Hay un dicho que dice que la normalidad puede estar sobrevalorada. Caso en cuestión: ¿podría una joven “normal” resistir todos los ataques personales que la activista ambiental y adolescente Greta Thunberg enfrenta desde que irrumpió de manera improbable en el escenario mundial a fines de 2018? Tiene 19 años y millones de jóvenes en el mundo dispuestos a acompañarla en su lucha por un planeta mejor. Mira a los ojos, habla con dureza y solo dice verdades. Con su discurso explícito se transformó en la voz de todos ellos, los que tomaron conciencia de que la tierra que habitan está siendo sistemáticamente destruida. Así, la adolescente sueca se convirtió en un fenómeno… Pero la exposición también abrió las compuertas de los “haters”, ese ejército de “odiadores” que llenan de violencia las redes sociales.
“Cuando los que odian persiguen por tu apariencia y diferencias, significa que han perdido el rumbo. ¡Y entonces sabes que estás ganando! Tengo Asperger y eso significa que a veces soy un poco diferente de la norma. Y, en ciertas circunstancias, ser diferente es un superpoder”. Con estas palabras, Greta Thunberg, la adolescente sueca símbolo de la lucha juvenil contra el cambio climático se sinceró en Twitter sobre su diagnóstico de síndrome de Asperger.
La adolescente niega que su reticencia a hablar públicamente sobre su diagnóstico obedezca a un intento de “esconderse tras él”, sino a que “muchas personas ignorantes todavía lo ven como una ‘enfermedad’ o algo negativo”. En alguna ocasión, dijo en broma que “si más personas tuvieran autismo o síndrome de Asperger tal vez haríamos mejor en centrarnos en la crisis climática y no continuar justificando las compensaciones en nuestras propias mentes”.
“Sin romantizar el autismo ni decir que las personas deberían tener autismo (porque, bajo las circunstancias equivocadas, el autismo puede ser algo que las detenga), creo que definitivamente hay muchos elementos de lo que te hace autista que más personas deberían tener. Por ejemplo, no tener tanta disonancia cognitiva y poder concentrarnos en los hechos, es algo bueno. Y poder concentrarse en una emergencia y tratarla realmente como una”, sostuvo la joven en una entrevista con The Washington Post.
Es la mayor de dos hijas y creció en Estocolmo. Estudió piano, ballet y teatro. Es buena estudiante. Como muchos niños, Thunberg veía documentales sobre el deshielo del Ártico y el futuro de los osos polares y sobre los mamíferos marinos repletos de plástico. No obstante, a diferencia de otros jóvenes, ella no pudo olvidar el tema. “Me afectó sobremanera. Comencé a pensar en eso todo el tiempo y me puse muy triste”, comentó. “Esas imágenes se quedaron grabadas en mi mente”.
La activista medioambiental reconoce que su diagnóstico la ha limitado en el pasado y la lucha medioambiental le ha permitido sobrevivir: “Antes no tenía energía, ni amigos ni hablaba con nadie. Simplemente estaba sentada sola en casa, con un trastorno alimentario. Todo eso ha desaparecido, ya que he encontrado un significado, en un mundo que a veces parece superficial y sin sentido para tanta gente”.
“Poco a poco fue desapareciendo en una especie de oscuridad”. Así explica Malena Ernman, madre de Greta Thunberg, como sufrió su hija antes de convertirse en un símbolo de la lucha contra la crisis climática. En su libro Our House Is on Fire: Scenes of a Family and a Planet in Crisis (”Nuestra casa está ardiendo: una familia y un planeta en crisis”), Ernman, describe la realidad de su vida familiar durante la transformación de su hija de adolescente anónima a ícono climático. En él también revela detalles de una infancia dura, marcada por el acoso escolar y el autismo.
En un extracto del libro que publicó el diario inglés The Guardian se pueden leer fragmentos impactantes. Ernman devela allí que su hija “dejó de tocar el piano, dejó de reír, dejó de hablar y dejó de comer” a los 11 años, antes de que fuera diagnosticada con síndrome de Asperger. El escrito empieza apuntando como la mujer y su marido formaron su familia y luego pasa a contar como los problemas de Greta empezaron a aparecer. Concretamente en la crisis que Greta sufrió a los 11 años. “Lloraba de noche cuando debería estar durmiendo. Lloraba camino a la escuela. Lloraba en sus clases y durante sus descansos, y los maestros llamaban a casa casi todos los días”, explica.
