Por qué algunos virus estacionales comenzaron a infectar fuera de temporada

Los efectos de la pandemia generaron que algunos virus, como el respiratorio sincicial, propios del invierno, comenzaran a circular en épocas cálidas. Por qué ocurre y qué motivos encontraron los especialistas

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El virus sincicial afecta especialmente
El virus sincicial afecta especialmente a niños pequeños

Las consecuencias de la pandemia a veces son paradójicas. Varios virus estacionales, como la gripe o el virus respiratorio sincicial (RSV, por sus siglas en inglés) mermaron durante el invierno a causa de los propios cuidados derivados de la pandemia por COVID-19. Pero luego, en hospitales de distintos países del hemisferio norte, se comenzó a detectar la reaparición de forma explosiva de al menos la última de estas enfermedades fuera de temporada, sorprendiendo, en algunos casos, por el alto número de pacientes afectados, en su mayoría niños pequeños.

Según relata BBC, a principios de 2021, en el invierno del hemisferio norte, el personal del Maimonides Children’s Hospital en Brooklyn, Nueva York, comenzaba a sentir el alivio de la disminución de casos de COVID-19 en la ciudad y, como efecto secundario del distanciamiento social, el uso de barbijos y el lavado de manos, también habían visto muchas menos otras infecciones virales, como la gripe . Pero luego, en marzo, cuando transcurrían los últimos días del invierno, un número creciente de niños y bebés con tos llegó al hospital infectados con RSV, muy común en el invierno. Se trata de una enfermedad que puede generar problemas pulmonares como bronquiolitis. La rareza ocurrió porque el aumento de casos se presentó en una época del año en que habitualmente son muy pocos.

Esta tendencia siguió durante el verano boreal no sólo en distintas zonas de EEUU sino también en países como Suiza, Japón y el Reino Unido. Médicos consultados pro BBC explicaron que se trata de una consecuencia indirecta de las medidas adoptadas a raíz de la pandemia. En 2020, los cierres y las medidas de higiene suprimieron la propagación del nuevo coronavirus, pero también la de otros virus como la gripe y el RSV. En el caso de este último, los niños no pudieron desarrollar inmunidad.

Esta situación fue avalada por estudios científicos incluso de países del hemisferio sur. En junio pasado, el Departamento de Enfermedades Infecciosas del Hospital de Perth, Australia, había advertido, en un paper publicado Clinical Infectious Diseases, de Oxford Academic, que “las medidas de salud pública dirigidas a la enfermedad por coronavirus 2019 tienen el potencial de afectar la transmisión de otros virus respiratorios. Encontramos reducciones del 98,0% y el 99,4% en las detecciones de virus sincitial respiratorio y de influenza, respectivamente, en los niños de Australia Occidental hasta el invierno de 2020 a pesar de la reapertura de las escuelas. Es probable que los cierres de fronteras hayan sido importantes para limitar las introducciones externas”, dijeron los expertos.

Los brotes fuera de temporada
Los brotes fuera de temporada mostraron cuán profundamente el COVID-19 y las medidas asociadas habían remodelado el mundo (iStock)

El RSV en niños reapareció en el verano del hemisferio norte cuando los países aflojaron las medidas de protección por la pandemia. Así el RSV encontró una gran cantidad de bebés y niños susceptibles a infectar, lo que provocó aumentos repentinos en momentos inesperados. Un error que antes era bastante predecible se convirtió en uno que podría sorprender a los hospitales y las familias en cualquier época del año. Los brotes fuera de temporada mostraron cuán profundamente el COVID-19 y las medidas asociadas habían remodelado el mundo.

“Nuestra UCI (unidad de cuidados intensivos) volvió a estar abrumada, esta vez no con COVID-19, sino con otro virus”, dijo Rabia Agha, directora de la División de Enfermedades Infecciosas Pediátricas del Hospital Infantil Maimónides. En el pico del brote, a principios de abril, la mayoría de los niños ingresados en la UCI estaban ingresados por RSV.

Situaciones similares de produjeron en otros países, afectando especialmente a niños pequeños, que habían estado protegidos de enfermedades infecciosas durante meses y ahora estaban repentinamente expuestos a ellas.

“Nos sorprendió. Sabíamos que era algo a lo que estar atentos, pero no pensamos que serían tantos”, dijo Christoph Berger, jefe del departamento de enfermedades infecciosas y epidemiología hospitalaria del Hospital Infantil de la Universidad de Zúrich. .

En ese hospital, los casos de RSV por lo general alcanzan su punto máximo con los fríos de enero y prácticamente desaparece en los meses de verano, de junio a agosto. Pero, igual que lo mencionado en Nueva York, este año, no tuvo casos en invierno. En cambio, comenzaron a aumentar abruptamente en junio, luego se dispararon a 183 infecciones en julio, más que en temporadas de invierno anteriores, informó.

