A las puertas de la segunda ola de la pandemia en el país, y mientras la vacunación avanza a un ritmo mucho menor que el esperado, la urgencia lleva a poner la lupa en el hallazgo de un tratamiento efectivo para combatir la enfermedad.
En este contexto, en los últimos días se inició otra investigación mediante la cual se intenta demostrar la eficacia de una combinación de fármacos para evitar que se agraven aún más los pacientes que cursan la enfermedad en forma moderada o severa, que son los que tienen más posibilidades de morir a causa de la infección.
El Sanatorio Británico de la ciudad de Rosario participará de un estudio con otras 50 instituciones de América Latina que buscarán lograr un tratamiento efectivo para pacientes severos de coronavirus, organizado y financiado por los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos (NIH).
“Fuimos seleccionados por el NHI junto a otros 50 centros de salud de América de los cuales cuatro son de Argentina lo que nos enorgullece mucho”, dijo a Télam el presidente del centro de salud, Rodrigo Sánchez Almeida.
“El estudio busca lograr un tratamiento efectivo para pacientes severos de coronavirus a los que hasta el momento no podemos aplicarle ninguna droga que mejore su estado de salud”, contó.
En ese sentido, señaló que “el estudio es extremadamente importante porque está destinado a un punto débil en las líneas médicas que son los casos graves. Es gente que debe ser internada en terapia intensiva y a la que le quedan secuelas o muere”.
El ensayo se desarrolla en medio de una campaña de vacunación que en la Argentina no termina de tomar el ritmo necesario por la escasez de vacunas y sin por el momento herramientas terapéuticas efectivas para evitar problemas serios respiratorios (y de otras características) en personas mayores o jóvenes con comorbilidades, que son los que más sufren los embates de la pandemia.
Es un ensayo que se inscribe en la categoría de los “Activ” para el tratamiento de casos severos. La directora de la institución rosarina, Alejandra Matteaccio, dijo al diario La Capital que “se busca que los resultados estén disponibles de una manera rápida. Si bien participan muchos centros, la información se nuclea de tal manera que los resultados se saben sin tanta demora, algo que es sumamente importante en este momento”.
“A partir de que el suero obtenido de convalecientes no dio el resultado esperado en estos pacientes, el gran problema que surge es que lo único que quedó en las herramientas de los médicos es la aplicación de respiradores artificiales y de corticoides como la dexametasona”, remarcó Sánchez Almeida.
Este estudio clínico consiste en la administración de remdesivir a todos los participantes, y en forma aleatoria, uno de tres tipos de inmunomoduladores. El remdesivir es el único antiviral aprobado para tratamiento contra el COVID-19 en los EEUU y no se comercializa en Argentina.
Los inmunomoduladores son sustancias que estimulan el sistema inmunológico.
En el caso de personas que se infectaron con el SARS-CoV-2, este tipo de fármacos toma relevancia porque durante una infección viral del tracto respiratorio, típica en personas con coronavirus, el organismo desarrolla una respuesta inmune que puede “descontrolarse” en algún momento, dañar el tejido pulmonar y bajar la función respiratoria con consecuencias a veces fatales.
“Es un ensayo clínico en Fase III, que en definitiva busca encontrar agentes terapéuticos útiles que limiten el fenómeno inflamatorio pulmonar en pacientes con COVID hospitalizados”, señaló la directora del sanatorio.
El ensayo que se inició en la institución privada de Rosario es doble ciego, lo que implica que un porcentaje de los pacientes recibirán la combinación de drogas y otro porcentaje placebo.
“Por suerte, en los Estados Unidos hay un antiviral muy conocido llamado remdesivir que ha mostrado algún efecto y el trabajo nuestro será combinar ese antiviral con unas drogas que se llaman inmunomoduladores que mejoran las defensas del organismo, para ver si eso puede bajar la gravedad de los casos”, explicó Sánchez Almeida, quien remató: “De tener éxito el estudio estaríamos hablando de haber alcanzado un mejor tratamiento de los casos graves; no va a impedir que te contagies, ni va a suplantar a la vacuna, es un tratamiento para que un caso grave no evolucione mal”.
La investigación ya comenzó y se empezaron a sumar pacientes. En todos los casos se trata de gente que está internada a causa del COVID-19 con cuadros moderados o graves.
Como en todo ensayo clínico se cumplen estrictos protocolos y la participación es voluntaria. La persona que da su consentimiento debe ser informada de todas las características del estudio, de las drogas que se van a utilizar y los posibles efectos adversos de las mismas, como también los beneficios que se intentan demostrar.
La entidad que lo lleva a cabo tiene que brindar toda la asistencia durante el ensayo y de manera posterior para garantizar la vigilancia y apoyo al paciente.
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