La madre relata como su hija dejó casi de hablar y era incapaz de comer. “Después de dos meses de no comer, Greta había perdido casi 10 kg, que es mucho cuando eres bastante pequeña. Su temperatura corporal era baja y su pulso y presión arterial indicaban claramente signos de inanición. Ya no tenía energía para subir escaleras y su puntuación en las pruebas de depresión era altísima”.
Ernman recuerda cómo ella vio lo que el resto no quería ver. “Era como si ella pudiera ver nuestras emisiones de CO2 a simple vista. El abismo invisible, incoloro, sin olor, sin sonido que nuestra generación ha elegido ignorar. Ella lo vio todo, no literalmente, por supuesto, pero no obstante vio los gases de efecto invernadero saliendo de nuestras chimeneas, flotando hacia arriba con los vientos y transformando la atmósfera en un basurero gigante e invisible”, relata y describe las incontables visitas a psiquiatras, psicólogos y profesionales médicos de todo tipo para encontrar una solución al estado de su hija. Después de ser diagnosticada de síndrome de Asperger, el estado de salud de Greta empezó a mejorar.
Tras este despertar de su consciencia medioambiental, Greta comenzó a planificar su huelga delante del parlamento sueco. La familia la vio emocionada, enérgica y contenta, llevaban tiempo sin verla así. “Aunque queríamos que abandone la idea de hacer huelga, la apoyábamos. Porque veíamos que se sentía bien mientras elabora sus planes, mejor de lo que se había sentido en muchos años. Mejor que nunca, de hecho”, aseguran.
La madre va relatando como su huelga va adquiriendo popularidad, cada vez le sigue más gente pero ella parece estar estable. “Ella pone el despertador a las 6.15 am y está feliz cuando se levanta de la cama. Está contenta mientras va al parlamento y está contenta cuando llega a casa por la tarde. Durante las tardes se pone al día con el trabajo escolar y revisa las redes sociales. Se acuesta a tiempo, se duerme de inmediato y duerme tranquilamente toda la noche”, cuenta.
Pero, ¿qué es exactamente este trastorno y de qué manera afecta a quienes lo padecen? Hans Asperger, un pediatra austríaco, describió en los cuarenta Lo cierto que las personas con Asperger son a menudo incomprendidas.serie de casos clínicos de niños caracterizados por su dificultad para leer el lenguaje corporal entre otros fallos de la comunicación no verbal y la interacción social. Se da con más frecuencia en niños que en niñas. En 2013 el síndrome homónimo se incorporó al espectro del trastorno autista.
Tony Attwood, una autoridad mundial en Asperger, explicó a The Guardian que las personas con este síndrome son “reconocidas por decir lo que piensan directamente, ser honestos y determinados y tener un fuerte sentido de la justicia social”. Thunberg, diagnosticada hace siete años, ha admitido que su pasión por su lucha se debió a ver el mundo en términos claros. Además, considera su condición médica como “un superpoder” que le ha ayudado a darse cuenta del problema climático y a enfrentarse a él con determinación.
“Hoy en día, muchas personas siguen sin ser diagnosticadas. Los motivos suelen ser la falta de concienciación, los prejuicios y el hecho de que muchos siguen viendo el autismo como una ‘enfermedad’ o algo que tiene que frenar. El hecho de que se diagnostique a más personas con autismo, etc., no se debe a que haya una ‘inflación’ de diagnósticos, sino a que la concienciación es cada vez mayor y a que muchas personas muy sensibles experimentan problemas relacionados con el estrés en la sociedad moderna, lo que les da motivos para sospechar que están dentro del espectro”, escribió Greta en un posteo en sus redes sociales a comienzos del año pasado.
Además, la líder en la lucha por el cambio climático habló sobre la limitación de recursos existentes para tratar el autismo. “En casi todas partes hay recursos muy limitados para dar a los autistas el apoyo necesario. Sin estos ajustes, el autismo puede convertirse en una discapacidad. Pero en las circunstancias adecuadas puede ser realmente un regalo y convertirse en algo de lo que tú puedes beneficiarte. Lamentablemente, hoy en día el nivel de concienciación es muy bajo. Muchas personas no son diagnosticadas y, por lo tanto, no reciben la ayuda que necesitan y pueden pasar toda su vida creyendo que les pasa algo”.
Por esta razón, Greta ha llamado a todos sus seguidores a unirse en la concienciación del autismo. “Podría salvar vidas, literalmente. El autismo no es una enfermedad. No es algo que ‘se tenga’. Definitivamente no está ‘causado’ por algo como una vacuna o una dieta. Simplemente significa que eres un poco diferente a los demás. En un mundo en el que todo el mundo se esfuerza por actuar, pensar y parecer igual, ser diferente es algo de lo que hay que estar orgulloso”, concluyó.
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