Desde el 1 de octubre el uso de barbijo dejó de ser obligatorio al aire libre en la Argentina. A la medida dispuesta por el Ministerio de Salud de la Nación se sumó la Ciudad a mediados de ese mes, cuando Buenos Aires llegó al 70% de su población vacunada con dos dosis y el tapabocas dejó de usarse, además, en los recreos escolares.
La medida se incluía en el marco de una serie de aperturas anunciadas en virtud de la situación epidemiológica y de la llegada de los meses de calor, en los que el clima invita a pasar tiempo al aire libre y -se suponía- la transmisión del coronavirus era menos probable.
A tres meses de esa decisión, la explosión de nuevos casos de COVID-19 en el inicio de la tercera ola de la pandemia en el país hace repensar si no es momento de volver atrás algunos pasos que se avanzaron en pos de evitar una situación más compleja desde lo sanitario.
En Europa, países como España y Francia volvieron a exigir el uso del tapabocas al aire libre en medio del incremento de casos que ocasiona la variante Ómicron. Sin embargo, allí atraviesan la ola de contagios en pleno invierno, mientras que de este lado del mundo, otra vez, las altas temperaturas propias de esta época del año ayudan a que los encuentros sociales se desarrollen al aire libre.
Lo cierto es que en un mes la Argentina pasó de tener 1.600 casos diarios de COVID-19 a superar los 80.000. En cuatro semanas, las infecciones crecieron de 1.690 a 81.210 para ser exactos.
“Ante la mayor contagiosidad de la nueva variante Ómicron que aumentó exponencialmente en los últimos días y si bien la infección es leve tanto en personas recuperadas de COVID-19 como entre quienes tienen esquema de vacunación completo, en espacios abiertos donde no se puede mantener una distancia de más de dos metros y siempre en espacios cerrados más ahora que no hay aforo mi recomendación es que vuelva a utilizarse el tapaboca”, opinó ante la consulta de Infobae la médica infectóloga María Cecilia Niccodemi (MN 105624).
En este contexto, si algo demostró la pandemia es que no existen verdades reveladas y que lo que hoy se cree sabido, mañana puede cambiar. “Es muy dinámico todo, pero el uso del barbijo en espacios abiertos es una de las consideraciones a revisar, entre otras cosas, para aumentar la toma de conciencia. Es verdad que con el verano la gente tiende a no cumplirlo o usarlo menos pero se podría volver hacia atrás transitoriamente hasta que el número empiece a descender”. Para el médico infectólogo Lautaro De Vedia (MN 70640), “al aire libre el riesgo es algo menor por eso siempre se es menos exigente con el barbijo en esas situaciones, aunque obviamente no es lo mismo un lugar muy concurrido aunque sea en el exterior que otro donde la gente guarda más distancia”.
En ese sentido, hizo referencia a las imágenes de un after beach que se desarrolló en la tarde noche de ayer en Playa Grande, Mar del Plata, en el que miles de jóvenes bailaron a la orilla del mar sin barbijo ni distancia social. “Ahí hay que usar barbijo, es un garrón, coincidimos, pero hay que usarlo”, reconoció el especialista del Hospital Muñiz y ex presidente de la Sociedad Argentina de Infectología (Sadi), para quien si bien siempre el énfasis principal debe hacerse en los ambientes cerrados, “tal vez en este pico tan pronunciado de casos que se está viendo volver al uso del tapabocas aun en espacios abiertos sería una alternativa, más que nada para aumentar la concientización”.
“Creo que si se hacen reuniones masivas al aire libre hay que usarlo, al igual que la distancia; la fiesta de ayer en la playa no puede ocurrir”, sostuvo por su parte el médico infectólogo pediatra Eduardo López (MN 37586), quien enfatizó que “el uso del barbijo disminuye 50% el riesgo de enfermarse, y el distanciamiento baja las chances en un 25% por lo que si se toman esas medidas se baja mucho el riesgo”.
Para él, “nunca había que haberlo dejado de usar”. “Siempre el aire libre es más seguro que las reuniones adentro, pero eso no elimina el riesgo”, señaló.
Ahora bien, ¿conviene realmente volver a usarlo al aire libre? Ante todo hay que saber que el coronavirius se trasmite por aerosoles en el aire. Cuando una persona habla, tose, estornuda, se ríe o incluso respira, expulsa de su boca y nariz pequeñas gotas respiratorias al aire circundante llamadas aerosoles. La más pequeña de estas gotitas puede flotar durante horas en el aire y cada vez se acumulan más estudios científicos que aseguran que las mismas pueden portar el coronavirus SARS-CoV-2, responsable de la pandemia por COVID-19.
Las función de las mascarillas es, entonces, reducir las emisiones de aerosoles con coronavirus, lo cual resulta especialmente relevante si una persona asintomática se encuentra circulando sin conocimientos sobre su condición.
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