En los últimos días, se comenzaron a conocer casos de jóvenes de alrededor de 40 años que compartieron en redes sociales su alegría al ser vacunados contra el COVID-19 en el marco de la campaña de vacunación argentina. Tras la revelación de que existió en el país un circuito de vacunación para “amigos del poder”, el gobierno nacional reveló que había inmunizado a funcionarios de primera línea de entre 32 y 38 años, con el argumento de que se trataba de personal “estratégico” que debía cumplir funciones esenciales para el Estado. Sin anunciarlo públicamente, las autoridades decidieron ponerlos delante de la fila para recibir las escasas dosis que llegaron desde Rusia.
Ahora, ¿este rango etario debe estar contemplado en una primera etapa de una campaña epidemiológica de inmunización? Especialistas fueron contundentes a Infobae y coincidieron: “No es correcto vacunar primero a los más jóvenes”. Incluso el director de la OMS señaló que la prioridad deben estar en los adultos mayores y espetó: “no está bien vacunar a jóvenes antes que a mayores”.
El Plan Estratégico para la Vacunación contra el COVID-19 en la República Argentina, en la lista de prioridades de población objetivo, publicada según el Ministerio de Salud argentino y en la tasa proyectada de vacunación, estipula que en las primeras etapas se debe vacunar al personal de salud, adultos de más de 70 años, luego 60 a 69 años y personal estratégico (Fuerzas de Seguridad, Armadas, docentes, etc.). En la práctica se comenzó por los trabajadores esenciales del sector sanitario, dado a que se esperaron los resultados de eficacia del inoculante Sputnik V, la única vacuna con la que se está vacunando hasta el día de hoy en el país.
Incluso según lo que se desprende de la información oficial difundida por la Sala de Situación COVID-19 del Ministerio de Salud, los fallecidos por el nuevo coronavirus en argentinos en la franja etaria de 40 a 59 años corresponden a 640 hombres y 418 mujeres. Distinto es el caso de la población de más de 60 años, en donde se encuentran 18.016 mujeres y 23.459 hombres que murieron por COVID.
En relación a que los jóvenes sean vacunados, la autoridad máxima sanitaria, la OMS, alertó a través de su titular, advirtió recientemente que “no está bien” que los adultos y jóvenes más saludables se vacunen contra el COVID-19 antes que personas mayores.
El director general Tedros Adhanom Ghebreyesus inauguró una reunión del consejo ejecutivo de la Organización Mundial de la Salud que duró una semana —virtualmente, desde su sede en Ginebra— lamentándose de que sólo 25 dosis de la vacuna han sido proporcionadas en un sólo país pobre, mientras que más de 39 millones de dosis han sido administradas en casi 50 países más ricos.
En uno de sus comentarios más duros hasta el momento hacia los desarrolladores de la vacuna, Tedros criticó de nuevo los “acuerdos bilaterales” entre las farmacéuticas y los países que afectan la habilidad del programa COVAX respaldado por la OMS cuyo objetivo es hacer llegar vacunas a todos los países según las necesidades.
“La mayoría de los productores han priorizado la aprobación regulatoria en los países ricos, donde las ganancias son más elevadas, en lugar de presentar” datos a la OMS, afirmó, para que pueda aprobar un uso más extendido de las vacunas.
En esta misma línea y para el doctor Pablo Bonvehí, médico infectólogo (MN: 62.648), jefe de la Sección Infectología y Control de Infecciones del CEMIC, “la mayoría de los países en base a las recomendaciones internacionales de la OMS en principio comienzan a vacunar a los grupos por riesgo de exposición y por riesgo de complicaciones. Riesgo de exposición refiere a los trabajadores de la salud, luego de Fuerzas de Seguridad y Armadas, docentes, etc. En cuanto a riesgo de complicaciones, hospitalizaciones y muerte el primer grupo son los adultos mayores que dependiendo del número de vacunas que uno tenga empieza con los de más edad, mayores de 80, 70 y así bajando”.
“Luego en una segunda etapa se deben vacunar a los adultos más jóvenes que incluye a los de 30 años, ya que es a partir de los 18, pero los que conviven con factores de riesgo. En las primeras etapas no se incluye a los adultos jóvenes ya que son los que tienen menos riesgo de complicaciones. En una etapa inicial de vacunación lo que se busca es disminuir en forma rápida el impacto, la carga de enfermedad que significan las internaciones y por supuesto la mortalidad”, precisó.
