La noticia se conoció esta mañana, y era uno de los reclamos de los padres desde que se retomó el ciclo lectivo tras las vacaciones de invierno, y más aun en las últimas semanas en las que se habían flexibilizado varias actividades y los cambios no alcanzaban a lo que ocurría en las escuelas.
Desde hoy, en la Ciudad de Buenos Aires deja de ser obligatorio el uso del tapabocas en las aulas para todos los alumnos desde jardín de infantes y hasta tercer grado (el primer ciclo de primaria de escuelas públicas y privadas).
Según informó la cartera educativa, la medida tiene como objetivo “mejorar el aprendizaje y la sociabilización de los alumnos en una etapa clave del desarrollo social”.
“La decisión fue tomada en base a que los niveles iniciales son fundamentales en la alfabetización. El equipo del Ministerio de Educación en conjunto con especialistas en la temática concluyeron que el uso de tapabocas, sobre todo en esta etapa escolar, crea una barrera en la interacción de los chicos tanto con sus compañeros como con sus docentes”, señalaron las fuentes oficiales.
“En este momento de la pandemia donde hay baja circulación de virus y la mayoría de la población está vacunada, me parece que es importante enfocar en el aprendizaje de los chicos”. Ante la consulta de Infobae, la médica infectóloga María Cecilia Niccodemi (MN 105624) coincidió con la medida dispuesta en la Ciudad reconoció que “si algo se aprendió en esta crisis sanitaria es que esto es un fenómeno dinámico por lo que se irá viendo cómo evoluciona la curva de infectados, sobre todo en esa población que algunos no están completamente vacunados para ir determinando cuáles son las medidas adecuadas”.
Para la especialista del staff del Centro Médico Doctor Stamboulian y Sanatorio La Trinidad San Isidro es “muy importante escuchar a los especialistas y no solamente priorizar la salud de los chicos si no la educación y tener en cuenta las necesidades de aprendizaje de los más chicos”.
En la misma línea, el médico infectólogo pediatra Eduardo López (MN 37586) opinó que “en tanto los casos no aumenten y se escale en la vacunación de la población, se pueden flexibilizar medidas”. “Los más pequeños son los que menos se contagian y en ese sentido no me parece mal relajar el uso del tapabocas -analizó-. Lo que hay que controlar bien es que se cumplan las otras medidas, como la ventilación de los ambientes y la higiene de manos”.
Para López, avanzar en esta medida progresivamente a los niveles más grandes “es más complicado ya que entre los adolescentes se están dando muchos brotes”.
En opinión del médico infectólogo y miembro de la Comisión de Vacunas de la Sociedad Argentina de Infectología (Sadi) Francisco Nacinovich (75.823), “son razonables estos pequeños pasos que se van dando”. “Hay que atender a otros escenarios, no solamente los cuidados sanitarios, que hay que mantenerlos, sino también favorecer el intercambio entre los chicos, sobre todo los más pequeños, que sufren y les cuesta más conservar el tapabocas durante tantas horas”, consideró el especialista ante la consulta de este medio.
Y tras asegurar que “es importante paso a paso ir liberando esa restricción”, Nacinovich observó que “lo que no hay que descuidar y que sigue ocurriendo son las reuniones familiares en lugares cerrados, donde no hay uso de tapaboca regularmente y no están adecuadamente ventilados; hay que seguir haciendo hincapié en ese sentido”.
“Me parece que siempre mirando cómo va la epidemiología es un beneficio para los niños que puedan tener esa libertad en su actividad escolar -analizó el infectólogo-. Creo que es auspicioso y siempre los ministerios de Salud tanto nacional como de la Ciudad han sido cuidadosos y siguen de cerca la epidemiología con mucha prolijidad y responsabilidad y cualquier cambio lo harán saber, pero creo que esta era una medida necesaria a implementar para los más niños”.
Actualmente en la Ciudad se registran un promedio de 178 nuevos casos diarios, y en ese y otros datos epidemiológicos se basaron los expertos para recomendar la nueva disposición: se encuentran ocupadas 1,5% de las 600 camas de terapia intensiva y 1,8% de las 1.500 camas generales del Sistema de Salud Público destinadas a pacientes con coronavirus. A mediados de octubre los números ascendían a 2,8% y 2,1%, respectivamente.
