En Argentina son detectados cada año unos 130 mil casos de cáncer, según estadísticas del Instituto Nacional del Cáncer. De estos casi el 7% corresponden a enfermedades oncohematológicas como las leucemias que implican algo más de 3.200 diagnósticos; los linfomas, con más de 4.500 y el mieloma, 1.250 casos.
Aunque no son prevenibles, como sucede con alrededor de un tercio de los casos de cáncer, comparten muchos aspectos con estos, como la importancia de su detección a tiempo y del acceso al tratamiento más indicado para cada tipo y estadio de enfermedad.
Los especialistas destacan que algunas leucemias, las denominadas agudas, deben ser diagnosticadas cuanto antes y tratadas inmediatamente para lograr el mejor pronóstico posible. Es clave que el paciente cumpla el tratamiento y que no se vea interrumpido el suministro de la medicación.
En ese sentido, en el marco del Día Mundial de Lucha contra el Cáncer, que se conmemoró el pasado 4 de febrero, la Asociación Leucemia Mieloide Argentina (ALMA), en consonancia con la Unión Internacional Contra el Cáncer (UICC), se unió al reclamo mundial por combatir las desigualdades existentes en el acceso a la prevención, al diagnóstico, al tratamiento y al cuidado del cáncer, aspectos que se ven replicados directamente en el caso de este grupo de enfermedades de la sangre.
Alrededor de 10 millones de personas mueren de cáncer cada año a nivel mundial, una cifra más elevada que la suma de las muertes por VIH/SIDA, malaria y tuberculosis. De no tomarse medidas concretas y contundentes, se calcula que para 2040 las muertes ascenderán a 16,5 millones.
La UICC recordó la importancia de la prevención del cáncer, porque más de un tercio de los casos se puede prevenir. “De todos modos, las leucemias no están en ese grupo, porque mayoritariamente se desconocen los factores que las desencadenan. Sin embargo, sí integran el otro tercio de los casos, aquellos que muchas veces se pueden controlar durante períodos sumamente prolongados si se los detecta a tiempo y se los trata de la mejor manera posible”, sostuvo Fernando Piotrowski, paciente con leucemia y director ejecutivo de ALMA.
“Existen algunas leucemias, denominadas crónicas, como la mieloide o la linfocítica, que pueden progresar lentamente y no dan síntomas concretos, entonces el diagnóstico a veces es inesperado, se da en un análisis de sangre de rutina. Otras veces, manifiestan síntomas que preocupan al paciente, que pide un turno con un médico y así llega al diagnóstico”, detalló la doctora Silvana Cugliari, jefa de hematología del Instituto de Oncología Ángel Roffo.
“Por su parte, las leucemias agudas, como la linfoblástica o la mieloide, son de avance mucho más veloz y pueden representar un riesgo sanitario, por lo que diagnosticarlas en los estadios iniciales e iniciar el tratamiento cuanto antes es crítico para determinar el pronóstico del paciente”, describió la especialista.
En línea con lo mencionado por la doctora Cugliari, los síntomas de las leucemias son algo difusos o pueden confundirse con otras condiciones, aspectos que atentan contra el diagnóstico a tiempo. Algunos de ellos son fiebre que no baja, decaimiento, sudoración nocturna profusa, aparición de moretones sin motivo o pequeños puntos rojos en la piel por sangrados internos.
Desde ALMA, recomiendan, sin ánimos de generar alarma, realizar una consulta médica ante manifestaciones de este tipo y hacerse controles con la frecuencia que el médico indique según cada etapa de la vida y estado general de salud, y que estos incluyan un análisis de sangre, porque permite identificar rápidamente la eventual existencia de una enfermedad de este tipo, que luego se confirmará con estudios más precisos.
En los últimos años ha habido una serie de avances paradigmáticos en el tratamiento de las leucemias. “Hoy contamos en nuestro país con terapias orales para controlar durante décadas algunos tipos de leucemia, algo impensado luego de tantos años de tener únicamente quimioterapias de eficacia diversa”, señaló Cugliari.
“Además, por ejemplo, con la leucemia linfocítica crónica, determinada combinación de medicamentos logra controlar hasta el 90% de los casos con un tratamiento finito, que dura uno o dos años, y luego se deja de suministrar medicación. Para las leucemias agudas, también hay avances que demostraron reducción de riesgo de muerte y que se indican inclusive para quienes tienen contraindicada la quimioterapia”, agregó a especialista.
Tal como plantea la UICC para el conjunto de las enfermedades de cáncer, en el abordaje de las leucemias también se manifiesta una gran desigualdad en el acceso a la salud y a la innovación según ingresos, nivel educativo y localización geográfica. Además, la discriminación en ocasiones llega a aspectos como la etnia o raza, el género, la orientación sexual, la edad, la existencia de alguna discapacidad y determinados estilos de vida. El acceso igualitario a la prevención, al diagnóstico y al tratamiento del cáncer salva vidas, destacó ALMA.
“En nuestro país, el sistema de salud es complejo, pero tiene por delante el desafío ineludible de mejorar la cobertura, sobre todo en términos de las terapias innovadoras y, particularmente, en el sector público”, señaló Piotrowski.
“Como organización, nos ponemos a disposición de las autoridades del sistema de la salud y de cada prestador para encontrar juntos caminos que permitan mejorar el acceso de los pacientes a los tratamientos más innovadores, preservando la sustentabilidad del sistema”, dijo.
“Es inconcebible que la vida o la muerte de una persona, como sucede en el caso de las leucemias, dependan en última instancia de qué tipo de cobertura se tiene, que es resultado de la circunstancia económica de una persona, o de qué tan cerca vive de un hospital que tenga oncohematólogos bien formados”, concluyó.
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