“Estamos viviendo el peor momento desde que comenzó la pandemia”, reconoció el Presidente de Argentina, Alberto Fernández, el jueves por la noche y anunció un nuevo confinamiento hasta el 31 de mayo. Se restringirá la circulación en todas las zonas del país que se encuadren en alto riesgo durante 9 días. Además, quedarán suspendidas las actividades sociales, económicas, educativas, religiosas y deportivas en forma presencial, mientras que estarán habilitados los comercios esenciales, los que trabajen con envío a domicilio y con la modalidad para llevar, entre otras medidas.
Expertos de diferentes disciplinas científicas, consultados por Infobae, evaluaron cuál podría ser el impacto del confinamiento estricto. Su efecto positivo dependerá mucho del cumplimiento por parte de la gente y del control, y habría que hacer una salida gradual después del 31 de mayo, señalaron. La medida del confinamiento de 9 días podría ser insuficiente.
El confinamiento se decidió en un momento dramático. Hasta ahora, por la escasez de vacunas, solo el 4,7% de la población de Argentina recibió las dos dosis en el marco de un plan que ya lleva más de 4 meses. Hay 339.211 casos activos con la enfermedad en el país según el Ministerio de Salud de la Nación. Desde el inicio de la segunda quincena de mayo, los casos están volviendo a aumentar en Ciudad de Buenos Aires y Conurbano, y aun más crecen en el resto del país (con más de 18.000 casos según la media de los últimos 7 días).
“Las medidas anunciadas van en el sentido correcto en varios sentidos”, opinó Rodrigo Castro, doctor en ingeniería, investigador del Conicet y director del Laboratorio de Simulación de Eventos Discretos en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires. Pero también señaló que el confinamiento por 9 días podría ser insuficiente.
“Las medidas son selectivas (son para zonas con riesgo epidemiológico alto). Son planificadas (existe un cronograma anticipado y repetible, favoreciendo la organización y el compromiso social), y son intermitentes: alternan ciclos de cierre con períodos de reactivación. Están dentro del concepto de “Aislamientos Selectivos Planificados e Intermitentes” que desarrollamos desde abril del año pasado y comunicamos en varias oportunidades, incluyendo una carta al Presidente el 20 de septiembre”, dijo el doctor Castro. Sin embargo, el investigador advirtió: “Un único ciclo de 9 días de cierre y posteriores 12 días de apertura no alcanzará para llevar la curva de regreso a un nivel de casos diarios manejable, es imprescindible extender el plan hasta haber logrado un éxito prestablecido y contundente”.
Desde su mirada, el profesor Castro opinó que la estrategia debería extenderse más tiempo: “No hacerlo nos pondría nuevamente en las conocidas situaciones de mesetas altas, que son una fábrica de nuevas muertes evitables. A modo de ejemplo, según nuestras simulaciones, suponiendo que el nivel de acatamiento durante los períodos de cierre logra reducir el número reproductivo R efectivo en un 30%, estimamos que para el AMBA se requerirían en el orden de 4 repeticiones de este tipo de esquema cíclico para regresar a un nivel previo al inicio de la segunda ola (promedios de 2500 casos diarios)”.
Consultado por Infobae sobre el confinamiento de 9 días en el país, el investigador del Conicet, experto en bioinformática y profesor de la Universidad Nacional de Córdoba Rodrigo Quiroga comentó: “Lo ideal hubieran sido 14 días de cierre para una caída pronunciada de los contagios. Porque un 25% de las personas como personal esencial seguirán circulando. Además, las personas en sus casas pueden contagiarse dentro de esos 9 días de confinamiento, y van a contagiar cuando se levante la restricción”.
