¿Es posible rehabilitar el sentido del olfato en pacientes recuperados de COVID-19?

Hasta 2019, el 5% de la población mundial era anósmica y entre el 16% y el 20% presentaba alteraciones olfatorias, según la OMS. Sin embargo, en tiempos de pandemia, muchas personas lo padecen como síntoma de coronavirus

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Hasta el año 2019, el 5% de la población mundial era anósmica y entre el 16% y el 20% tenía alteraciones olfatorias
Hasta el año 2019, el 5% de la población mundial era anósmica y entre el 16% y el 20% tenía alteraciones olfatorias

El olfato es un sentido químico, que actúa como un sistema de vigilancia y de alarma (por ejemplo, frente a escapes de gas y la presencia de humo). Si bien los olores son invisibles, su percepción es muy importante en la vida cotidiana: están presentes en la casa, en el medioambiente, en nuestro cuerpo, en las fábricas y en las industrias. Los olores están por doquier y forman parte de nuestra interacción en el ambiente social.

El sentido del olfato comienza a formarse entre la quinta y la sexta semana de gestación y, al momento del nacimiento, está completo: el recién nacido busca inmediatamente su alimento y la protección de su madre guiado por su olfato.

Según datos proporcionados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), hasta 2019, el 5% de la población mundial era anósmica y entre el 16% y el 20% tenía alteraciones olfatorias.

Infección por el SARS-CoV-2

El nuevo coronavirus del 2019, llamado SARS-CoV-2 es el responsable de la COVID-19. Ingresa por la cavidad oral, los ojos y las fosas nasales. Es responsable de uno de los síntomas cardinales del COVID-19: la anosmia.

El coronavirus tiene, en su estructura, dos proteínas de entrada necesarias para infectar:

-Enzima convertidora de angiotensina II (ACE, por su sigla en inglés).

-Proteasa transmembrana serina 2 (TMPRSS, por su sigla en inglés).

El virus SARS-CoV-2 ingresa por la cavidad oral, los ojos y las fosas nasales. Es responsable de uno de los síntomas cardinales de la COVID-19: la anosmia
El virus SARS-CoV-2 ingresa por la cavidad oral, los ojos y las fosas nasales. Es responsable de uno de los síntomas cardinales de la COVID-19: la anosmia

El virus entra con una tercera proteína clave en su superficie, llamada proteína S (de spike, espiga en inglés) a la proteína ACE2 y así entra en acción con la proteasa TMPRSS2. A partir de aquí, hay tres teorías que pueden explicar la acción del coronavirus sobre la vía olfatoria:

-Puede ocurrir la lesión del receptor de la célula olfatoria o primera neurona. Esto también puede ocurrir en otras virosis: es frecuente observarlo luego del alta por un cuadro de gripe (causado por el virus influenza) o después de un resfrío (causado por un rinovirus). La pérdida de olfato luego de estos cuadros se conoce como anosmia posviral.

-Luego del ingreso del coronavirus, los sensores presentes en los receptores de la célula sustentacular (que está al lado de la célula olfatoria) se activan con el ARN viral e inducen la producción de interferón, que es un mediador inflamatorio. Esto desencadena la llamada tormenta de citocinas: estas células tienen muchos receptores ACE 2 que actúan como “anfitriones”, aumenta el proceso inflamatorio, el virus pasa a las células olfatorias, cuyos receptores se bloquean y así se produce la replicación del virus.

-Una tercera hipótesis es que el sistema inmune responde de manera sobreexagerada a la presencia del virus y se produce una muerte programada de las células (como mecanismo de defensa), proceso que se denomina apoptosis.

Cualquiera sea la hipótesis correcta, lo cierto es que los mecanismos descriptos impiden la entrada de los olores, por lo que queda interrumpida la transmisión de los estímulos al cerebro, más específicamente al rinencéfalo, que es el lugar donde realmente olemos.

El coronavirus tiene, en su estructura, dos proteínas de entrada necesarias para infectar
El coronavirus tiene, en su estructura, dos proteínas de entrada necesarias para infectar

Resumen anatómico

La mucosa nasal presenta:

-El epitelio respiratorio, de tipo cilíndrico ciliado seudoestratificado.

-El epitelio olfatorio formado, a su vez, por:

-Las células basales.

-Las células de sostén.

-Las células olfatorias o primera neurona (son las únicas neuronas que están fuera del cerebro). Son las células principales, se encuentran en el techo de las fosas nasales (cornetes superiores) y ocupan entre 2,5 cm2 y 5 cm2.

El sentido del olfato disminuye con los años y dos tercios de las personas reportan algún tipo de pérdida del olfato a los 70 años.
El sentido del olfato disminuye con los años y dos tercios de las personas reportan algún tipo de pérdida del olfato a los 70 años.

