La pandemia por COVID-19, con más de 223 millones de casos reportados y 4.6 millones de víctimas mortales oficiales en todo el mundo, ha paralizado nuestro día a día durante varios meses. La comunidad científica logró avances sustanciales nunca vistos en la historia de la humanidad y en menos de un año logró dar con varias vacunas contra el virus SARS-CoV-2, responsable de causar la afección que cambió hábitos y nos obligó a hablar de una “nueva normalidad“.
A pesar de las buenas noticias en relación a las campañas de vacunación que de alguna manera aminoran el avance del virus, el impacto de la crisis sanitaria por el nuevo coronavirus en la salud de las personas es de dimensiones desconocidas. En la Argentina, durante 2020 la gente dejó de ir al médico por miedo a contagiarse. Y las visitas al oftalmólogo no fueron la excepción.
En diálogo con Infobae, Germán Bianchi, médico oftalmólogo jefe de trasplante de córnea de la clínica Dr. Nano (MN 98.952), advirtió: “Desde mediados de marzo de 2020, a causa de la pandemia por el coronavirus, en la Argentina, como en otras partes del mundo, se suspendieron completamente las consultas y cirugías oftalmológicas programadas, al restringir la atención exclusivamente a las urgencias y a causa de esta interrupción prolongada en los cuidados de la salud visual, en la actualidad, es motivo de estudio evaluar qué efectos se pueden y/o podrían estar generando”.
“El primer aspecto para tratar, tanto a nivel nacional como en todo el mundo, es si el confinamiento y el aumento del uso de las pantallas pueden afectar la visión. Esto es algo que se está evaluando en diferentes grupos etarios. Y, por ejemplo, existe evidencia científica de que está aumentando la incidencia de la miopía en los niños, a la vez que se incrementaron las molestias y problemas en la superficie de los ojos en toda la población, como efecto de la sequedad ocular que se produce por un exceso de horas frente a las pantallas”, alertó Bianchi.
Pero, afortunadamente, según el especialista, las pantallas facilitaron la comunicación y fueron cruciales para intentar mantener el contacto con los pacientes y suplir, en parte, la falta de actividades presenciales mediante teleconsultas. Es un punto a favor de la tecnología en el contexto de este panorama inquietante. “Fueron de utilidad para, por ejemplo, evaluar si un problema requería un control presencial inmediato o se podía manejar mediante consultas virtuales. También fue y es de ayuda para la interacción con el paciente que está en tratamiento crónico, pero impedido de movilizarse, el cual pudo mantener la comunicación con su médico de manera remota”, rescató.
De acuerdo al oftalmólogo de clínica Dr. Nano, si bien con la pandemia se ha fomentado la aparición de nuevas formas de exploración virtual de los pacientes, en oftalmología hay procedimientos de consulta y, sobre todo, de tratamiento que requieren que el médico y el paciente estén en el mismo ámbito físico. “En la Argentina, las consultas oftalmológicas de rutina cayeron prácticamente a cero entre marzo y septiembre de 2020. Significa que el control de la salud visual de la población ha tenido una interrupción de 6 meses. En oftalmología, existen patologías cuyas manifestaciones iniciales son asintomáticas, silenciosas, como, por ejemplo, el glaucoma, las alteraciones retinianas en asociación con la diabetes o, incluso, diferentes procesos neoplásicos (sean generales o exclusivos del ojo), que, de no ser diagnosticados y tratados oportunamente, no sólo podrán evolucionar a la ceguera, sino que podrían tener un desenlace fatal”, manifestó.
También consultada por este medio, la doctora María Martha Pesaresi, (MN 87521), médica oftalmóloga titular hace 27 años del área de emergencias del Hospital Oftalmológico Pedro Lagleyze y directora médica la Clínica y Cirugía Ocular CYCO, opinó: “La pandemia ha afectado fuertemente al ámbito de la oftalmología. La mayoría de los pacientes han dejado de concurrir a sus controles oftalmológicos por temor al contagio y eso los ha llevado a un avance en su patología y empeoramiento de su visión”.
