El cáncer es una de las principales causas de mortalidad entre niños y adolescentes en todo el mundo; según la Organización Panamericana de la Salud, cada año se diagnostica cáncer a aproximadamente 280.000 niños de entre 0 y 19 años. En América Latina y el Caribe, se estima que al menos 29.000 niñas, niños y adolescentes menores de 19 años resultarán afectados por el cáncer anualmente. De ellos, cerca de 10.000 fallecerán a causa de esta enfermedad.
El cáncer infantil comprende numerosos tipos de tumores diferentes que se desarrollan en este grupo de población. Los tipos más comunes son la leucemia, el cáncer cerebral, el linfoma y los tumores sólidos como el neuroblastoma y el tumor de Wilms.
En muchos países son la segunda causa de muerte en niños mayores de un año, superada sólo por los accidentes. Afortunadamente, en los últimos años se han registrado avances muy importantes en el tratamiento del cáncer infantil. Un ejemplo es la leucemia aguda, una enfermedad que hasta hace 30 años era considerada inevitablemente fatal. En la actualidad, siendo el tipo de cáncer más frecuente en la infancia, tiene una sobrevida a 5 años superior al 70%, lo que implica que la mayoría de los pacientes pueden curarse definitivamente.
También se han logrado progresos similares en el tratamiento de los tumores sólidos, desde que se utilizan de forma combinada métodos de radioterapia, cirugía y quimioterapia, que han incrementado de forma significativa la supervivencia a largo plazo en los tumores infantiles.
Los niños son diferentes de los adultos por lo que, de manera general, es importante, tomar acción cuando se detecta cualquier signo o síntoma diferente de lo normal. En resumen, aunque el cáncer pediátrico no es prevenible, el objetivo de lograr una detección temprana puede ser lograda por profesionales de la salud que hacen una historia clínica meticulosa, un buen examen médico y que escuchan a los padres.
“Cada vez existen tratamientos más eficaces para los cánceres sobre todo en la edad de la infancia y la adolescencia, consiguiendo un aumento de las tasas de supervivencia de los pacientes. Consultar y confiar en el oncólogo, es fundamental para detectar los primeros signos y síntomas, para actuar sobre su aparición” explicó en una entrevista con Infobae el doctor Isaac Fleischer (MN 36.675), oncólogo del Sanatorio Finochietto.
Muchos de los síntomas del cáncer en niños pueden deberse también a otras causas, y la mayoría de las veces estos síntomas no son causados por el cáncer. No obstante, si un niño presenta cualquiera de ellos, es importante que un médico le examine para que se pueda determinar la causa y recibir tratamiento de ser necesario.
Posibles síntomas que ameritan una consulta al médico:
- Fiebre, pérdida de peso y apetito, palidez, fatiga, sangrados o moretones de fácil aparición, persistentes e inexplicables.
- Bultos en abdomen, pelvis, cuello y cabeza, extremidades, testículos, ganglios.
- Dolor en huesos, articulaciones, espalda y fracturas fáciles.
- Manchita blanca en el ojo, estrabismo, ceguera o pérdida de visión, protuberancia del globo ocular.
- Signos neurológicos como cambios de conducta, trastornos de equilibrio, marcha, dolor de cabeza, agrandamiento de la cabeza.
- Vómitos por la mañana, estados febriles recurrentes no relacionados con infecciones
¿Qué causa el cáncer en los niños? El cáncer ocurre en personas de todas las edades y puede afectar cualquier parte del cuerpo. Comienza con un cambio genético en células individuales, que luego se convierten en una masa (o tumor), que invade otras partes del cuerpo y causa daño y muerte si no se trata. A diferencia del cáncer en adultos, la gran mayoría de los cánceres infantiles no tienen una causa conocida. Muchos estudios han buscado identificar las causas del cáncer infantil, pero muy pocos cánceres en niños son causados por factores ambientales o de estilo de vida. Los esfuerzos de prevención del cáncer en los niños deben centrarse en los comportamientos que evitarán que el niño desarrolle un cáncer prevenible cuando sea adulto.
Algunas infecciones crónicas, como el VIH, el virus de Epstein-Barr y la malaria, son factores de riesgo para el cáncer infantil. Son particularmente relevantes en los países de ingresos bajos y medianos. Otras infecciones pueden aumentar el riesgo de que un niño desarrolle cáncer en la edad adulta, por lo que es importante vacunarse (contra la hepatitis B para ayudar a prevenir el cáncer de hígado y contra el virus del papiloma humano para ayudar a prevenir el cáncer de cuello uterino) y seguir otros métodos como la detección temprana y el tratamiento de infecciones crónicas que pueden conducir al cáncer.
Los datos actuales sugieren que aproximadamente el 10% de todos los niños con cáncer tienen una predisposición debido a factores genéticos. Aun así, se necesita más investigación para identificar los factores que afectan el desarrollo del cáncer en los niños. Debido a que generalmente no es posible prevenir el cáncer en los niños, la estrategia más eficaz para reducir la carga del cáncer en los niños y mejorar los resultados es centrarse en un diagnóstico rápido y correcto seguido de una terapia eficaz basada en la evidencia con atención de apoyo personalizada.
