Mucho se habló esta semana de la proximidad de la segunda ola de la pandemia en el país. Nadie sabe cuándo ni cómo, pero la gran mayoría de los expertos no duda en asegurar que su llegada es un hecho.
Rodeada de vecinos como Chile, que con una avanzada campaña de vacunación alcanzó el 95% de ocupación de camas y su sistema de salud está al borde el colapso, Uruguay, que suspendió la obligatoriedad de asistir a las escuelas por el aumento de casos en los últimos días y Brasil con hospitales saturados, récord de contagios y muertes diarias, en la Argentina los casos positivos de COVID-19 dejaron de descender en las últimas semanas y se mantienen en una meseta estable, más alta.
El dato alertó a la comunidad médica, en un contexto de vacunación que dista mucho de ser el ideal que se habían propuesto las autoridades y con una baja en las temperaturas que parece de a poco estar dando paso al inicio del otoño. Además, las nuevas variantes del SARS-CoV-2 halladas en el Reino Unido y Brasil ya se registraron en Capital Federal, provincia de Buenos Aires, Córdoba y Rosario. Todo, conforma un combo que parece tener un solo final: una nueva oleada de la pandemia que tiene al mundo en vilo está a la vuelta de la esquina.
Ante este escenario, Infobae consultó al médico infectólogo Roberto Debbag (MN 60253) para quien “sin ninguna duda hay un efecto de ‘derrame viral’, es decir que una variante como la de Manaos se extendió hasta Río de Janeiro, San Pablo, el sur de Brasil y ahora también está dentro de la Argentina, según se supo con los datos de circulación que existen”. “A mí entender es mucha la probabilidad de que ya haya transmisión comunitaria con las nuevas variantes, con lo cual la preocupación es aún mayor que hace cuatro semanas, cuando empezamos a hablar de la segunda ola”, consideró.
María Cecilia Niccodemi es médica infectóloga (MN 105624) y ante la consulta de este medio, destacó que “sin duda va a empezar a haber más circulación viral con la apertura de los colegios y demás actividades; va a haber circulación de COVID y seguramente otros virus respiratorios y en breve se dará inicio a la segunda ola, que no se sabe cuál es el impacto que va a tener porque no se conoce el grado de inmunidad que tiene la población”. “Por el contrario, sí sabemos que la vacunación en el país está siendo mucho más lenta que lo que nos gustaría”, remarcó la especialista del staff del Centro Médico Doctor Stamboulian y Sanatorio La Trinidad San Isidro.
Para ella, “algo que preocupa es la circulación de las nuevas variantes”. “No sabemos cuánto protegen las vacunas que tenemos en el país frente a estas variantes y ya hay reportes de circulación de la variante de Sudáfrica, Manaos y Reino Unido en provincia de Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe y se desconoce cuál va a ser el impacto -aseguró-. Sabemos que son más contagiosas, pero no sabemos cuánto más grave puede ser la enfermedad ni tampoco si tenemos protección por la vacuna”.
“Si bien por ahora el nivel de contagios es estable, creo que estas próximas semanas van a ser clave por el descenso de la temperatura”, agregó.
El médico infectólogo, Lautaro De Vedia (MN 70640), reconoció que “hoy el temor de la segunda ola está y es una realidad”. Y enumeró tres aspectos preocupantes que dan fundamento a esta afirmación: “El primero es Brasil con un crecimiento exponencial de casos positivos producto de una variante más contagiosa, lo que genera que hoy estén desbordados. Se trata de un país cercano y con una frontera porosa. No estamos hablando de Sudáfrica o el Reino Unido”.
“Lo segundo, es la baja tasa de vacunación que tiene hoy la Argentina. Se está vacunando cada día un poco más que el anterior, pero igualmente venimos lento. Debemos aumentar más el ritmo de vacunación y para eso es necesario que lleguen más vacunas -continuó el experto del Hospital Muñiz y ex presidente de la Sociedad Argentina de Infectología (SADI)-. Y tercero, es que se vienen los días fríos, lo que implica que empezamos a estar más encerrados, con poca circulación de aire. Ventilamos menos la casa y hacemos menos actividades al aire libre”.
Escasez de vacunas y nuevas variantes, el fantasma al que temer
Para Debbag, un tema no menor a analizar es la falta de vacunas en la Argentina. “La realidad es que día a día en el mundo se producen vacunas en cientos de millones, lo que ocurre es que las que se están entregando en los diferentes países son producto de acuerdos previos”, explicó el vicepresidente de la Sociedad Latinoamericana de Infectología Pediátrica, quien ejemplificó: “En el caso de Chile, se creó un consorcio de universidades, que hizo los estudios de investigación, informó al Gobierno de los avances para que las autoridades proceda a los acuerdos y los pagos. Eso no ocurrió en la Argentina”.
Tras señalar que “se registró una curva estancada de casos confirmados durante el último mes, y ahora se observa un leve aumento con respecto a la semana anterior”, el médico infectólogo pediatra Eduardo López (MN 37586) alertó que “Argentina entra en la temporada de frío con una meseta alta de casos. Con el otoño se dará una segunda ola de casos, y el riesgo es que las personas mayores aún no están vacunadas”.
