¿Qué sabemos sobre el efecto de las vacunas en pacientes con COVID-19 de larga duración?

Si bien es demasiado pronto para saber si las vacunas tienen un efecto beneficioso y amplio en los pacientes con problemas continuos, los científicos están intrigados y comienzan a estudiar el fenómeno

Además de aquellas personas que informan que se sienten mejor después de las vacunas, muchas otras dicen que no han experimentado cambios y un pequeño número dice que se sienten peor (REUTERS)

Los científicos apenas están comenzando a estudiar cualquier efecto potencial de las vacunas sobre los síntomas prolongados de COVID-19. Las anécdotas abarcan toda la gama: además de aquellos que informan que se sienten mejor después de los jabs, muchas personas dicen que no han experimentado cambios y un pequeño número dice que se sienten peor.

Los informes de los médicos también varían. El doctor Daniel Griffin, médico de enfermedades infecciosas de la Universidad de Columbia, dijo en diálogo con The New York Times que alrededor del 40 por ciento de los pacientes de COVID-19 que ha estado tratando durante mucho tiempo mencionan una mejoría de los síntomas después de la vacuna. “Ellos notan a lo largo de los días que se sienten mejor. Que la fatiga no es tan mala como era y que su olfato tal vez está regresando”, explicó Griffin.

Sin embargo, otros médicos dicen que es demasiado pronto para saberlo. “Hasta ahora, muy pocos de nuestros participantes han sido vacunados para poder realmente dar una idea de esta pregunta”, indicó Michael Peluso, un especialista en enfermedades infecciosas que trabaja en un estudio de pacientes con COVID-19 de larga duración en la Universidad de California, San Francisco. “He escuchado anécdotas, pero hasta ahora he visto muy pocos datos”.

Este mes, un pequeño estudio realizado por investigadores británicos que aún no ha sido revisado por pares encontró que ocho meses después de que las personas fueron hospitalizadas por COVID-19, aquellos que fueron vacunados experimentaron una mejoría en los síntomas de COVID-19 más prolongados que aquellos que aún no estaban vacunados. Los 44 pacientes vacunados en el estudio eran mayores y tenían más afecciones médicas subyacentes, ya que las personas con esas características calificaron para las vacunas antes.

Un mes después de la vacunación, esos pacientes informaron una mejoría en el 23 por ciento de sus síntomas prolongados de COVID-19, como dolor articular y respiración, mientras que el 5,6 por ciento de sus síntomas habían empeorado. Las 22 personas no vacunadas interrogadas en ese momento dijeron que el 15 por ciento de sus síntomas habían mejorado, mientras que el 14 por ciento de sus síntomas eran peores. No hubo diferencia en la respuesta entre las personas que recibieron las vacunas Pfizer-BioNTech y Oxford-AstraZeneca.

Los científicos dicen que comprender si las vacunas ayudan a algunos pacientes de COVID-19 de larga duración pero no a otros, podría ayudar a desentrañar las causas subyacentes de los diferentes síntomas y las posibles formas de tratarlos (REUTERS)

La información adicional proviene de dos encuestas de varios cientos de personas con síntomas prolongados de COVID-19, muchas de las cuales nunca fueron hospitalizadas por la enfermedad.

La primera, de 345 personas, en su mayoría mujeres y en su mayoría en el Reino Unido, encontró que dos semanas o más después de su segunda dosis de vacuna, 93 se sintieron un poco mejor y 18 volvieron a la normalidad: un total del 32 por ciento informó una mejoría de los síntomas prolongados de COVID-19.

En esa encuesta, realizada por Gez Medinger, un cineasta con sede en Londres que ha experimentado síntomas posteriores al COVID-19, 61 personas, poco menos del 18 por ciento, se sintieron peor, la mayoría de ellas informaron solo una leve disminución en su condición. Casi la mitad (172 personas) informaron que no se sentían diferentes.

Otra encuesta, realizada por Survivor Corps, un grupo de más de 150.000 sobrevivientes de COVID-19, encontró que al 16 de marzo, 207 de 508 encuestados informaron alguna mejora, mientras que 231 no sintieron ningún cambio y 70 se sintieron peor.

Los científicos dicen que comprender si las vacunas ayudan a algunos pacientes de COVID-19 de larga duración pero no a otros, podría ayudar a desentrañar las causas subyacentes de los diferentes síntomas y las posibles formas de tratarlos.

Una vacuna, al generar anticuerpos contra la proteína de pico del coronavirus, podría eliminar potencialmente los vestigios del virus o los restos de ARN viral que pueden permanecer en algunos pacientes (Bloomberg)

“Pueden ser procesos de enfermedades diferentes y se manejan de manera diferente”, sostuvo el doctor Adam Lauring, virólogo y médico de enfermedades infecciosas de la Universidad de Michigan. Puede ser que haya un subconjunto de personas que tienen un cierto tipo de COVID-19 prolongado, que responden bien a las vacunas, pero puede haber otras personas que tienen un subtipo diferente que aún no hemos definido del todo”.

Akiko Iwasaki, inmunóloga de Yale, detalló que una vacuna, al generar anticuerpos contra la proteína de pico del coronavirus, podría eliminar potencialmente los vestigios del virus o los restos de ARN viral que pueden permanecer en algunos pacientes”. “Si esto ocurre -destacó-, podría sugerir que la vacuna podría ser como una cura permanente para esos pacientes”.

Para la especialista, la vacuna también podría ayudar a las personas cuyos síntomas prolongados de COVID-19 pueden ser causados por una respuesta post-viral que se asemeja a una enfermedad autoinmune si “la vacuna estimula las respuestas inmunes innatas que amortiguan este tipo de respuestas autorreactivas”. “Pero según las experiencias de personas con otras enfermedades autoinmunes, ese alivio no sería muy duradero y volverían a tener síntomas como la fatiga”, dijo.

Sin embargo, en diálogo con este medio, el infectólogo Lautaro de Vedia, ex presidente de la Sociedad Argentina de Infectología, sostuvo: “Los síntomas duraderos de la enfermedad son restos que ha dejado la patología y la vacuna solo mejora el aparato inmunológico. No tenemos claro que nada de esto sea así. Por el momento, no hay información precisa al respecto y deberíamos esperar”.

“Realmente nos gustaría contar con métricas objetivas que muestren que los pacientes no solo se sienten mejor", aseguró Eric Topol, profesor de medicina molecular en el Instituto de Investigación Scripps (Bloomberg)

El doctor Eric Topol, profesor de medicina molecular en el Instituto de Investigación Scripps en San Diego, aseguró que está iniciando un estudio para medir información fisiológica como frecuencia cardíaca, frecuencia respiratoria, temperatura y marcadores de la respuesta del sistema inmunológico en personas con COVID-19 prolongado antes de que se presenten a recibir una vacuna y semanas después.

“Realmente nos gustaría contar con métricas objetivas que muestren que los pacientes no solo se sienten mejor. Creo que probablemente haya algo ahí, pero no sé cuál es la magnitud, cuántas personas se van a beneficiar”, subrayó el experto.

Aún quedan muchas preguntas que los especialistas buscan responder. ¿Existen características específicas, como la edad, el sexo, el tipo o la duración de los síntomas, que podrían hacer que algunos pacientes con COVID-19 de larga duración se sientan mejor? ¿Sería una vacuna menos eficaz para las personas con afecciones más complejas, personas cuyos síntomas son impulsados por múltiples vías biológicas (quizás tanto un remanente de ARN como una activación autoinmune) o cuyos síntomas han cambiado o fluctuado con el tiempo? ¿Es más probable que ciertos tipos de vacunas produzcan beneficios?

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