Por lo general, en el cáncer infantil no existe la prevención primaria, ni detección mediante cribado. Sin embargo, cuando se identifica temprano, es más probable que el cáncer responda a un tratamiento eficaz y resulte en una mayor probabilidad de supervivencia, menos sufrimiento y, a menudo, un tratamiento menos costoso y menos intensivo. Se pueden lograr mejoras significativas en la vida de los niños con cáncer mediante la detección temprana del cáncer y evitando demoras en la atención. Un diagnóstico correcto es esencial para tratar a los niños con cáncer porque cada cáncer requiere un régimen de tratamiento específico que puede incluir cirugía, radioterapia y quimioterapia.
El diagnóstico precoz consta de tres componentes: conocimiento de los síntomas por parte de las familias y los proveedores de atención primaria; evaluación clínica precisa y oportuna, diagnóstico y estadificación (determinación de la extensión de la propagación del cáncer); y acceso a un tratamiento oportuno.
El diagnóstico temprano es relevante en todos los entornos y mejora la supervivencia de muchos tipos de cáncer. Los programas para promover el diagnóstico temprano y correcto se han implementado con éxito en países de todos los niveles de ingresos, a menudo a través de los esfuerzos de colaboración de los gobiernos, la sociedad civil y las organizaciones no gubernamentales, con un papel vital desempeñado por los grupos de padres.
Las pruebas de detección generalmente no son útiles para los cánceres infantiles. En algunos casos seleccionados, se puede considerar en poblaciones de alto riesgo. Por ejemplo, algunos cánceres oculares en los niños pueden ser causados por una mutación que se hereda, por lo que si esa mutación o enfermedad se identifica en la familia de un niño con retinoblastoma, se puede ofrecer asesoramiento genético y monitorear a los hermanos con exámenes oculares periódicos en una etapa temprana de la vida.
Un diagnóstico correcto es fundamental para prescribir el tratamiento adecuado al tipo y extensión de la enfermedad. Las terapias estándar incluyen quimioterapia, cirugía y/o radioterapia. Los niños también necesitan atención especial para su continuo crecimiento físico y cognitivo y su estado nutricional, lo que requiere un equipo multidisciplinario dedicado. El acceso a un diagnóstico eficaz, medicamentos esenciales, patología, hemoderivados, radioterapia, tecnología y atención psicosocial y de apoyo es variable e inequitativo en todo el mundo. En los países de ingresos altos, más del 80% de los niños afectados de cáncer se curan, pero en muchos países de ingresos medianos y bajos la tasa de curación es de aproximadamente el 20%.
Sin embargo, la cura es posible para más del 80% de los niños con cáncer cuando los servicios de cáncer infantil son accesibles. El tratamiento farmacológico, por ejemplo, incluye medicamentos genéricos de bajo costo incluidos en la Lista de Medicamentos Esenciales para Niños de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Los niños que completan el tratamiento requieren atención continua para monitorear la recurrencia del cáncer y controlar cualquier posible impacto a largo plazo del tratamiento.
No todos los niños con cáncer pueden curarse, pero el alivio del sufrimiento es posible para todos. Los cuidados paliativos alivian los síntomas causados por el cáncer y mejoran la calidad de vida de los pacientes y sus familias. Además, se consideran un componente central de la atención integral, que comienza cuando se diagnostica la enfermedad y continúa a lo largo del tratamiento y la atención, independientemente de si el niño recibe tratamiento con intención curativa o no.
Las defunciones evitables debidas a los cánceres infantiles en los países de ingresos medianos y bajos se producen a consecuencia de la falta de diagnóstico, los diagnósticos incorrectos o tardíos, las dificultades para acceder a la atención sanitaria, el abandono del tratamiento, la muerte por toxicidad y las mayores tasas de recidivas. El impacto del cáncer infantil se traduce en años de vida perdidos, en mayores desigualdades y en dificultades económicas. Sin embargo, esto puede y debe cambiar.
El 15 de febrero de 2002 fue declarado Día Internacional del Cáncer Infantil por iniciativa de la Organización Internacional de Cáncer Infantil. Desde entonces, durante el mes de febrero las Organizaciones de Ayuda a Niños y Jóvenes con Cáncer de todo el mundo realizan diversas acciones con el fin de lograr que se valoren y entiendan los temas que afectan a los niños con cáncer y a los sobrevivientes, como así también los desafíos que afrontan.
En un esfuerzo por fortalecer la respuesta del sistema de salud al cáncer infantil, la Organización Panamericana de la Salud, junto con el St. Jude Children’s Research Hospital, están colaborando con los Ministerios de Salud, oncólogos pediátricos y fundaciones para desarrollar Planes Nacionales de Cáncer Infantil, en el marco de la Iniciativa Global para el Cáncer Infantil (GICC) de la Organización Mundial de la Salud. El GICC tiene como objetivo reducir el sufrimiento de los niños y niñas con cáncer y lograr una tasa de supervivencia al cáncer de al menos el 60% para el año 2030. Esto representa aproximadamente el doble de la tasa de curación actual y salvará un millón de vidas adicionales durante la próxima década.
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