Más de 500 días de pandemia tienen consecuencias en la salud física, psíquica y emocional de toda la población. En estos meses muchos sufrieron procesos de duelo o de angustia, incertidumbre económica, o atravesaron situaciones que causaron malestar, tristeza o impotencia. Muchos de estos procesos son provocados, principalmente, por los cambios en la vida cotidiana que impuso el SARS-CoV-2,
Cada mes, el Observatorio de Salud, Medicamentos y Sociedad de la Confederación Farmacéutica Argentina releva datos sobre la comercialización de fármacos dispensados en todo el país. En el último reporte de julio se observó que, en el mercado total de medicamentos, bajaron las ventas en unidades respecto de junio (- 1%) pero en comparación con el año pasado, la tendencia es creciente y evidencia un aumento del 12,30%. En julio se vendieron 62.645.882 medicamentos en toda la Argentina.
En diálogo con Infobae, María Isabel Reinoso, presidenta de la Confederación Farmacéutica Argentina (COFA), explicó que entre los tantos impactos de la pandemia, uno de los más destacables es que “los médicos aumentaron la prescripción de psicofármacos, en casos de angustia, insomio, u otros trastornos mentales. Al principio del aislamiento, en los primeros meses más encierro, uno de los medicamentos que disparó las ventas fue la melatonina, un remedio que no precisa receta médica y se usa para conciliar el sueño, ya que las restricciones y otras circunstancias alteran el proceso de sueño”.
El aumento del consumo de estos medicamentos no para de crecer y está en niveles históricos: “Durante este año 2021, entre los 15 medicamentos más vendidos se ubican el clonazepam y el alprazolam, dos ansiolíticos”, advirtió Reinoso.
Según datos de la Confederación Farmacéutica Argentina, el expendio de psicofármacos subió 4,2% en los primeros 7 meses del año, pero la cifra más alta se da en el caso de los antidepresivos, que subieron 8,7 % en el mismo período.
Entre los antidepresivos se destaca el caso de la sertralina, que llega a un incremento del 13,4%, en cuanto al clonazepan el alza fue de 4,55%.
Otro de las grandes subas se registró entre los sedantes: las ventas de zolpidem, usado como un inductor del sueño y que se vende bajo receta, crecieron 25,8 % durante 2021.
“El crecimiento del consumo de psicofármacos empezó en marzo de 2020, cuando se decretaron las primeras medidas de aislamiento como estrategia para enfrentar la emergencia sanitaria, como ejemplo, los hipnóticos y sedantes crecieron 9,20% en 2020 respecto a 2019″, apuntó Reinoso y destacó que este será uno de los grandes problemas de la pospandemia: “Creemos que esta tendencia es algo para abordar en forma interdisciplinaria desde ahora, pero en especial en la pospandemia, los tratamientos en salud mental son prolongados, no es algo que va a resolverse rápido.”.
El Observatorio de Adicciones y Consumos Problemáticos de la Defensoría del Pueblo bonaerense elaboró un informe sobre la evolución de la comercialización de medicamentos durante el 2020, y detectó que “dos psicofármacos, que se venden bajo receta archivada, se encuentran entre los 15 más vendidos y la tasa de crecimiento de la cantidad de unidades dispensadas de estos remedios supera varias veces el promedio general. Se trata del Clonazepam y del Alprazolam, psicotrópicos que actúan sobre el Sistema Nervioso Central y son utilizados en distintos tratamientos psiquiátricos. En comparación con 2019, durante 2020 se vendieron 187.009 unidades más de Clonazepam (+3,93%) y 286.801 unidades más de Alprazolam (+6,31%)”. El informé advirtió que “estos porcentajes triplican y quintuplican respectivamente el promedio general de incremento de unidades dispensadas de medicamentos, registrado el año pasado (+ 1,36%)”.
En diálogo con Infobae, Enrique De Rosa, médico forense, neurólogo y psiquiatra alertó sobre los efectos a largo plazo del aislamiento y las restricciones: “La pandemia de coronavirus ya lleva más de 500 días, millones de muertos, contagiados, sintomáticos o no, y, además del efecto específico del virus, padecemos todos las inimaginables consecuencias de un cambio existencial histórico a escala planetaria. Eso también nos ha generado un estado de tensión permanente, de estrés, con su inevitable consecuencia de agotamiento, fatiga, cansancio, irritabilidad, baja tolerancia. Cada uno lo experimentará y pondrá un nombre a su malestar, pero al igual que la pandemia, en mayor o menor medida, es una afección colectiva”.
La manera en que cada persona se relaja y busca distender las preocupaciones, depende de múltiples factores, De Rosa señaló que: “de la misma manera que cada uno denominará a su malestar, lo que le permite identificarlo, también buscará diferentes formas de enfrentarlo, de poder liberarse del mismo. Así hay un resurgimiento muy favorable con la vida sana, deporte, cuidado en la alimentación, técnicas de meditación u otras prácticas que, hasta hace unos años poco difundidas, revalorizar el encuentro con el otro, el diálogo positivo, la sinergia, la colaboración”.
Sin embargo, no todos logran sobrellevar la angustia, la tristeza o los malestares psíquicos generados por la “nueva normalidad” impuesta por la pandemia. Al respecto, De Rosa señaló: “hay quienes, quizás en la incapacidad de utilizar esa u otras estrategias de manera eficiente, pueden buscar algo que los libere rápidamente, de ese malestar tan difuso como constante. En este camino se registra un aumento en el consumo de psicofármacos, muy frecuentemente automedicados”.
“En muchos casos esa automedicación se inicia como un tratamiento médico, pero que, si bien fue sugerido o recetado por un especialista médico, muchos pacientes no siguen indicaciones claras de dosis, de objeto de tratamiento, de duración especialmente, banalizando los graves efectos de la automedicación crónica sin control ni diagnóstico”, remarcó el psiquiatra y neurólogo De Rosa.
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