Desde el inicio de la pandemia por COVID-19, la diferencia entre los sexos en las cifras de mortalidad es un dato que inquieta a los expertos.
Si se tiene en cuenta que en el mundo la expectativa de vida es mayor para las mujeres, y la edad es un factor de riesgo frente a la infección por SARS-CoV-2, todo indicaría que debieran morir más integrantes del sexo femenino que masculino. Además, si a más edad, más probabilidad de padecer alguna comorbilidad, se refuerza la hipótesis.
Sin embargo, la mayor mortalidad por COVID-19 en hombres que en mujeres fue una tendencia clara desde el comienzo de la enfermedad.
Según los números que dispone la Unidad de Datos de Infobae, ayer miércoles en la Ciudad de Buenos Aires murieron 24 personas, de las cuales, en partes iguales, 12 fueron mujeres y 12 hombres.
En Córdoba, en tanto, por tomar dos de los distritos que siempre resultan representativos del comportamiento de la pandemia en el país, de los 28 fallecidos en la jornada de ayer, 17 pertenecen al sexo femenino y 11 al masculino.
Durante el pico de la primera ola, el 15 de octubre de 2020, en CABA habían muerto 36 hombres y 21 mujeres, mientras que en la provincia serrana los números eran 28 contra 16, a favor del sexo masculino.
El 10 de junio de 2021, en el pico de la segunda ola de la pandemia en la Argentina, los muertos en la Ciudad de Buenos Aires era 53, de los cuales 34 eran hombres y 19 mujeres. El mismo día, en Córdoba, morían 40 personas a causa del coronavirus, de las que 22 pertenecían al sexo masculino y 18 al femenino.
Mauro Infantino es ingeniero en Sistemas y experto analista de datos, quien diseñó el sitio covidstats.com.ar y en un hilo publicado en su cuenta de Twitter publicó que “es llamativo que en Córdoba siempre hubiese habido mayoría de fallecidos de sexo masculino y ahora ocurra lo inverso. En CABA no sería tan marcado, pero la proporción sería más equilibrada que antes”.
Ante la consulta de Infobae, evaluó que “si se profundiza, puede decirse que siempre deberían haber muerto más mujeres porque su edad en promedio es superior (es más en este grupo la expectativa de vida); lo que es más difícil de explicar es por qué no fue así desde el principio, probablemente una combinación de factores biológicos y sociales”.
“Si hombres y mujeres fallecieran por igual, tendría que ser mayor la mortalidad en mujeres por la demografía; pero es tanta la diferencia de lo que fallecen más los hombres que eso hace que las mujeres queden abajo -ahondó Infantino-. Lo que ocurrió en enero es que se achicó esa diferencia y si bien por franja etaria en cada franja mueren más hombres, en el análisis general de Córdoba ganan las mujeres porque pesa más que son más añosas”.
Según el analista, “la mortalidad en cada franja de hombres durante toda la pandemia era similar a cada franja posterior en mujeres; es como si ser hombre y tener 85 años fuera equivalente a ser mujer y tener 75 en ese indicador”. “Ahora ya no se ve la diferencia de riesgo entre los sexos y si bien siguen los hombres arriba, ya no lo es tanto y eso se traduce en que en comparación con los hombres se están muriendo más mujeres”, insistió.
Para la médica especialista en terapia intensiva Carina Balasini (MN 104407), existen en este tema varios factores “confundidores” para analizar. “Quizá en las otras olas se murieron muchos varones de las franjas etarias mayores y quedaron pocas mujeres, que son las que se están muriendo ahora -evaluó-. Quizá de esa edad no había tantos varones o se fueron muriendo en la primera y la segunda ola (más la primera que afectó a mayores de edad)”.
“La expectativa de vida es sin dudas un factor que influye, pero habría que ver qué cantidad de hombres y mujeres de edad avanzada tiene la provincia de Córdoba porque si por ejemplo, tiene 2.000 mujeres y 500 hombres y fallecen la misma cantidad de ambos sexos significa que en proporción están muriendo menos mujeres en realidad porque factores de riesgo a esa edad tienen todos y la cantidad de hombres en relación con las mujeres es mayor”.
En la mirada del médico veterinario, consultor en Epidemiología, Salud Pública y medicina comparada Fernando Valdivia, “en primer lugar, estos datos son insuficientes y no alcanzan para explicar, con relevancia estadística, una tendencia clara y contundente respecto de estas observaciones”. “Deberíamos tener mayores referencias tanto cuantitativas como cualitativas (más datos y de muchos más lugares del mundo) para poder establecer si realmente hay un cambio en la tendencia”, aseguró consultado por este medio.
En este sentido, para él “al menos en todos mamíferos (categoría que nos incluye como especie humana), está claro que el sexo femenino enferma menos que el masculino. Esto se explica porque su sistema inmune es ‘más robusto’ que el masculino (tanto en sus funciones innatas como en las respuestas adaptativas). Esto es simple biología evolutiva”.
“Adicionalmente, los factores de riesgo como diabetes, hipertensión, enfermedades cardiovasculares y respiratorias, que afectan más a los hombres (lo que también se explica por el hecho de que el sistema inmune del sexo masculino es ‘más débil’), han hecho que la tasa de mortalidad sea mayor en hombres que en mujeres, incluso en el caso del COVID-19″, agregó.
Dicho esto, en su opinión hay dos razones -asociadas entre sí- que podrían explicar esta potencial tendencia de aumento de la mortalidad en las mujeres: “Por un lado, en el caso del COVID-19 se observó que, precisamente debido a la mayor robustez de las mujeres, las formas fueron más leves pero persistentes (al punto que se describió una forma de “COVID persistente”, más presente en mujeres). Esta forma implica que el sistema inmune tenga que trabajar durante más tiempo (incluso meses), lo que supone un mayor desgaste y condiciones de inmunodepresión que hoy se están manifestando”.
Finalmente, sostuvo que “el rol materno determinado por el sexo femenino incluye una mayor dedicación y preocupación por el bienestar de todo el grupo familiar ampliado. Esto siempre fue así y se ha visto claramente que fueron las mujeres mayores (abuelas) quienes más sufrieron los encierros. Estos encierros no fueron gratuitos y sus consecuencias se manifiestan del mismo modo: más hombres muriendo por cardiopatías, y mayor inmunodepresión (por estrés) en las mujeres, lo que se suma a lo dicho en el punto anterior”.
SEGUIR LEYENDO