Desde el lunes 26 y hasta el sábado 31 de julio, se celebrará en Argentina la tercera edición de la “Semana de No Dulzura”, una campaña de bien público que emerge de la sociedad civil con el propósito de generar conciencia sobre la importancia de moderar el consumo de azúcar y promover una mejor educación alimenticia para prevenir enfermedades.
La campaña de este año tiene como lema “¡Azúcar oculto, al frente!”, con el fin de apoyar la implementación de la ley de etiquetado frontal de alimentos, la cual busca proteger y garantizar el derecho a la salud y a la información. Cabe recordar que esta ley obtuvo en 2020 media sanción en el Senado y el último 13 de julio obtuvo dictamen en Diputados.
Según estudios recientes en Argentina consumimos 114 gramos de azúcar diarios por habitante, el triple de lo recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) que va entre 25 y 50 gramos. Este exceso contribuye al crecimiento de la obesidad y las enfermedades crónicas no transmisibles (como la diabetes, el cáncer, las enfermedades cardiovasculares y enfermedades cerebrovasculares), que son la primera causa de muerte en el país.
Azúcar, al frente
Más de la mitad de los productos que hoy están en góndolas contienen azúcar, la cual está presente en productos impensados como por ejemplo pastas de dientes, pan de molde, salsas, aderezos, pizzas congeladas, entre otros. Y también está en mayores proporciones a las que pensamos e identificada con nombres o siglas de difícil reconocimiento (como jarabe de maíz o JMAF, fructosa, sacarosa, sirope de agave, dextrosa, melaza, panela, jarabe de glucosa, concentrado de fruta, melaza, etc.).
Por eso, la #semanadelaNOdulzura apoya en 2021 la iniciativa del sistema gráfico de advertencias (octógonos negros) que busca visibilizar en los envases aquellos ingredientes críticos que en exceso resultan nocivos para la salud (como azúcar, grasas, sal o calorías) y le permiten al consumidor tomar decisiones de compra mejor informadas. La licenciada en Nutrición Antonella Robledo Irigoyen (MP 2151), una de las impulsoras de la “Semana De la No Dulzura”, sostiene que “la ley de etiquetado frontal que obtuvo dictamen es importante para moderar el consumo de azúcar y combatir la pandemia de la obesidad” y agregó que “está basada en los mejores estándares de salud pública y en evidencia científica libre de conflicto de interés. Esto es vital para ponerle un límite a la industria, que tiende a aprovechar los vacíos legales para promover alimentos no saludables, sin declarar si contienen azúcar, haciendo creer que un alimento es saludable cuando no lo es”.
Educación alimentaria en las escuelas y en casa
La ley de etiquetado frontal de alimentos que recibió dictamen en Diputados también incentiva la educación alimentaria. Cualquier alimento que tenga un sello no se va a poder vender dentro de los entornos escolares dicta que el Consejo Federal de Educación deberá promover la inclusión de actividades didácticas y de políticas que establezcan los contenidos mínimos de educación alimentaria nutricional en los establecimientos educativos de nivel inicial, primario y secundario del país.
“Proteger a las infancias también es uno de los objetivos de la Semana de la No Dulzura. Por eso, además de mandar el #AzucarOcultoAlFrente, en esta tercera edición incentiva la elaboración de un proyecto de ley sobre #EducaciónAlimentaria en los colegios, el mismo año en que se promulgó la ley de educación ambiental, que tanto festejamos”, explicó Nito Anello, fundador de Zafranito, una de las empresas que forma parte de la iniciativa.
“Aprender a alimentarnos bien es uno de los grandes aprendizajes que necesitamos para la vida. Hay experiencias interesantes que hacen algunas escuelas cuando les proponen a los chicos, por ejemplo, que planifiquen y preparen menús saludables, que reflexionen sobre sus propios hábitos nutricionales o que analicen las etiquetas de distintos alimentos y las publicidades que anuncian golosinas o alimentos destinados a los niños. Es importante darles el conocimiento y las herramientas para que puedan tomar buenas decisiones y desarrollar hábitos saludables que los acompañen durante toda la vida”, sostuvo Melina Furman, master y doctora en Educación por la Universidad de Columbia en los Estados Unidos. Furman es investigadora del CONICET y profesora asociada de la Escuela de Educación de la Universidad de San Andrés.
La “Semana de la No Dulzura” tiene un alto componente educativo, propone reeducar el paladar y repensar las costumbres. Por eso, la celebración coincide con la última semana de receso escolar en Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Provincia de Buenos Aires, Jujuy, Santa Cruz, Santiago del Estero y Tierra del Fuego, cuando la población para la pelota y está más permeable a probar nuevos hábitos.
El origen de la semana
La iniciativa surgió en 2019 como una reacción frente a la famosa Semana de la Dulzura, que nació en 1989 para promover el consumo de golosinas en kioscos. Esta semana, en cambio, promueve una alimentación saludable y la compra en dietéticas y verdulerías.
Apoyada por decenas de organizaciones, nutricionistas, emprendedores, periodistas, comunicadores y diversos actores del ecosistema de la alimentación saludable se consolidó como un movimiento, organizado de manera colaborativa, horizontal y federal. La “Semana de la NO Dulzura” expresa “un espíritu de época”, manifiesta que hay diversos actores de la sociedad civil que buscan mejorar la alimentación.