“Hay enfermedades crónicas como las maculopatias, las retinopatias, cataratas, el glaucoma y otras tantas que requieren controles periódicos, ya sea para estabilizarlas o para tratarlas y así evitar consecuencias visuales irreversibles”, resaltó.
“Los ojos son un sitio de expresión y de presentación de enfermedades generales, y, muchas veces, es a partir de la consulta que se puede llegar a su diagnóstico y establecer las interconsultas necesarias con las especialidades pertinentes. Durante 6 meses, personas que estaban realizando tratamientos para una enfermedad llamada degeneración macular asociada con la edad, lo detuvieron. Según el caso, posiblemente, esa interrupción haya agravado la patología a un punto de no retorno o, al menos, generará una disminución en la eficacia del tratamiento”, evaluó por su parte a Infobae Germán Bianchi.
De acuerdo a Pesaresi, “también hubo dolencias propias de la pandemia. Por ejemplo, la necesidad de adaptarse a la oficina en casa, a la escuela en casa, y el uso recreativo y prolongado de las computadoras, pantallas y celulares causaron casos de cansancio visual agravando síntomas de ojo seco. Estos síntomas se manifiestan como visión borrosa, sensación de arenilla o cuerpo extraño, ojos rojos, o irritados. También, en el caso de existir algún vicio de refracción como miopía, hipermetropía o astigmatismo podría aumentar su graduación”.
“Hoy en día son muchas las consultas por todas estas molestias que generan tantas horas frente a las pantallas”, añadió.
Otro aspecto para considerar, en donde coinciden todos los profesionales de la salud visual, es el de personas que tenían cirugías programadas como las cataratas, que no detuvieron su progresión durante la pandemia. Significa que su cuadro fue empeorando durante un tiempo determinado de, al menos, 6 meses, hasta que pudieron ser operadas, o aún están esperando para realizarla. “En el mejor de los casos, diferir en el tiempo ciertos procedimientos quirúrgicos afectó la calidad de vida de esas personas durante ese período. Pero, en muchos otros, el cambio de estadío de una enfermedad que requiere una cirugía para su resolución también modifica la expectativa del resultado quirúrgico, aumentando el porcentaje de posibles complicaciones”, alertan.
A su vez, Bianchi precisó: “Se retrasa también la función que tiene el médico oftalmólogo en el contexto de la medicina general, en su rol de detección y/o control de la evolución de otras patologías diabetes, cardiovasculares y hematológicas, problemas de tiroides, de hipófisis, alteraciones neurológicas, reumatológicas, dermatológicas y neoplásicas, sólo por nombrar lo más frecuente”.
Y en este punto resaltó que la función de la consulta oftalmológica en la infancia es, quizás, la más importante. “Por un lado, la visión es fundamental para el desarrollo intelectual de los niños, que estuvieron y siguen estando con clases virtuales. Y ya hay estudios que consideran que existirá un aumento de la miopía en el mundo, pero demorar un control oftalmológico en la infancia podrá influir definitivamente en la vida de esa persona ya que si no se detectan y corrigen las ametropías (miopía, hipermetropía y astigmatismo), oportunamente, se podrá generar algo llamado “ambliopía”, que significa que no se desarrolla correctamente la capacidad del sistema visual de forma integral (ojos y cerebro)”.
