Escuchamos estas historias con demasiada frecuencia. Otra muerte evitable como resultado de conductores ebrios. Hay demasiados amigos, padres y hermanos que han perdido a sus seres queridos por automovilistas que conducen en estado de ebriedad. Durante la madrugada de este domingo en camino de Los Remeros y Avenida Santa María de Rincón de Milberg, en Tigre, a bordo de un Audi A4 color gris cuatro adolescentes, de entre 18 y 19 años, viajaban a alta velocidad. En una brusca maniobra, el conductor que dio positivo al test de alcoholemia con 1,39 grados de alcohol en sangre, es decir, el triple de lo permitido, perdió el control del vehículo y se estrelló con contra una columna metálica. Como resultado del violento impacto, dos ocupantes murieron en el acto. El conductor y un cuarto ocupante sobrevivieron y fueron hospitalizados.
Los hechos viales son la principal causa de muerte en jóvenes en la Argentina. Y aunque no podamos saber con exactitud cuántos siniestros con jóvenes involucrados son consecuencia del alcohol, un estudio realizado por la Agencia Nacional de Seguridad Vial (ANSV) y Sedronar en 2018 concluye que quienes manejan después de haber bebido son en su mayoría hombres menores de 35 años. En este relevamiento hecho en 32 hospitales públicos, los resultados según rango de edad evidenciaron que el consumo de alcohol previo a la conducción se concentraba principalmente en jóvenes.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), todos los años fallecen en el mundo aproximadamente 1.35 millones de personas como consecuencia de los siniestros viales
En el 2017 la ANSV realizó una investigación cualitativa con jóvenes de entre 16 y 35 años para develar por qué 3 de cada 10 confesaban haber manejado bajo los efectos del alcohol, aún sabiendo que hacerlo aumentaba las posibilidades de ocasionar un siniestro. Se demostró que manejar bebidos no es una preocupación para ellos porque creen poder controlar los efectos que la bebida ocasiona en sus cuerpos, además consideran inevitable el consumo de alcohol en las salidas nocturnas; y porque sienten que no van a ser controlados y/o sancionados por conducir en infracción. Sin embargo las estadísticas y los hechos demuestran lo contrario.
Con el objetivo de reducir la siniestralidad y las víctimas fatales en los accidentes de tránsito, el Gobierno impulsa la sanción de un proyecto de ley de “tolerancia cero” al consumo de alcohol al volante. Y si bien el texto aún no se trató en las comisiones y apenas fue ingresado, la iniciativa tendrá que sortear las resistencias de legisladores del oficialismo y de la oposición, que decidieron cerrar filas detrás de la industria bodeguera y vitivinícola.
Los especialistas coinciden en forma enfática: debe existir tolerancia cero en relación al consumo de alcohol al volante. Consultado por Infobae, el doctor Carlos Damin (MN 81.870), jefe de Toxicología del Hospital Fernández, de la Cátedra de Toxicología de la Facultad de Medicina de la UBA y presidente de Fundartox, equipo de profesionales especializados en todas las áreas vinculadas a la Toxicología, advirtió: “Tener una ley de alcohol cero al volante es muy muy importante para la Argentina. En las provincias que hemos logrado alcoholemia cero a la hora de conducir, la siniestralidad se redujo sustantivamente. En algunas jurisdicciones en un año ha bajado un 35%”.
“Desde Fundartox venimos trabajando hace muchos años en una Ley de Alcohol Cero. Hace algunos años hicimos un estudio en el Hospital Fernández que demostró que el 31,5% de los pacientes que ingresaban por un accidente de cualquier tipo era positivo para alguna sustancia, en donde el alcohol era claramente la que llevaba la delantera”, señaló Damin.
