El Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires abrió la inscripción para que los mayores de 65 años se empadronen para recibir la vacuna contra el COVID-19, el virus que, desde el inicio de la pandemia, ya ocasionó más de 2,7 millones de contagios y se cobró la vida de 59.476 personas en la Argentina, según datos del Johns Hopkins University & Medicine Resource Center.
Esta mañana, en el sitio oficial de la Ciudad, un cartel indicaba que las personas que cursaron la enfermedad tienen que esperar tres meses desde su recuperación para aplicarse la vacuna contra el coronavirus. ¿A qué se debe esta recomendación?
Consultado por Infobae, el médico infectólogo Roberto Debbag explicó que la sugerencia de esperar 90 días es para tener una mejor respuesta inmunitaria y aclaró que ese lapso de tiempo es para las personas que tuvieron coronavirus y que busquen vacunarse contra esta enfermedad. No así para quienes deseen vacunarse contra la gripe estacional, quienes deberán seguir la recomendación de esperar 14 días.
Por su parte, el médico infectólogo Pablo Bonvehí, director Científico de Fundación Vacunar y jefe de Infectología del Centro de Educación Médica e investigaciones Dr. Norberto Quirno” (CEMIC), comentó en diálogo con este medio: “Esto es así porque las personas que tienen COVID-19, por lo menos, durante tres meses, y posiblemente durante más tiempo, de acuerdo a algunos estudios, estarían protegidas contra un segundo episodio en cerca de un 85% de los casos; es decir, un episodio del COVID-19 actuaría como una primera dosis de la vacuna. Por eso es que en este escenario, en este contexto de escasez de vacunas, aquellos que han tenido COVID-19 en los últimos meses se considera que están como ‘vacunados con una primera dosis’”.
Con él coincide la viróloga Laura Palermo, Ph. D. Profesora en Hunter College (CUNY): “Lo que se observa hasta ahora es que el riesgo de reinfección es bajo en los primeros 90 días, después de una infección con el nuevo coronavirus y, si lo pensamos en un contexto donde el suministro de vacunas es limitado, es recomendable que aquellos que tuvieron COVID-19 recientemente, retrasen voluntariamente la inmunización, dado que están temporariamente protegidos”.
“Es un tema más bien estratégico, teniendo en cuenta que la persona que tuvo COVID-19 estaría inmune por algunos meses; se prioriza, dada la escasez de vacunas, a personas suceptibles. Se observó que las personas que tuvieron coronavirus, al recibir la vacuna, hacen un booster con niveles superiores de anticuerpos mayores, incluso, a los que recibieron dos dosis”, explicó Enrique Casanueva, jefe de Infectología Infantil del Hospital Universitario Austral.
¿Presenta algún riesgo haberse vacunado contra el coronavirus sin haber dejado pasar tres meses desde el alta médica por COVID-19?
“Si se vacuna antes de ese lapso, no hay ningún problema; no es una contraindicación. Esto se hace para tratar de optimizar el uso de las vacunas disponibles”, aclaró Bonvehí. Sobre este punto, Debbag añadió: “No habría riesgo si se vacuna antes de ese lapso, pero la inmunidad es más robusta si se esperan esos meses”.
El epidemiólogo Hugo Pizzi, en tanto, explicó: “Normalmente, la recomendación de retrasar la vacunación tres meses es porque el paciente, si estuvo internado, no sabe si recibió o no plasma. De haber sido tratado con plasma, tiene que esperar tres meses y por eso se normalizó este tiempo”.
En el caso de haber recibido tratamiento con plasma de convaleciente COVID-19, la recomendación es que la vacunación se posponga durante 90 días para evitar su interferencia en la respuesta inmune inducida por la vacuna.
“El tema de las gammaglobulinas y la interferencia se observó con las vacunas atenuadas como sarampión y varicela. No leí algún artículo que se refiera a la posible interferencia con vacunas contra el COVID-19 luego de recibir plasma de convaleciente. Si bien hay en investigación una vacuna COVID-19 atenuada, no es de las que se utilizan actualmente”, agregó Casanueva.
De forma general, las vacunas actúan estimulando el sistema inmunológico e inducen la producción de anticuerpos específicos contra la enfermedad en cuestión. Casanueva explicó que existen distintas variedades de vacunas según cómo se compongan y que eso determina también la respuesta del paciente. “Las personas podemos reaccionar a la vacunación, ya sea por el antígeno que contienen, por los adyuvantes o por otras sustancias presentes en ellas. La frecuencia de estas reacciones varía bastante entre las diferentes vacunas, y eso incluye a las vacunas contra el COVID-19″.
Si un paciente se infecta cercano a la aplicación de la vacuna, no debería sufrir inconvenientes. “Con algunas vacunas se ha observado que, cuando se aplican muy cerca del momento del contagio, pueden prevenir la enfermedad, como por ejemplo en la varicela. En otros casos, aunque no la prevengan, no se ha observado que agraven el curso de la enfermedad”, detalló Casanueva. Y sumó: “Con respecto al COVID-19, no hay estudios que muestren que una persona que ya ha sido contagiada y recibe a los pocos días la vacuna tenga una evolución peor que aquella no vacunada, aunque se necesita una mayor vigilancia epidemiológica”.
Las vacunas que están autorizadas hasta el momento en el país se dan en dos dosis con diferentes intervalos para lograr la protección total. En el caso de la Sputnik V, además, se trata de dos componentes, que juntos brindan inmunidad completa.
Desde que la Argentina inició su plan de vacunación el 29 de diciembre de 2020, van poco más de 6,4 millones de vacunas aplicadas y 7,9 millones de dosis distribuidas, según el Monitor Público de Vacunación.
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