De acuerdo a Bonvehí, “si se contara con un número de vacunas importante y queda demostrado que con la vacuna se reduce la transmisión de la enfermedad se puede comenzar a vacunar a los más jóvenes, que son los que más se ha visto que tienen influencia en la transmisión del COVID-19 en nuestro país, pero esto no incidiría inicialmente en disminuir la carga de la afección. Antes de esto hay que tener muchas dosis, demostrar que la vacuna también disminuye la transmisión y se tardaría más en generar un impacto en la mortalidad y en la hospitalización y es por esto que no se deben incluyen a los jóvenes de la franja etaria de 30 años en la primera etapa de vacunación”, insistió consultado por Infobae.
En declaraciones a este medio, la epidemióloga pediatra que integra el comité de expertos que asesora al Gobierno, Ángela Gentile, opinó: “la gente joven, sobretodo menores de 40 años, jóvenes de 30 años, en términos generales son los que presentan una mayor incidencia de la enfermedad, pero también es verdad que si bien hay más casos en este grupo etario, son leves o formas clínicas incluso asintomáticas”.
“Cuando se miran los datos de letalidad, hospitalización y cuidados críticos, es decir el porcentaje de personas que van a las terapias intensivas, observa que no es este grupo de gente de 30, 40 años, sino que aparecen allí las personas de 70 años o más. La pregunta que surge aquí entonces es: ¿a dónde apuntar la estrategia? Generalmente se apunta al mayor riesgo, a la mayor vulnerabilidad y a la mayor exposición. ¿Quiénes son estas personas? Personal de salud, personas de más de 70 años.
Entonces, se preguntó Gentile, ¿por qué vacunar a los de 30 años? “Hay una teoría, seguida por algunos países como Indonesia, que dice que como esta es la población activa en donde hay más casos y es el grupo que mueve la economía y por lo cual hay que inmunizarlos primero a ellos, y vacunándolos se logra la inmunidad de rebaño. Ahora bien, para lograr ese objetivo se debe lograr la inmunidad en más del 70/80% de la población en total, no solo los de 30 años”.
“Mientras se aplica esta estrategia de vacunar a los más jóvenes, muchísima gente de mayor edad va a tener hospitalizaciones y muchos de ellos morirán, por no estar vacunados, por no ser el grupo prioritario. El daño a esa comunidad va a ser muy alta. Por esto, todos estos factores entrar en juego y por esto la OMS, los CDC, la OPS dicen con toda claridad que hay que apuntar a la mayor exposición, -por eso personal de salud, esenciales, los que tienen más exposición, y el grupo de gente que tiene más riesgo, y allí es donde entran los adultos mayores y aquellos que tienen comorbilidades”, completó la infectóloga pediatra a este medio.
En noviembre, la especialista ya había resaltado a Infobae que “los chicos en general hacen formas leves o asintomáticas de la enfermedad, lo que significa que tienen una carga viral baja y no contagian más que un adulto, por lo cual no se encuentran dentro de la población objetivo a ser vacunada inicialmente”.
El Plan Estratégico para la Vacunación contra el COVID-19 resalta las siguientes prioridades:
-Etapa 1: Personal de salud. Se estiman 763 mil trabajadores.
-Etapa 2: Adultos de 70 años o más que viven en establecimientos geriátricos, así como sus cuidadores residentes en dichos hogares de larga estancia.
-Etapa 3: Adultos de 60-69 años. El Ministerio de Salud argentino estima que el total de adultos mayores de 60 años junto con los que viven en establecimientos geriátricos son alrededor de 7.735.000.
-Etapa 4: Personal estratégico, es decir, fuerzas armadas, de seguridad y personal de servicios penitenciarios. Un aproximado de quinientos mil.
-Etapa 5: Adultos de 18 a 59 años que pertenezcan a grupos de riesgo, es decir, con diabetes (insulinodependiente y no insulinodependiente); obesidad grado 2 (índice de masa corporal –IMC– mayor de 35) y grado 3 (IMC mayor de 40); con enfermedades cardiovasculares, renales y/o respiratorias crónicas. Se considera un valor cercano a 5.653.000 personas.
-Etapa 6: Personal educativo docente y no docente (inicial primaria y secundaria). El total aproximado es de 1.300.000.
-Etapa 7: Otras poblaciones estratégicas definidas por las jurisdicciones y disponibilidad de dosis que representan el resto de la población.
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