Vanina Kanoore Edul sintió a los 8 años que quería ser médica. Sus abuelos habían llegado pobres y analfabetos desde Siria a la Argentina. Sus padres le inculcaron el valor del estudio y el esfuerzo para salir adelante a pesar de todo. Y la influencia de tener tíos que se dedicaron a la medicina hizo que Kanoore Edul estudiara esa carrera. Pensó en ser psiquiatra. Pero su padre sufrió un ACV a los 60 años, estuvo en terapia intensiva y murió. “Creía que la terapia era un lugar deshumanizado, pero vi que había tanta contención para mi papá, y para nosotros, su familia, que elegí esta especialidad que es realmente maravillosa”. Dice “maravillosa” desde una mirada muy particular, en diálogo con Infobae. Siente que esa especialidad médica le da la oportunidad de ayudar a los demás y salvar vidas. Hoy más que nunca
Porque la segunda ola de la pandemia en la Argentina está golpeando con todo. El 31% de los pacientes en las terapias intensivas de hospitales de todo el país tiene menos de 49 años. El 15% de los fallecidos tiene menos de 50 años, según los registros del Ministerio de Salud de la Nación. Muchos muertos no tenían enfermedades previas diagnosticadas. Pero el coronavirus hizo estragos.
Para Kanoore Edul, cada paciente no es un número. No es una cama ocupada. “Cada paciente con COVID-19 que fallece es una persona que muere por una enfermedad totalmente prevenible”. Cada muerte la impacta emocionalmente. “Un paciente de 40 años pasó 16 días con nosotros, el equipo de terapia intensiva -cuenta-. No tenía enfermedades previas, y se murió. Fue muy fuerte explicarle a la hermana que había fallecido, y que nos contestara llorando: ¿Cómo se lo digo a mi mamá? Aun estoy impactada”.
La médica, de 47 años, atiende en las terapias intensivas del Hospital Fernández y el Sanatorio Otamendi en la Ciudad de Buenos Aires. Es madre, investigadora en la Universidad Nacional de La Plata y miembro de la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva. A pesar de sus años de experiencia, la pandemia por el coronavirus no deja de sorprenderla con cada pérdida.
“En febrero, murió mi hermano de 45 años por un cáncer que no tenía tratamiento. Pero es angustiante ver que mueren tantas personas por una infección que sí puede prevenirse si la gente redujera las salidas, usara bien los barbijos, siguiera siempre el distanciamiento social, y evitara las reuniones sociales en ambientes cerrados”, afirma.
Anoche, el Gobierno del Presidente Alberto Fernández anunció un aislamiento masivo por 9 días. La Argentina se encuentra entre los 3 países que más muertes reportó por millón de habitantes en la última semana en el mundo, según el sitio OurWorldInData. Durante la última semana se registraron récords de pacientes en las unidades de terapia intensiva, con 5.951 pacientes. Hasta ahora, solo el 4.7% de la población accedió a recibir dos dosis de las vacunas que brindan protección contra el COVID-19.
El 80% de los mayores de 60 años tiene ya su primera dosis, y sería uno de los factores que hicieron que se redujera la proporción de pacientes de esas edades en las terapias intensivas durante los últimos dos meses. Además, otro de los factores que influyen en el aumento de casos serían las variantes de preocupación del coronavirus que están circulando en el país, y que se detectan con más frecuencia cuando se hace el estudio de vigilancia genómica. Como crecieron en marzo los contagios, aumentaron los casos de cuadros graves, y también el número de personas más jóvenes en números brutos en las terapias intensivas.
“En este momento la mayoría de las terapias intensivas están al 100% en muchas provincias. El año pasado, la cuarentena masiva sirvió para que se incorporaran más camas, respiradores y otros insumos en los hospitales, y se evitaron muertes. Pero ahora la situación es mucho más complicada porque además de que hay escasez de camas y de medicamentos en terapia intensiva, el perfil de los pacientes es muy homogéneo: la mayoría está muy grave, y el personal de la salud está exhausto porque llevamos más de un año atendiendo en el contexto de esta tragedia”, sostiene Kanoore Edul.
El cuadro es más que preocupante. Antes de la pandemia, la mortalidad de las terapias intensivas en los hospitales de la Argentina estaba en promedio entre el 20 y el 30% de los pacientes. “El año pasado, con la doctora Elisa Estenssoro, se hizo un relevamiento que reveló que la mortalidad en las terapias intensivas fue del 57% durante la primera ola del COVID-19. Pero ahora la situación es mucho peor”, dice Kanoore Edul.
Argumenta: “Aumentó el número de ocupación de camas. Los pacientes están en una situación crítica de manera homogénea. Hay personal de la salud que se murió por COVID-19 y otros profesionales que han reducido el número de horas de trabajo por el estrés que están sufriendo. Muchos están tomando antidepresivos. Con menos personal, hay más riesgo de que se cometan errores de seguridad de la atención médica”.
“El personal de la salud ya corrió una maratón de 42 kilométros, pero la segunda ola exige de golpe correr una ultramaratón”.
La médica dice que “celebramos que se haya decidido el confinamiento por 9 días, aunque sea tardío”. Pero admite: “Se mueren más pacientes jóvenes por COVID-19. No sé dónde van a internarse las próximas semanas porque no habrá lugar. Será una catástrofe”.
Ya hay personas que requieren la internación en terapia intensiva pero no consiguen camas. “Una mujer de 60 años fue intubada por COVID-19 en una sala de emergencia recientemente. Esperó 5 días una cama para estar en terapia intensiva y falleció días atrás. La atención de pacientes críticos por fuera de la unidad de terapia intensiva es un factor de riesgo de mortalidad”, subraya la doctora Kanoore Edul, quien tuvo COVID-19 en junio del año pasado.
Pese a todo, Kanoore Edul sigue adelante. Reparte su tiempo entre la investigación traslacional, con modelos de animales en un laboratorio en la universidad pública para encontrar más explicaciones y herramientas a la hora de atender a sus pacientes. Enseña lo que sabe y lo que le enseñaron médicos y docentes como Arnaldo Dubin, quien recalca que los pacientes están mejor atendidos si se trabaja en equipo.
En el medio de la pandemia e incluso con limitaciones de recursos, Kanoore Edul vuelve a elegir una y otra vez la terapia intensiva. “Es un área muy fuertemente basada en las tecnologías, pero estamos pensando continuamente en los pacientes y buscando soluciones. Generalmente, se piensa que la gente viene a morir a la terapia. Sin embargo, se puede revertir con la calidad y la seguridad en la atención y darle una oportunidad a las personas para seguir viviendo. Además, dar asistencia en terapia intensiva te enseña o te recuerda todo el tiempo lo importante de la vida. Aquí estamos todos los seres humanos igualados”.
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