“Si después de 9 días se vuelve a la normalidad -advirtió el doctor Quiroga- el efecto de las restricciones sería casi nulo. Considero que hay que hacer una salida gradual con el fin de hacer que los casos continúen bajando. Es clave que el descenso sea lo más rápido posible, porque de lo contrario las medidas se van volviendo menos efectivas con el correr del tiempo porque el acatamiento tiende a ir bajando”, agregó. “Para junio, debería planificarse otro cierre y avisado con tiempo a la población”.
“Otro punto clave es el acatamiento por parte de la población y el control de las medidas”, señaló el científico Quiroga. Cuando más gente respete la norma, ayudará a frenar los contagios. Es importante que la ventilación se tenga en cuenta. Hay mucha gente con COVID-19 en este momento: se estima que son 700.000 personas infectadas en todo el país hoy. Por eso, aunque se queden en sus casas estos 9 días, hay que prestar atención a los síntomas y hacer ventilación. Evitar los contagios dentro del hogar también será importante”.
En tanto, la presidenta de la Sociedad Argentina de Virología, Lucía Cavallaro, consideró el impacto de las medidas de confinamiento por 9 días dependerá del “control estricto del cumplimiento”. “Hubo muy poco control de las medidas de restricción que se tomaron en abril”, sostuvo hoy Cavallaro. “Hay que comprometer a la sociedad para que entienda que tiene que cuidarse y que colabore con el cumplimiento de las medidas. Se necesita una comunicación clara que advierta que estamos en un muy mal momento y que la pandemia no terminó. Hay que salir a defender la vida”, afirmó la doctora Cavallaro, quien es profesora titular de la Cátedra de Virología de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la Universidad de Buenos Aires.
En tanto, Francisco Nacinovich, jefe de infectología del Instituto Cardiovascular y de la Sociedad Argentina de Infectología comentó que “al disminuir la circulación, disminuirán los contagios. Era necesario tomar este tipo de medidas porque la situación está muy complicada. No creo que lo veamos de manera rotunda reflejado en los números esta semana”. Añadió Nacinovich que el confinamiento de 9 días debería “funcionar también como un llamado de atención para cumplir mejor con las pautas de cuidado. No relajarse ni tampoco minimizar síntomas que demoren la consulta médica. Hay gente que demora la consulta”. El experto señaló que las medidas de restricción no son las únicas que sirven para el control de la pandemia. “Se necesitan más testeos y más vacunación. Son todas medidas que se suman. Ninguna es perfecta ni suficiente aisladamente”, subrayó.
Además de la escasez de vacunas y de la falta de adherencia a los cuidados por parte de una parte de la población, como por ejemplo en el uso correcto del barbijo, otra falta que hay en la Argentina es la búsqueda baja de casos asintomáticos de COVID-19 y el rastreo de contactos en comunidades con alta circulación. El martes pasado, el Ministerio de Salud de la Nación reportó 125.578 testeos en total. Esa cifra significa que la cantidad de tests por millón de habitantes es de 280.470. El índice de positividad es del 32% y el de positividad acumulada del 33%, un porcentaje más alto que el recomendado según pautas de la Organización Mundial de la Salud. Aún no se estarían detectando y registrando a todas las personas que se han infectado con el coronavirus. El riesgo es que esas personas asintomáticas contagian a otras y siguen contribuyendo a la propagación del virus.
“Se recomienda que la positividad detectada por los testeos sea menor al 10%, incluso más cercana al 5%. Porque significaría que un país tiene controlada la transmisión de la infección”, dijo el miércoles a Infobae el médico Roberto Debbag, de la Sociedad Latinoamericana de Infectología Pediátrica. “Para alcanzar ese porcentaje de positividad, habría que aumentar la detección en otros grupos de personas. Hasta ahora en la Argentina se hicieron más testeos para el diagnóstico de COVID-19 en las personas con síntomas. Pero hay otros grupos de personas con el coronavirus que deberían ser también testeados: un grupo son los que tienen muy pocos síntomas, y otro grupo son los que no tienen síntomas. Se estima que hay un 30% de personas que son asintomáticas”.
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