Y, según Bianchi, mientras más se demora su diagnóstico y tratamiento, más difícil será controlar las futuras secuelas. El estrabismo (desviación de los ojos) también es una causa de ambliopía, que puede ser corregida la mayoría de las veces mediante procedimientos quirúrgicos. No realizar una cirugía de estrabismo a tiempo en la infancia, no sólo podrá tener un impacto en la vida social de ese niño, sino que también podrá devenir en su ambliopía y discapacidad visual. Si se opera en la edad adulta, se podrá corregir el aspecto estético, pero no el funcional. Menos frecuentemente, el estrabismo en la infancia esconde problemas que pueden poner en riesgo la vida ya que hay tumores malignos que podrían ser la causa. La consulta oftalmológica de rutina en la infancia no puede diferirse y menos demorar los controles de pacientes que están en tratamiento o tienen anteojos porque el sistema visual se está desarrollando y puede haber cambios repentinos (entre 4 a 6 meses).
“En el mundo, se están evaluando las alteraciones que la pandemia del COVID-19 ha provocado en la visión, sea por demoras en los diagnósticos o por diferir la realización de tratamientos programados. Asimismo, el impacto del medioambiente asociado con el confinamiento y el aumento del uso de pantallas también podrían marcar un antes y un después. Todo lo anterior, es motivo actual de investigaciones en progreso, que, por ahora, dejan preguntas sin responder, acerca de cuánto y de qué forma este virus habrá afectado al sistema visual de la población. Las ciencias de la visión están ante un nuevo desafío”, concluyó.
“Es fundamental retomar los controles oftalmológicos cuanto antes y conocer la mejor manera de adaptarse a esta nueva modalidad mundial. La prevención es la mejor manera de cuidar nuestra salud visual”, alertó la directora médica la Clínica y Cirugía Ocular CYCO, María Martha Pesaresi.
En conversación con Infobae, el oftalmólogo Gustavo Bodino, presidente de la Cámara Argentina de Medicina Oftalmológica, amplió en coincidencia con Bianchi y Pesaresi: “En esta pandemia, lo que fundamentalmente nos preocupa a los oftalmólogos es la falta del control de las patologías crónicas que los pacientes padecen, cuya falta de control puede llevar a una disminución de la visión de manera no recuperable”.
“Los diabéticos, hipertensos, pacientes que tienen glaucoma, deberían controlarse, es fundamental que no abandonen a su oftalmólogo. Lo que se pierde no se recupera. Los consultorios y las clínicas oftalmológicas brindan bioseguridad para que concurran con absoluta tranquilidad a efectuar sus controles crónicos”, agregó.
Y aconsejó, dado a que la pandemia ha generado que se incremente el tiempo que pasamos frente a una pantalla desde el home office hasta las clases virtuales: “es recomendable que todos concurran a realizar el control o actualización de su visión mediante la corrección de sus anteojos o lentes de contacto. Esto facilita que tengan una buena función visual con la cuál se minimizan las dificultades o molestias ocasionadas a las largas jornadas que todos tienen con las computadoras”.
“Recomiendo a quiénes cumplan tareas ligadas a la visión cercana como son las jornadas laborales a través de computadores, emprender la siguiente rutina, a la que yo denomino 30-30, por cada 30 minutos de estar mirando la pantalla de un monitor se debe mirar 30 segundos en la distancia de la habitación u oficina en la cuál se encuentren y luego retomar otros 30 minutos de pantalla”, concluyó Bodino y aconsejó lubricar los ojos con las lágrimas recomendadas por oftalmólogos, aplicar una gotita en cada ojo por cada dos o tres horas de computadora.
Más consejos para tener en cuenta:
-Es importante retomar los tratamientos y estudios habituales
-Realizar controles con un oftalmólogo, él es quien les indicará la necesidad, en caso de existir, de la corrección con lentes
-Implementar pausas activas para descansar la vista, tratar de parpadear más o usar lubricantes oculares
-Bajar el brillo a las pantallas o utilizar lentes con tratamientos para reflejos
-No frotarse los ojos
-Sentarse a un brazo de distancia de la pantalla
-Estar en lugares ventilados
-Focalizar cada 20 minutos la mirada hacia un lugar distinto de la pantalla
-Controlar el tiempo de uso del celular en los niños
-Los niños no deberían tener contacto con pantallas antes de los 2 años
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