Desde el inicio de la Campaña Nacional de Vacunación contra COVID-19 se notificaron en el país hasta el 9 de abril 29.232 eventos supuestamente atribuidos a vacunación e inmunización (ESAVI) al Sistema Integrado de Información Sanitaria de Argentina (SIISA) tras la aplicación de 5.493.153 dosis de vacuna contra el COVID-19.
Según un documento de la Comisión Nacional de Seguridad en Vacunas (CoNaSeVa), de los eventos notificados por las 24 jurisdicciones, el 99% (28.952) fueron leves y moderados y 280 eventos (0,95%) fueron hospitalizados para tratamiento.
Hasta la fecha señalada, del total de vacunas aplicadas en la Argentina, 3.414.158 (62%) corresponden a Sputnik V, 1.295.940 (23,5%) a Sinopharm, 587.816 (10%) a Covishield y 195.239 (3,5%) a la formulación elaborada por la Universidad Oxford y el laboratorio AstraZeneca, según las jurisdicciones reportaron en el Registro Federal de Vacunación Nominalizado (NoMiVac).
La vacunación con Sputnik V fue la primera en implementarse en la Argentina desde el inicio de la Campaña Nacional el 29 de diciembre de 2020 y es la más utilizada hasta la fecha, de allí que la mayor parte de los efectos adversos reportados pertenezcan a esta formulación. “Es muy importante resaltar que ante el inicio de una Campaña de vacunación en un contexto de pandemia, y con la introducción de una nueva vacuna, es esperable que la sensibilidad del sistema de vigilancia sea muy alta -aclara el documento del organismo dependiente del Ministerio de Salud-. Es decir, se cuenta con un sistema conformado por personal de salud capacitado para la detección y notificación de eventos”.
Esta mayor sensibilidad del sistema de vigilancia se vio reflejada especialmente con la vacuna Sputnik V, que fue la primera vacuna e introducirse en un contexto de incertidumbre mientras se construye la confianza relacionada con la seguridad de las vacunas.
Así las cosas, se registraron 25.426 eventos relacionados (tasa=744/100.000 dosis) a la vacuna Sputnik V que consistieron en: fiebre, cefalea, mialgias, artralgias, reacciones locales, diarrea, vómitos, náuseas y alergia. Asimismo, los reportes dan cuenta de cuadros de anafilaxia (0,02%) en personas con antecedentes de alergia grave que no habían sido referidos en el acto de la vacunación.
Si bien la tasa de eventos posteriores a la aplicación de la vacuna Sputnik V es elevada, las autoridades sanitarias resaltaron que “la mayoría de los eventos fueron leves o moderados y ocurrieron dentro de las primeras 72 horas de la aplicación con recuperación ad integrum, lo que representa un adecuado perfil de seguridad para su utilización”.
“Las vacunas actuales han demostrado un satisfactorio perfil de seguridad. A pesar de ello, cuando se vacuna a una gran cantidad de población pueden presentarse efectos adversos, la mayoría de ellos leves e infrecuentes -continúa el documento-. Para el control de los mismos existen en todos los países sistemas de declaración o notificación de posibles efectos adversos relacionados con la administración de las vacunas. Es muy importante que el personal sanitario implicado en la vacunación participe activamente en esta monitorización”.
Un tweet del científico del Conicet Fabricio Ballarini había generado hace unos días curiosidad entre sus más de 111 mil seguidores. “Tenés muchas más probabilidades de morir por un accidente doméstico o por accidente de tránsito o por COVID-19 que tener un efecto secundario severo por una vacuna contra COVID-19. Y dependiendo la edad casi las mismas chances de que te parta un rayo”, publicó el director de la carrera de Bioingeniería del ITBA en la red social del pajarito.
Y acompañó su publicación con un gráfico, que según pudo ver Infobae comparaba las probabilidades de efectos adversos severos de la vacuna AstraZeneca con otros riesgos. Así, se veía que a los 25 años, el riesgo de un efecto secundario grave es de 11 en un millón, y de 4 en un millón a los 55 años. A las mismas edades, el riesgo de muerte por COVID-19 es de 23 en un millón y 800 en un millón respectivamente, según el Centro Winton para la Comunicación de Riesgos y Evidencias de la Universidad de Cambridge, que Ballarini citó como fuente de los datos que compartió.
En consideración del mismo organismo, las probabilidades de muerte por accidente o daño son 110 en un millón a los 25 años y 180 en un millón a los 55. En tanto, las chances de perder la vida en un accidente de tránsito son 38 en un millón a los 25, y 23 a los 55 años.
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