La gran mayoría de los padres hacen muchos esfuerzos para evitar que sus niños se enfermen o sufran accidentes. Es claro que nadie dejaría que un pequeño se acerque a un enchufe, juegue con algo peligroso o viaje en auto sin su sillita si la edad lo requiere.
Ahora, cuando un familiar fumador o fumadora, especialmente en estas épocas de cuarentena, sale a fumar un cigarrillo ¿se toma una ducha y lava toda su ropa antes de volver a tener contacto con los niños? Es bastante improbable, y lo que seguramente no sabe es que está ingresando humo de tercera mano a su hogar y poniendo en riesgo la salud de los más pequeños de la casa.
“El humo de primera mano es aquel inhalado por el fumador, que genera un daño local, en las vías áreas, y también general, en función de su absorción por forma sistémica. El humo de segunda mano, por su parte, es la suma del humo exhalado por el fumador más el producto de combustión de la colilla de cigarrillo. Éste contiene más de 69 partículas tóxicas cancerígenas, metales pesados y otras sustancias”, explicó la médica pediatra neumonóloga Ana María Balanzat (MN 47523) es miembro de la Asociación Argentina de Medicina Respiratoria (AAMR).
Entonces ¿qué es el humo de tercera mano? Para la profesora titular de Pediatría de la Universidad de Buenos Aires (UBA), “corresponde a todas las partículas provenientes del humo de segunda mano a las cuales se le suman otras generadas mediante reacciones químicas entre la nicotina exhalada y productos del aire ambiental que se depositan en todas las superficies de los ambientes donde hubo tabaquistas”.
Cuando el humo de tercera mano está en el hogar, los niños son la población más vulnerable, porque suelen gatear o sentarse en el piso, tocan todo y se llevan las manos a la boca. Cuando un niño abraza a una persona tabaquista inhala y absorbe partículas del humo de tercera mano adheridos a la ropa, piel y pelo del fumador.
- ¿Cuál es el daño que se produce en los niños que están expuestos al humo de segunda y tercera mano?
- Los niños expuestos al humo de cigarrillo en sus hogares demostraron tener mayor prevalencia de muerte súbita, sabiendo que cuando los lactantes duermen boca arriba y viven en casas absolutamente libres de humo de cigarrillo disminuye significativamente el riesgo de muerte súbita.
Por otro lado, también se demostró que los chicos expuestos al humo de cigarrillos tienen más dificultades a nivel escolar que también se asocian con trastornos de conducta.
Son chicos más irritables y excitados, más hiperactivos y agresivos. Además, estos niños suelen tener mayor prevalencia de enfermedades oncológicas, especialmente leucemia, y mayor cantidad de caries, entre otras enfermedades.
El humo de tercera mano produce un incremento de la severidad y de la frecuencia de las infecciones respiratorias, como neumonías, bronquiolitis y otitis. Tienen más riesgo de ingresar a terapia intensiva y hay mayor prevalencia de roncadores. En el caso de los chicos con asma, se dificulta controlar la enfermedad, presentan más síntomas, tienen más exacerbaciones, requieren mayor cantidad de corticoides y, en general, el tratamiento controlador es menos eficaz.
Por otra parte, los chicos expuestos al humo de tercera mano presentan mayor cantidad de enfermedades alérgicas tanto a nivel de la piel -eccema- como a nivel respiratorio -rinitis alérgica-.
Consultada sobre si es suficiente hablar de ambientes libres de humo, Balanzat consideró que “el tema es complejo, porque el humo de tercera mano persiste más de 19 meses en la ropa, las telas y las distintas superficies cercanas donde una persona ha fumado”.
“Se demostró que la cantidad de cotinina -una sustancia derivada de la nicotina que se utiliza para medir la exposición al humo activo y, sobre todo, al pasivo- en orina de niños cuyos padres no son fumadores es muchísimo menor que en el caso de padres fumadores -puntualizó-. A su vez, la diferencia en casos de niños con padres que aseguraban fumar exclusivamente afuera versus aquellos que confesaban fumar dentro de casa fue escasamente menor”.
En un estudio reciente realizado en los EEUU, se extrajo una muestra de sangre para dosar cotinina a 5002 niños que vivían en hogares donde no había fumadores. Se compararon los resultados de dicho análisis en función del tipo de vivienda donde habitaban constatando que aquellos niños que vivían en casas rodeadas de jardines, tenían menos cotinina en sangre que aquellos que vivían en casas de paredes adosadas, tipo duplex y, estos a su vez tenían menos concentración de cotinina en sangre que aquellos que vivían en edificios con múltiples departamentos. Esto evidencia cómo el humo de tercera mano puede pasar de una unidad a otra y que la cercanía con una persona fumadora en otro ambiente puede llegar como humo de tercera mano.
De acuerdo con la última Encuesta Nacional de Factores de Riesgo, durante el lapso de casi 10 años, descendió de forma significativa (un 25%) el hábito de fumar en restaurantes y también en el ámbito laboral. Sin embargo, en los hogares solamente bajó el 8,8%.
“En esta cuarentena estamos modificando nuestros hábitos de limpieza y haciendo nuestro mayor esfuerzo para evitar el ingreso del virus a nuestros hogares. Es hora de entender que existe otro enemigo que podemos estar ingresando nosotros mismos a casa, y que una campera colgada en el perchero que pertenezca a un fumador, padre, madre o alguna visita, está dejando en ese ambiente humo de tercera mano que puede afectar al resto del núcleo familiar, especialmente a los más pequeños”, señaló la especialista.
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