De acuerdo al especialista: “Es indispensable el concepto de que si uno va a conducir un vehículo no tiene que tomar, por eso tiene que ser cero. Ya que cuando se marca el 0,5 la gente está midiendo todo el tiempo cuánto puede tomar para que no lo sancione la policía. El concepto es otro: tiene que ser alcohol cero para evitar accidentes, no para que no me cobren la multa. Es muy importante y urgente que la Argentina tenga una Ley de Alcohol Cero, es importante que nos concienticemos que el alcohol al volante mata, y debe ser cero: no se puede tomar nada de alcohol si se va a manejar y si se va a manejar un vehículo y se tomó previamente, tiene que ser otra la persona que se ponga detrás del volante”.
Por su parte, para el doctor Eduardo Kalina, especialista en Psiquiatría (MN. 23.668), con más de 60 años de trayectoria, profesor titular en la materia adicciones de la Universidad del Salvador y máster en Adicciones, ”en todos los países civilizados del mundo se impuso la norma de tolerancia cero al acohol porque es muy difícil apelar a la responsabilidad individual de la gente a la hora de que sepan cuánto tomar o no para estar dentro de los límites legales establecidos”.
“Recuerdo una reunión en la Universidad de Santander, en España, una disertación con expertos en la que participé, que buscaba entender por qué los accidentes en las autopistas seguían ocurriendo en esta nación europea. Llegaron a la conclusión de que es imposible dejar a las personas la libertad de beber, aunque sea poco. El que debe manejar no debe tomar alcohol bajo ningún concepto”, fue tajante Kalina. ¿Posibles alternativas o acciones a tomar frente a esto? “En una fiesta en el País Vasco, contrataron a conductores para que lleven a los invitados en ómnibus. De esta forma encontraron una solución al problema del alcohol al volante. Con leyes reestrictivas e inflexibles es la única forma de evitar que la gente se siga muriendo en las rutas”, alertó.
Según Kalina y en diálogo con Infobae, “en Argentina la ley tiene que establecer la tolerancia cero, porque se trata de la vida o muerte de los que manejan, de los acompañantes y de los demás. El alcohol altera los reflejos, de una forma en la que las personas no se dan cuenta, especialmente disminuye el área de visión”.
Y el especialista citó el ejemplo de Japón, en donde en las pruebas para otorgar el carnet de conducir hacen a las personas cruzar una avenida en cuclillas, para que puedan ver cómo los niños ven el mundo, cómo atraviesan la vía pública, y así generar conciencia pública. “Los niños no tienen una visión amplia, por lo cual cruzan y ven tan solo parcialmente. Los accidentes de tráfico son una desgracia muy grande en todo el mundo y por alcohol se han producido y se generan todos los días tragedias horrorosas en todo el mundo”, lamentó.
“El peor problema son los menores que manejan alcoholizados y creen que ven bien, por eso debe ser severísima la ley. Los adolescentes tienen que entender que si van a una fiesta, tienen que encontrar la forma de no manejar si tomaron alcohol, ya sea estipulando conductores designados, tomándose un taxi o caminando, siempre hay otra forma de no poner la vida de uno y la de los demás en riesgo, por este motivo es imperioso que la Argentina impulse una ley nacional de Alcohol Cero al volante, tiene que hacerse cumplir de forma muy severa y estricta. De esta forma se protegerán muchísimas”, concluyó el experto en adicciones.
¿Qué genera el alcohol en las personas? Según el toxicólogo Carlos Damin, “siempre produce efectos en cualquier concentración sobre el sensorio, es decir el estado de consciencia de las personas. Incluso la ley actual marca que 0,2 gramos por litro es lo permitido para un conductor de motocicleta porque con 0,3 la persona empieza a dejar de tener equilibrio. Por lo tanto los reflejos se ven disminuidos, la capacidad de reacción se ve afectada, la velocidad en esa reacción, entre que una persona percibe el riesgo y/o el peligro y acciona por ejemplo el freno, está demorado por el alcohol, por este motivo es indispensable que la alcoholemia sea cero al conducir un vehículo”.
“A medida que la concentración del alcohol va aumentando en sangre, el efecto sobre el sistema nervioso central es mayor y siempre es depresivo, deprime el sistema nervioso en cualquier concentración y a medida que aumenta la depresión es mayor, superando los 0,5 los reflejos empiezan a estar con grandes dificultades, después produce somnolencia y por último genera la no capacidad de reacción y percepción del riesgo y del peligro”, pormenorizó Damin.