“Se sabe que el 84% de las muertes ocurren en personas mayores de 60 años y eran uno de los grupos priorizados en el plan de vacunación -reconoció en diálogo con este medio-. Pero si no vacunamos a ese grupo antes de que llegue el invierno, el país podría tener una mayor ocupación de camas y aumentar nuevamente los fallecimientos”.
En ese sentido, Debbag precisó que “en la Argentina se necesitan por lo menos 15 millones de dosis para poder dar la primera dosis al menos a los 7,4 millones mayores de 60 años y alrededor de 5 millones de personas con comorbilidades”. “Si se vacuna a ese universo de alrededor de 13 millones de personas se disminuye la mortalidad, que es en definitiva lo que se busca -enfatizó-. Porque el derrame viral va a producir una catástrofe sanitaria, y no será el mismo efecto que vivimos el año pasado y que llevó a las terapias intensivas al 80% de ocupación; el efecto de estas variantes según lo que se está documentando en el mundo es mucho más grave”.
En virtud de los datos oficiales, sólo se vacunó hasta el momento al 12% del total de mayores de 60 que deberían recibir la vacuna para evitar que sufran complicaciones.
En este contexto, a la amenaza de más casos de COVID-19 y la poca disponibilidad de vacunas se suma un efecto colateral de impacto social y que resquebraja las medidas epidemiológicas: hay cada vez más gente que sufre la llamada “fatiga pandémica” y se relajó en el cumplimiento de los cuidados como el uso del barbijo, el distanciamiento social y los diversos protocolos en reuniones familiares, lugares de trabajo, entretenimiento y bares. Todo esto, con la amenaza latente de que haya más afectados con las nuevas variantes del virus SARS-COV-2, como la de Gran Bretaña (B.1.17), Brasil (P1), Sudáfrica (B1.1351), Nueva York (B.1.526), a las que los especialistas calificaron que son entre un 30 a un 50% más contagiosas y aumentan el riesgo de muerte.
“Lo importante es recordar que, más allá de las vacunas, cada uno es protagonista de cómo evoluciona esta pandemia, reforzando las medidas de cuidado que todos conocemos como el distanciamiento, uso de barbijo y lavado de manos -apuntó De Vedia-. Otra de las responsabilidades propias es respecto a los viajes al exterior. El Estado no nos debe obligar a hacer cuarentena cuando volvemos de viaje. Nosotros debemos estar obligándonos y ser responsables”.
Y agregó: “Además, hay que recordar que esto no se termina con las vacunas. El 0,1% de los vacunados tuvo igualmente COVID. El virus sigue circulando. Y hay mucha gente que todavía no se vacunó”.
En este punto, Niccodemi, sumó: “Lo importante es que las personas mayores, así como quienes tienen enfermedades de base, como obesos, hipertensos, personas con cardiopatías o enfermedades respiratorias sigan manteniendo las medidas de aislamiento lo más estricto posible hasta que reciban la vacunación completa”.
Los números que hay que mirar de cerca
Desde el comienzo de la pandemia, el común de la población aprendió que hay cifras que son las que marcan el devenir de las medidas sanitarias.
Así, se aprendió, por ejemplo, que el índice R0 surge de la proporción de nuevos contagios a partir de los casos existentes, y que era necesario que ese indicador sea menor a 1 para poder empezar a relajar restricciones durante la cuarentena.
Ahora, los números a los que las autoridades están atentas para determinar el inicio de la segunda ola son:
- La cantidad de casos positivos por día (el último parte del Ministerio de Salud disponible al momento del cierre de esta nota daba cuenta de 8.328 casos).
- El índice de positividad, esto es el número de resultados positivos en relación con el total de hisopados. Lo que indica este porcentaje es si se está pudiendo encontrar adecuadamente a las personas infectadas en la población. La Organización Mundial de la Salud recomienda mirar esta variable para evaluar si la definición de caso sospechoso y la cantidad de rastreos de contactos es suficiente y sugiere mantenerla por debajo del 10%. Hoy en la Argentina, la cifra es 15,95%.
- La ocupación de camas en sala general y Unidad de Terapia Intensiva (UTI). A nivel nacional, según las últimas cifras disponibles era del 55,9% (incluye todas las patologías, tanto en el sector público como en el privado). Según el sitio estadístico Worldometers, la Argentina es el séptimo país del mundo con más personas cursando un cuadro severo de coronavirus, con 3.522 pacientes.
- La cantidad de respiradores utilizados en las UTI.
Por ahora, el nivel de ocupación de camas en el país es bajo, tanto en las salas de internación como en las UTI, pero ese número tiene un tope, lo que hace que el margen sea finito. Las cifras son dinámicas, tanto como lo es la actividad viral y el comportamiento de las nuevas variantes. De allí que para graficar las etapas de una pandemia se use precisamente el término “olas”, nada más descriptivo. Nada menos previsible.
Colaboración: Víctor Ingrassia
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