Asimismo, 2.315.696 completaron su esquema de inmunización con alguna de las vacunas disponibles, lo que representa que el 75,3% de la población de la Ciudad está completamente vacunada. Además, 98.695 personas ya cuentan con la dosis adicional o dosis de refuerzo y continúa abierta la inscripción para todas las personas de tres años en adelante.
Entre las medidas de protección y prevención del COVID-19, el uso del barbijo fue el que la sociedad más rápido adoptó e incorporó a sus hábitos de cuidado. Y en caso de los niños, de hecho, fue la condición que les permitió recuperar las clases presenciales luego de un año sin asistir a las escuelas.
Sin embargo, a las virtudes en el control de la propagación del virus que muchos expertos le adjudican, otros le contraponen las dificultades que ocasiona a la hora de la comunicación, ya sea verbal como no verbal.
Es que para los niños pequeños, la pandemia llegó en un momento crucial para desarrollar habilidades importantes como la empatía, la seguridad y más, una fase que a algunos padres les preocupa que se vea afectada por el uso de barbijos. Desde una sonrisa hasta un ceño fruncido de miedo, las investigaciones muestran que ya en una edad temprana, los niños aprenden sobre el habla, el lenguaje y las interacciones sociales al mirar una cara, lo que lleva a los expertos a plantear preocupaciones sobre lo que le sucede a la generación más joven cuando esas señales se desvanecen.
“Hay algo más macro que debe tenerse en cuenta y que va más allá de que afecte el lenguaje; el barbijo es una barrera que dificulta la comunicación, si entendemos que dentro de la comunicación están el lenguaje, el habla y la lengua, que es el idioma que hablamos”, consideró la licenciada en Fonoaudiología Micaela Méndez (MN 8110) sobre los desafíos que trajo el uso del tapabocas. “Por otro lado está lo gestual, todo eso es comunicación, y si no se puede ver la cara completa de alguien eso genera alguna consecuencia”, agregó.
Y tras resaltar que “dentro de las nuevas normas que se incorporaron por la pandemia están la distancia, la imposibilidad del contacto físico, y por otro lado el uso del tapabocas”, la especialista sostuvo: “Somos seres sociales por naturaleza, necesitamos comunicarnos y la comunicación necesita de un otro sí o sí”.
Rita Marini es psicopedagoga, y ante la consulta de Infobae sostuvo que “el uso del barbijo es una barrera que dificulta la comunicación y hace más difícil el acceso a la lectoescritura y a la comunicación entre pares y también con sus maestras”. “Entendemos que su uso fue útil para prevenir la propagación del virus y que el momento actual de la pandemia permite estas flexibilizaciones”, aseguró.
Para la licenciada en Psicología Lorena Ruda (MN 44247), “los chicos se acostumbraron al uso del barbijo y eso no obstaculizó la interacción con los pares; lo tienen puesto y se relacionan, se vinculan y charlan sin dificultad”. Y tras reconocer que “es más cómodo no tenerlo, más aun en esta época de altas temperaturas”, señaló que “si bien era un miedo que se tenía a principio de año cómo iba a resultar la alfabetización y la interacción con los pares con esta barrera que impuso el barbijo, la verdad es que el objetivo se cumplió”.
Con las nuevas medidas anunciadas hoy, el uso del tapabocas en las aulas ya no es obligatorio para los chicos desde nivel inicial hasta tercer grado inclusive, en tanto continúa siendo obligatorio para los chicos de cuarto grado en adelante.
Para las actividades al aire libre su uso no es obligatorio para todos los niveles desde el 20 de octubre.
Ya en marzo de este año, el Reino Unido dispuso que el cubrimiento facial no sería obligatorio en las escuelas primarias, luego de que uno de los asesores científicos del país asegurara que “abrir las ventanas sería mucho más efectivo para reducir la propagación del COVID-19 en las escuelas que hacer que los niños usen máscaras faciales”.
El profesor Calum Semple es especialista en enfermedades infecciosas de la Universidad de Liverpool y miembro del Grupo Asesor Científico para Emergencias del Reino Unido (SAGE) y dijo no ser “un fanático de pedir a los niños pequeños que usen máscaras” e insistió en que existen mejores estrategias para controlar el virus.
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