Narda Lepes, súper cocinera argentina y embajadora de la cocina saludable, se suma a la semana y llama a moderar el consumo. “El azúcar oculto nos va atrofiando el paladar hasta que ya no podemos sentir y disfrutar el dulzor natural de una fruta. Tenemos que bajar nuestro consumo de azúcar, la que vemos y la que no vemos. Y sobre todo los niños no deberían consumir jarabe de maíz de alta fructosa, que es el peor tipo de azúcar. No digo dejar, no es ‘nunca nada’, pero bajar la cantidad, todos”, aclaró.
“Esta semana es para todos los padres y madres que se sienten tan mal como yo cuando a mi hija le dicen en el cole que hay un día a la semana para meriendas o desayunos saludables, cuando sus dibujitos preferidos aparecen en postrecitos o galletitas ultra-azucaradas, cuando él o la pediatra la premia con caramelos o cuando las líneas de cajas de los supermercados están repletas de golosinas. Esta semana es una forma de decirle que no a todo un sistema que propicia la obesidad infantil y enferma a las personas. Para cambiarlo necesitamos la nueva ley de etiquetado frontal de alimentos, un sistema educativo que brinde educación alimentaria y un nuevo sistema que no sólo piense en el lucro”, añadió Anello.
Muchas voces con un mismo espíritu
La pandemia del coronavirus agravó aún más la pandemia de la obesidad y la inseguridad alimentaria, tanto a nivel mundial como en la Argentina, asociada a menor poder adquisitivo, estrés, ansiedad, desorden y sedentarismo. Esto indica un reciente informe presentado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, ONUAA, o más conocida como FAO, “El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2021. Transformación de los sistemas alimentarios en aras de la seguridad alimentaria, una mejor nutrición y dietas asequibles y saludables para todos”. Según la bibliografía ambas pandemias se potencian entre sí en un círculo vicioso, dado que el virus golpea más fuerte la realidad de los sectores más vulnerables, ahondando las desigualdades económicas, empeorando la calidad de la alimentación y, de este modo, aumentando el riesgo sanitario.
En sectores de clase media urbana, varios especialistas observan algunos cambios positivos en los hábitos de consumo. Para la licenciada en Nutrición Romina Lucarelli (M.N. 8.525), “con el encierro muchos invierten más tiempo en la cocina casera. Se ganó más conciencia al hacer las elecciones de compra. Preferimos más alimentos y menos productos, beneficiosas para la salud y la economía familiar. Hacemos partícipes a los chicos en la cocina y nos animamos a preparar golosinas saludables”.
Lo anterior explica el crecimiento del mercado de la alimentación saludable, dietéticas de barrio, bolsones de frutas y verduras agroecológicas, más oferta orgánica, vegana, de harinas integrales, entre otras tendencias. “La ‘Semana de la NO Dulzura’ es una expresión más de un nuevo consumidor que reacciona frente a la industria, que quiere saber qué está comiendo, y cómo afecta eso su salud, la sociedad, los animales y el ambiente. La pandemia aceleró ese crecimiento en consciencia. Nosotros somos testigos del aumento en la venta de productos veganos, de la creación de nuevos puntos de venta y nuevas marcas”, subrayó Pancho Piñero Pacheco, presidente de la Asociación de Productores de Alimentos a Base de Plantas.
El problema es que, en paralelo con estas tendencias saludables, en los sectores más vulnerables crece el consumo de los ultra procesados baratos. Luciana Padduano, licenciada en Nutrición (M.N 2.731), miembro de la Comisión Directiva de la Asociación Argentina de Dietistas y Nutricionistas Dietistas, dice que “el exceso de azúcar es un negocio para pocos que afecta negativamente a muchos, pero especialmente a los más vulnerables”. “En América, esta planta egoísta –como llama Eduardo Galeano a la caña– arrasó bosques y malgastó la fertilidad natural de los suelos, utilizó mano de obra esclava, empobreció pueblos y naciones. Su producto, el azúcar, no fue menos egoísta. Su accesibilidad y dulzor lo hicieron un ingrediente central de muchos comestibles de mala calidad nutricional dirigidos a población vulnerable e infantil, como polvos chocolatados, cereales para el desayuno, yogures, galletitas o postres”, asevera.
Según Matías Osman, emprendedor de la alimentación, “comer sano o con menos azúcar no es un problema directamente de plata sino la raíz de un sistema alimentario que genera hambre y obesidad al mismo tiempo, además de desigualdad social y desequilibrio ecológico”. “El año pasado armé el Proyecto Alimentum y corrí una maratón para demostrar que estaba saludable después de haberme alimentado durante seis meses con un presupuesto que representaba la mitad de la canasta básica alimentaria argentina, una dieta sin proteína animal (ni carne, ni huevos, ni leche), sólo vegetales, frutas, legumbres, cereales y frutos secos. Por eso sé que podríamos alimentarnos todos mejor y sin tanto dinero”, cuenta.
“Desde el área de la alimentación sana de la UTT estamos apoyando y promoviendo una semana donde la dulzura sea hacerte un jugo con frutas de estación, empezar a experimentar con tés fríos, yuyos, plantas de stevia, hierbas medicinales y hacer tus propios dulces saludables con frutas o verduras de estación. Hay una alimentación sana que está al alcance de nuestras manos y que viene del alimento verdadero, el que producen los campesinos con sus propias manos, con acceso a la tierra y la agroecología”, finalizó Rosalía Pellegrini, coordinadora de la Unión de Trabajadores y Trabajadoras de la Tierra.
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