Desde el inicio de la pandemia y ante la saturación del sistema de salud, varios procedimientos fueron relegados, priorizando la atención de pacientes con COVID-19. Mas allá de la prioridad de uno sobre otro frente a un lugar en los hospitales y sanatorios, esta situación ha creado un nuevo escenario en la atención de los pacientes y el manejo de sus familias frente a una cirugía.
Según lo explicado por el doctor Julio Lazarte, médico cirujano (MN 151181). Miembro de la Asociación Argentina de Cirugía, las intervenciones quirúrgicas y COVID-19 son dos competidores que están aprendiendo a convivir y que alcanzan a todos los actores involucrados en este proceso.
Por un lado, para los pacientes quirúrgicos -sobre todo los oncológicos- que viven el hospital como su hogar, y necesitan una contención particular y conocer a sus médicos y enfermeros. Hoy, ese hogar está invadido por la pandemia y las caras tapadas por barbijos y máscaras. Por el otro, los profesionales de la salud se han tenido que adaptar, abordando la atención de todas las patologías y la protección de estos pacientes con nuevos protocolos y normas. Los cuidados paliativos, que tienen un valor increíble para los pacientes y sus familias, en esta época son una respuesta humana, científica y ética indispensable como lo son el derecho a una muerte digna y al acompañamiento.
Además, se crea otro mundo por fuera de la institución médica en la que los familiares dependen de la claridad de los informes y la confianza que se le tiene a los médicos. Por suerte, en la mayoría de los casos, la relación con el paciente se mantiene impoluta. Incluso más afianzada, ya que ahora el médico es el nexo con sus familiares. “Hemos tenido que reinventarnos. Ahora sacamos fotos a los pacientes internados, grabamos videos para sus seres queridos y tratamos de hacer y sacar lo mejor de todo esto”, destacó Lazarte.
Los 5 cambios en el manejo de pacientes quirúrgicos y sus familias
-Duelos: Una gran cantidad de familias no pueden hacer una despedida adecuada. Los médicos han prestado mucha atención a la soledad inevitable de los enfermos en contexto del COVID-19 al final de sus vidas, y hacen todo lo que está a su alcance para lograr que estén lo más acompañados posible. Si es en su hogar mejor, pero a veces deben cursar sus últimos momentos de la vida en el hospital, acompañados de sus médicos y enfermeros.
-Soledad: En este contexto de aislamiento, los pacientes que son operados no pueden estar acompañados por sus familiares como solían hacerlo. Esta situación pone a los pacientes y las familias en un estado de vulnerabilidad extrema, que se debe tener en cuenta para una recuperación exitosa.
-Partes médicos: Es comprensible que la familia solicite información sobre la evolución de su familiar, y ahora más que nunca esperan con ansias novedades de su estado de salud. De repente deben dejar a su familiar para que se someta a una cirugía y no pueden verlo hasta que se le dé el alta. Con la pandemia los informes se dan por vía telefónica, provocando un drástico cambio en la relación médico-familia.
-Visitas: Para evitar la circulación de personas dentro de los centros de salud, las visitas y acompañantes quedaron completamente suspendidos.
-Distancia: Lamentablemente esta modalidad tiene algunas deficiencias. No poder dar un informe cara a cara es realmente difícil. Si bien los profesionales intentan ser lo más claros posible, falta el feedback de las reacciones faciales que les permite darse cuenta cuánto llegó del mensaje.
El COVID-19 ha generado infinitos cambios en los pacientes, las familias, los profesionales de la salud y el modo de abordar las intervenciones y la atención médica. “Ya queda menos, difícilmente todo vuelva a ser como antes. Creo que mucho volverá mejorado. La tecnología, que en un principio incentivaba la desconfianza, está, de a poco, siendo una herramienta fundamental de acompañamiento para nuestros pacientes” concluyó el doctor Lazarte, miembro de la Asociación Argentina de Cirugía.
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