De acuerdo al jefe de Toxicología del Hospital Fernández, “otro de los problemas importantes que produce el alcohol es la sensación de seguridad: una persona con baja concentración de alcohol tiene la sensación de que está haciendo todo bien. Hay muchos test neurocognitivos que demuestran que una persona con baja concentración de alcohol consumido cree haber hecho todo bien y comete muchos errores en ese hacer. Esa falsa sensación de seguridad que da el alcohol es lo que hace que aumente la velocidad de conducción, que aparezcan las maniobras intempestivas, de riesgo, que se tienen y evidencian en los accidentes cuando finalmente ocurren”.
“Incluso con bajas concentraciones de alcohol, el juicio crítico está alterado y la capacidad de dimensionar por ejemplo sobrepasar a otro auto, dimensionar la velocidad y distancia, también se encuentran alterados en alguien que consumió alcohol”, concluyó el toxicólogo a Infobae.
Un dato importante, que suele no tenerse en cuenta al tomar la mala elección de beber y conducir, es que el alcohol genera efectos en el organismo humano desde el primer trago, y aumenta hasta en 30 veces el riesgo de causar siniestros. Según detalla la Organización Mundial de la Salud (OMS), una sola gota de alcohol produce disminución de reflejos y visión, acelera la frecuencia cardíaca y respiratoria. Es decir que solo beber una gota de alcohol es incompatible con el hecho de conducir de forma segura. Por eso es que se exige que una legislación que sea clara: alcohol cero para conductores, tal como lo expresa el proyecto presentado en el Congreso de la Nación.
Según el último Estudio Nacional sobre Consumo de Sustancias Psicoactivas del Sedronar, el consumo de alcohol entre los jóvenes aumentó 12 puntos en siete años. Y en cuanto al inicio en el consumo es contundente: “El porcentaje de nuevos bebedores pasó de 9,7 por ciento en el 2010 a 37,1 por ciento en el 2017. En el caso de los varones dicha tasa casi cuadruplica a la de 2010”, señala.
Cuando se habla de la población en general, el trabajo indica que el 81 por ciento de las personas tomaron alguna bebida alcohólica en su vida. El consumo actual de alcohol se encuentra presente en el 53por ciento de la población, y en mayor medida en los varones: el 86,0 contra el 76,5 de las mujeres.
Sin embargo, los mayores aumentos, dice el estudio (que se hizo en el 2017) se evidencian entre las mujeres y los adolescentes, con un alza en las tasas de 13,5 y 18,4 puntos porcentuales respectivamente. Por otra parte, el 37,2 por ciento de la población que no había bebido anteriormente (2299598 personas), inició el consumo en el año que se hizo el trabajo del Sedronar. De ellos, unas 320000 son preadolescentes y adolescentes. Estos nuevos usuarios -dice- son mayormente varones y el 31% son menores de 25 años. Un 58 por ciento son ocupados y el nivel de instrucción alcanzado por el 54 por ciento es hasta secundario incompleto.
“Los jóvenes viven al filo creyendo que por su propia omnipotencia pueden enfrentar cualquier desafío. Se trata de una especie de coraza ante su propia impotencia frente a sus verdaderos cambios emocionales”, explicó en diálogo con Infobae la psicoanalista especialista en niños y adolescentes, Nora Koremblit de Vinacur, ex secretaria del Departamento de Niños de la Asociación Psicoanalítica Argentina y coautora del libro Parentalidades.
Si bien la cuarentena y el Distanciamiento Social Preventivo y Obligatorio indirectamente contribuyeron a la disminución del consumo de alcohol en los adolescentes, ya que la mayoría permaneció en sus casas con un entorno familiar de mayor contención y/o control, la relajación en las medidas contra el COVID-19 y la agotamiento por parte de los ciudadanos preocupan a los profesionales.
