos aseverar, con más de medio millón de personas implantadas en el mundo, que el implante coclear es una realidad, es una oportunidad y es la forma de acceder al increíble mundo del sonido”. Paula Ontivero es médica otorrinolaringóloga (MN 94824) y en el Día Internacional del Implante Coclear, la jefa del Servicio de Otorrinolaringología del Sanatorio Güemes y directora de los equipos de Implantes Cocleares de esa institución y del Hospital Naval Pedro Mallo de la ciudad de Buenos Aires dijo a Infobae que “en las últimas décadas, ocurrieron avances importantes en la tecnología aplicada al campo de la audición. La ciencia, la industria y la tecnología, marcaron cambios en el rumbo de la historia de la humanidad, con el diseño de diferentes dispositivos auditivos para lograr que personas que nacen sordas o quedan sordas a lo largo de la vida, puedan tener acceso al sonido”.

La especialista, que hace 25 años que se dedica a la especialidad y más de 15 que se desempeña en el mundo del implante coclear, contó que no transcurre un día en que no se emocione con cada paciente y cada familia con sus logros y su felicidad. “Lo dicen ellos en primera persona: el implante es esperanza, es felicidad, es libertad, es oportunidad, es la llave para acceder al mundo del sonido, para aquellas personas que nacieron sin audición o que la perdieron en el transcurso de sus vidas”, resumió.

La ciencia aplicada a la vida real y qué dicen los protagonistas

Para Estrella Cavani, el implante
Para Estrella Cavani, el implante significó “volver a la vida”

“El implante coclear es la llave de muchas puertas. El mundo es oyente plenamente y el implante fue la llave que permitió a mi hija acceder a él”. Las palabras pertenecen a Natalia Álvarez, mamá de Victoria Gómez, de 12 años, implantada al año de vida. Vicky nació con hipoacusia profunda neurosensorial bilateral. Así y todo, según contó su mamá a Infobae, “asistió a la primaria a una escuela común y no tuvo apoyo de maestra especial porque no lo consideraban necesario”.

“Transitó la escolaridad primaria como normoyente -recordó-. Recibió el alta de terapia verbal auditiva a los siete años y al terminar la primaria recibió el diploma de mejor alumna y fue abanderada”.

Ahora la niña empezó sus estudios en una escuela técnica, para la que debió rendir un examen de ingreso eliminatorio. “Además, va a una escuela de arte pública, y también ahí fue abanderada con la portación de la bandera provincia -relató orgullosa su mamá-. Lo mágico es que la EEN1 de Berazategui es la única de arte en la zona, y ella lo logró”.

“El mundo es netamente oyente. Y la verdad, para mi como mamá, los implantes son las llaves para que Vicky abra las puertas de ese mundo. Se confunde en el montón de normoyentes y ella lo disfruta”, describió la mujer la oportunidad que la medicina le dio a su pequeña hija. “A partir de ese eje, no tenemos techo. Todos los días son de aprendizaje constante. Y contamos con el sostén de un grupo de profesionales médicos y técnicos que no nos sueltan la mano y guían nuestro camino”. Emocionada, Natalia aseguró que jamás había imaginado que su hija “lograra tanto”.

Para Estrella Cavani, el implante significó “volver a la vida”. “Es una puerta abierta a nuevas oportunidades que creíamos perdidas, es esperanza”, resumió a este medio la mujer de 45 años, que a los 24 recibió el diagnóstico de hipoacusia.

Usé audífonos durante los primeros años hasta que, como no tenía sensibilidad en las células de la cóclea, los médicos me indicaron que lo mejor para mí era el implante coclear -recordó-. Me operé el oído izquierdo hace nueve años, después vino la etapa de la rehabilitación, que me habían adelantado que era de entre nueve meses y un año, y siempre acompañada del equipo de la otorrino, la psicóloga, la fonoaudióloga y la rehabilitadora en tres meses logré rehabilitar ¡hasta hablar por teléfono!”.

También, como siempre en estos casos, para Estrella fue clave el apoyo de su familia. “En especial mi hijo, que ahora tiene 21 años, que me leía y yo, de espaldas, le respondía para practicar”.

Estrella es maestra primaria, profesora de informática y se desempeñaba como maestra jardinera cuando la diagnosticaron. Hasta que se implantó pude seguir estudiando, con la dificultad que le generaba hacerlo con los audífonos. “Muchas veces los docentes que dictaban los cursos se daban vuelta y yo no podía escuchar -rememoró-. Después del implante se me abrieron las puertas del paraíso, podía escuchar mucho mejor, tenía otra sensibilidad”.

Hace dos años le implantaron el oído derecho porque la pérdida de audición era profunda. Y al igual que con el primer implante logró casi el 100% de audición.

“El implante me dio más herramientas para poder seguir trabajando, tener autonomía ya que si bien siempre fui muy independiente, los dispositivos me dan más seguridad, más tranquilidad de poder entender”, resumió su experiencia antes y después de los implantes, y agregó: “Soy docente de escuelas comunes y me puedo comunicar perfecto con los chicos, puedo desarrollar mi profesión, que amo. Los implantes me devolvieron la vida, por eso estoy tan agradecida, sobre todo a la doctora Ontivero, con quien siempre digo que estoy en deuda, porque me dio la posibilidad de poder trabajar, de hacer las cosas que amo, de seguir acompañando a mi hijo en sus estudios, de seguir hablando y escuchando que me diga ‘mamá’, que es una de las cosas más maravillosas que tenemos los padres”.

Si alguien puede hablar de la emoción de escuchar a su hijo decir “mamá” es Gabriela Miguel, mamá de Benjamín, quien tras haber sido diagnosticado a los dos años de hipoacusia neurosensorial bilateral a causa de una malformación coclear con cavidad única de nacimiento, a los tres añitos recibió su primer implante en el oído derecho.

Hoy Benja tiene nueve años, y si bien por aquellos años varios profesionales le decían a sus padres que era una posibilidad que no funcione el implante en él, fue Ontivero quien desde el primer día les dio la esperanza de que iba a funcionar.

“Así fue que fue operado de su segundo implante a los cinco años y fue un cambio totalmente para él y para toda la familia -recordó su mamá-. Comenzó a escuchar cada sonido y se emocionaba al descubrir sonidos y voces nuevas; los cambios fueron notables”.

Gabriela oyó la voz de su hijo llamarla “mamá” por primera vez cuando él tenía cuatro años. “Benjamín cambió su forma de relacionarse, le encanta hablar con todos, es un nene muy sociable y hasta le gusta cantar; el implante coclear nos cambió literalmente la vida y sin duda fue la mejor decisión que como familia pudimos tomar”.

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