Manifestaciones clínicas

Durante la enfermedad, la anosmia puede ser el único síntoma o acompañar a los otros síntomas que entran dentro de la definición de caso de COVID-19.

Este síntoma puede desaparecer y el paciente puede recuperar su olfato (no siempre al 100%, según evidencias), puede continuar con la anosmia o puede transitar por las disosmias, que son distorsiones en las interpretaciones de los olores.

Disosmias

Las células basales que forman parte de este complejo epitelio reemplazarían a las células dañadas. Reciben los estímulos odoríferos (que son señales químicas), pero la transmisión al rinencéfalo llega de manera confusa. Así se perciben los olores, que viajan por caminos erráticos, no precisamente por el tracto olfatorio. Según la experiencia profesional, esta alteración se corrige con el tiempo, a base de mucha paciencia y constancia.

Las disosmias son alteraciones que suelen aparecer en el largo plazo, afectan de manera notable la calidad de vida de los enfermos y también su salud mental, esta situación se transforma en un padecimiento continuo. Se debe tener en cuenta que el olfato da el 80% del sabor: los pacientes con disosmias sienten que la comida está en mal estado, por lo que dejan de comer y aparecen las consecuencias de la ingesta nutricional limitada. Esto repercute tanto en un descenso como en un aumento del peso corporal.

A nivel emocional, las personas se sienten deprimidas y tienden a aislarse, pues no encuentran placer no solo en comer y beber, sino en compartir momentos con sus afectos: se pierden esas sensaciones, emociones y placeres asociados al sentido del olfato. Las consecuencias suelen ser devastadoras y afectar, incluso, las relaciones interpersonales e íntimas.

Las células basales que, como se mencionó, forman parte de este complejo epitelio, reemplazarían a las células dañadas
Las células basales que, como se mencionó, forman parte de este complejo epitelio, reemplazarían a las células dañadas

Tratamiento y rehabilitación

Es importante tener en cuenta que la consulta a un especialista es primordial: la recuperación se logra mediante el tratamiento médico, el estudio del olfato mediante la olfatometría y la rehabilitación.

Desde hace más de una década, existe clara evidencia de que el entrenamiento con sustancias odoríferas puede restablecer el olfato.

En 2009, un grupo de investigadores alemanes liderado por el especialista Thomas Hummel describió esta maravillosa posibilidad de reentrenar el olfato gracias a la plasticidad cerebral. Para ello, se propone diseñar un protocolo individualizado según las prioridades de cada caso y el daño ocasionado. Esto hace de la terapia de entrenamiento un proceso personalizado.

La base del entrenamiento es que el paciente asocie diferentes olores con la memoria. Se trabaja con un solo olor por vez, la exposición repetida y la evocación de recuerdos asociados a esa sustancia suele traer de vuelta la sensación olfatoria.

Los ejercicios duran entre 5 segundos y 5 minutos, y se realizan tres o cuatro veces por día, en un ámbito que permita mucha concentración.

Un estudio internacional publicado en la revista médica JAMA Network Open concluye que el 82% de los pacientes hospitalizados por COVID-19 desarrollan síntomas neurológicos que van desde dolores de cabeza a la pérdida del olfato o el gusto, lo que multiplica por seis el riesgo de morir (EFE/Carlos Ortega/Archivo)
Un estudio internacional publicado en la revista médica JAMA Network Open concluye que el 82% de los pacientes hospitalizados por COVID-19 desarrollan síntomas neurológicos que van desde dolores de cabeza a la pérdida del olfato o el gusto, lo que multiplica por seis el riesgo de morir (EFE/Carlos Ortega/Archivo)

Según las experiencias recogidas con pacientes anósmicos, se recomienda no pasar a un segundo olor hasta que el primero no sea reconocido. Además, se le solicita a la persona que, en caso de tener comprometido el sabor, pruebe alguna golosina que coincida con el olor que se ejercita. Por ejemplo, en caso de oler menta, se le pide acompañar el ejercicio con una golosina de menta, eucalipto o mentol.

Se sugiere no mezclar los olores y, de ser posible, eliminar todos los olores de la casa. También es importante no oler varios a la vez, ya que esto podría confundir aún más las señales enviadas al cerebro y afectar negativamente la identificación y la discriminación de los olores, que puede no ser precisa en ese momento.

El entrenamiento olfativo basado en la estimulación repetida es una experiencia que mejora las habilidades olfativas. Es una terapia beneficiosa y esperanzadora para los pacientes con pérdida de olfato por coronavirus.

Junto con el tratamiento médico y la contención profesional, estas terapias de rehabilitación son la mejor opción que se le puede ofrecer a las personas afectadas por anosmia secundaria a COVID-19.

Dra. Stella Maris Cuevas (MN: 81701) es médica otorrinolaringóloga - Experta en olfato – Alergista. Expresidenta de la Asociación de Otorrinolaringología de la Ciudad de Buenos Aires (AOCBA)

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