En este contexto, desde la Sociedad Argentina de Pediatría insistieron en la recomendación de “cero alcohol” hasta los 18 años de edad. “La adolescencia es una etapa de experimentación, de sensación de omnipotencia, de búsqueda del riesgo y de cuestionamiento de las normas. En ese contexto, el alcohol es la droga de más fácil acceso para niños y adolescentes, mientras que la percepción de riesgo asociado al consumo de alcohol es la más baja entre todas las sustancias adictivas”, manifestó Graciela Morales, médica pediatra especialista en Adolescencia, Secretaria del Grupo de Trabajo en Adicciones de la SAP.
Lo cierto es que el alcohol es la sustancia psicoactiva más utilizada en todas las edades: según un estudio del Observatorio de Drogas de la SEDRONAR de 2017, el consumo entre los 12 a 17 años en ese año fue del 60,5% y entre aquellos que consumieron alcohol en el mes anterior, el 47% lo había hecho en forma excesiva y en más de una oportunidad.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda la abstinencia completa de alcohol en menores de 18 años y la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) adhiere a esa recomendación. “El alcohol es una sustancia depresora que afecta al sistema nervioso central, y el organismo de los menores de 18 años no está lo suficientemente desarrollado como para metabolizarlo, por lo que los afecta más que a los adultos. La enzima que metaboliza el alcohol en el hígado funciona correctamente recién entre los 18 y los 20 años, por lo que las borracheras en los adolescentes son más agudas y más dañinas, ya que su sistema nervioso central aún está en desarrollo”, advirtieron desde la SAP.
9 de cada 10 personas están de acuerdo con una ley de alcohol cero al volante
La ley de tránsito nacional indica que el límite de alcohol en sangre para conducir es de 0.50 gramos por litro de sangre; 0,2 gramos por litro de sangre para motociclistas y ciclomotoristas, y 0 gramos para conductores profesionales (transporte de pasajeros, carga o menores). Pero, ¿qué pasaría si la ley estableciera cero gramos de alcohol en sangre para todos los conductores?
Para conocer la opinión que se tiene del tema, el Observatorio Vial de CECAITRA, la cámara que nuclea a las empresas argentinas que producen software vial, realizó un sondeo en hogares de la CABA y el Gran Buenos Aires.
Así, se consultó por el grado de acuerdo respecto de la posibilidad de que se sancione una ley de “alcohol cero” y el 93% se mostró a favor de la idea: un 80% muy de acuerdo y un 13% de acuerdo con la posible legislación que prohíba la ingesta de alcohol. Sólo el 7% sostuvo estar en desacuerdo con la idea.
“Conducir excediendo los límites de alcohol permitidos es una de las mayores imprudencias que se pueden cometer. Superando el 0.5 ml permitido, se disminuyen los reflejos; se altera la percepción de las distancias; aumenta la sensibilidad a la luz; se reduce el campo visual; entre otros trastornos. Debemos ser conscientes de la necesidad de estar 100% lúcidos al volante”, señaló Facundo Jaime, vocero de CECAITRA.
Los datos indican que la mayoría de los conductores conocen la peligrosidad de manejar alcoholizados y reconocen que excediendo los límites permitidos, hay mayores chances de protagonizar un siniestro vial. Pero, ¿se conocen los límites pautados por la ley nacional de tránsito? ¿Reconocen que es de 0.5 gramos de alcohol por litro de sangre?
En el sondeo también se consultó: “¿Cuál es el límite de ingesta de alcohol permitido para poder conducir?”, y sólo el 46% respondió correctamente que es de 0.50 g/l; otro 45% contestó de manera errónea que no se puede beber absolutamente nada de alcohol al manejar; un 1% que el límite es 1 gramo; y un 8 % afirmó desconocer la norma.
“Es muy importante conocer la normativa vial, pero también es imprescindible ser consciente de lo peligroso que es conducir un vehículo excediendo los límites de alcohol permitidos. Desde CECAITRA, apelamos a la responsabilidad al conducir, para cuidar no solo la propia vida, sino la de las personas que nos acompañan y de las que transitan en la calle junto a nosotros”, finalizó Jaime.
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