“Estábamos llenos, todas las camas estaban ocupadas, y eso es un desafío”, recordó Berger sobre el punto álgido del brote en julio. Su hospital tuvo que trasladar bebés enfermos y niños con RSV a otros hospitales que aún tenían espacio. Varios otros hospitales suizos experimentaron situaciones similares.

El RSV les planteó un problema mayor que el coronavirus durante el verano en Suiza. “Casi no tuvimos casos de COVID-19 durante ese período”, dijo Berger. Los pocos niños que llegaron al hospital con coronavirus se recuperaron relativamente rápido. “Aquellos con RSV se quedaron más tiempo”, afirmó.

Una infección por RSV no es en sí misma un motivo de alarma. Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EEUU, la mayoría de los niños lo habrá contraído cuando tenga 2 años. La mayoría lo experimentará como una enfermedad similar a un resfrío, con secreción nasal y tos, y se recuperará sin problemas. Pero en algunos bebés y niños pequeños, puede derivar en bronquiolitis, una inflamación de las partes inferiores del pulmón. Esto produce dificultades para respirar y alimentarse.

Aproximadamente del 1% al 2% de los bebés menores de 6 meses con RSV deben ser trasladados al hospital y recibir oxígeno adicional a través de una máscara o tubos en la nariz para ayudarlos a recuperarse. Algunos también pueden requerir una sonda de alimentación. Con ese apoyo, la mayoría mejorará en unos pocos días.

Si se salta una temporada,
Si se salta una temporada, no está produciendo anticuerpos contra el RSV

Antes de la pandemia de coronavirus, los hospitales se preparaban de forma rutinaria para los aumentos repentinos del RSV antes del invierno. Los pacientes con mayor riesgo, como los bebés prematuros y aquellos con problemas pulmonares y cardíacos existentes, pueden protegerse con un fármaco llamado palivizumab, una inyección de anticuerpos que ayuda a combatir el virus. La inyección debe administrarse todos los meses cuando el RSV se encuentra activo.

Pero la pandemia ha interrumpido ese ritmo estacional y su papel en el desarrollo habitual de la inmunidad de los niños. “Con las medidas que teníamos para el COVID-19, la gente no se reunía, no viajaba y tenía mucho cuidado con el enmascaramiento y el distanciamiento”, dijo Agha. “Y eso realmente ayudó a mantener a raya al COVID-19 y a todos los demás virus. Por lo tanto, una temporada de este RSV se perdió por completo. Y si se salta una temporada, no está produciendo anticuerpos contra él y las madres no están produciendo anticuerpos. que luego se puede transmitir a los bebés “, explicó

Como resultado, esos bebés pueden ser particularmente vulnerables al RSV cuando el mundo se vuelva a abrir. Los datos de diferentes países respaldan la idea de una brecha de inmunidad debido a una temporada omitida. “El mayor aumento relativo de casos se da en niños de un año, que perdieron una temporada de RSV que fue el otoño e invierno pasado”, dijeron funcionarios de Public Health England en un correo electrónico a la BBC.

El RSV podría en los próximos años ser combatido a través de una vacuna. La Argentina será uno de los países participantes en un ambicioso estudio cuyo objetivo es encontrar una vacuna anual que pueda mitigar los efectos de las tres enfermedades infecciones respiratorias más mortales: coronavirus, la gripe o influenza y la bronquiolitis. Del estudio global también participan EE.UU., Canadá, Finlandia, Japón, Sudáfrica y Países Bajos, entre otros.

A través del proyecto Vacuna 60 (www.vacunas60.com), el Hospital Militar de Buenos Aires ya abrió la inscripción para quienes quieran participar como voluntarios en el ensayo de Fase 3 de la vacuna contra el virus sincicial respiratorio (el principal responsable de la bronquiolitis), que comenzará en noviembre. Este es el auspicioso primer paso de la investigación, ya que el desarrollo de ese antiviral abre la puerta a una vacuna más ambiciosa, capaz de prevenir o mitigar los efectos de tres virus en simultáneo. El estudio científico está coordinado por el médico pediatra Gonzalo Pérez Marc, mientras que el infectólogo Fernando Polack forma parte de “la mesa de discusión del estudio y del diseño”.

“Eso ha derramado en el proceso de búsqueda para frenar otros virus respiratorios, aprovechar la experiencia con las vacunas ARNm, sus nueva plataformas que han funcionado excepcionalmente bien y se adaptan a nuevas variantes del coronavirus”. Pérez Marc destacó que el objetivo es aplicar esta innovación a otras dos grandes afecciones respiratorias virósicas: la gripe, que si bien ya se previene con una vacuna, el objetivo es aumentar la eficacia que actualmente no es tan alta, y en especial, el virus respiratorio sincicial (VSR).

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