Vacaciones, un respiro necesario en plena pandemia: cómo cuidarse sin dejar de disfrutar

Psicólogos e infectólogos analizaron para Infobae el rol del descanso en la salud y la importancia de hacerlo de manera segura en este contexto

Las vacaciones son necesarias para tener tiempo de ocio, conectar con la familia, descansar y recargarse; es fundamental darle un respiro a la tecnología y conectar con la naturaleza y los afectos (Shutterstock)

Adultos, jóvenes y niños coincidirán en que el año que terminó fue mentalmente agotador. Vivir una pandemia sin precedentes en la historia moderna y, a la vez, lidiar con el trabajo, las tareas del hogar, las clases en casa, el cuidado de familiares y otras responsabilidades, dispararon los niveles de estrés y burnout de la sociedad.

Es por ello, que a pesar de no ser una alternativa viable para todos, en el comienzo de 2021 cobró especial relevancia el rol de las vacaciones y su importancia para alcanzar el bienestar físico y mental. Pero, ¿por qué son tan necesarias? ¿Cuál es el bien que nos producen?

“Es evidente que las vacaciones nos permiten a la mayoría de nosotros cortar con el estrés cotidiano asociado a nuestras obligaciones laborales y familiares. Se supone que las vacaciones inducen emociones positivas o al menos así las buscan. A su vez, las vacaciones suelen ser fuentes de nuevas experiencias y nos enfrentan a nuevos ambientes, lo que es importante para la salud cerebral”. María Roca es doctora en Psicología (MN 33819) y subdirectora operativa de Ineco y analizó que “otro gran tema en la actual forma de vacacionar es la omnipresente conectividad a la que empujan los teléfonos inteligentes y redes sociales”.

Y tras preguntarse si es posible recuperarse del estrés en las vacaciones cuando se sigue de alguna forma conectado, tanto con el trabajo como con los entornos ajenos a él, la especialista citó “un estudio publicado por Kirillova en 2016 en población china mostró que cuando las conexiones sociales que se mantienen durante las vacaciones están asociadas al trabajo, disminuye la sensación de restauración que suele acompañar el vacacionar, mientras que cuando los contactos vía nuevas tecnologías son con personas ajenas al trabajo, esto parece mejorar la experiencia”.

Más allá de lo que indica la intuición, hay evidencia científica sólida que demuestra el rol de las vacaciones. Un estudio sobre las mujeres de la región de Wisconsin demostró que aquellas que podían tomar vacaciones frecuentes, y lo hacían, tenían menos chances de sentirse tensas y desarrollar síntomas de depresión y que, al mismo tiempo, experimentaban una mayor sensación de bienestar en su vida de pareja. Otro estudio demostró que si las mujeres se pudieran tomar días fuera de su lugar de trabajo se evitarían más de medio millón de cuadros de depresión al año. Si bien no hay estudios similares en hombres, no habría por qué pensar que los hallazgos no se replicarían.

En las vacaciones, los niños pueden activar importantes áreas en el sistema límbico cerebral, poco estimulados en las rutinas de la casa (Shutterstock)

Por su parte, el médico psiquiatra y director médico de Ineco Marcelo Cetkovich (MN 65636) sostuvo que “trabajar durante las vacaciones y seguir conectado con el trabajo reduce el bienestar que se puede obtener de un período vacacional. Asimismo, las experiencias de recuperación vividas durante las vacaciones tienen un impacto positivo en la creatividad, además de la sensación de bienestar con el trabajo y la satisfacción con la propia vida”.

Podemos pensar que siempre las vacaciones son fundamentales para bajar un cambio de la vorágine del día a día y el ritmo con el que solemos vivir. Es necesario para tener tiempo de ocio, conectar con la familia, descansar y recargarse. Darle un respiro a la tecnología y conectar con la naturaleza, con los afectos, con la lectura o con todo aquello que durante el año ‘no nos alcanza el tiempo’”. Para la licenciada en Psicología Lorena Ruda (MN 44247) “después de un año tan particular como el que terminó es fundamental un corte, aunque eso implique no irse a ningún lado, pero sí estar sin trabajar y tener tiempo de ocio”.

“El año pasado algunos se estresaron menos al no estar corriendo de un lado a otro, quizá descansaron mejor al poder conectarse online al trabajo y despertándose más sobre la hora -observó la especialista-. Para otros, sin embargo, la convivencia en la pandemia fue más difícil: en general, pero sobre todo las mujeres, aumentaron su carga mental y las responsabilidades o tareas dentro de la casa. El burnout materno fue tema de muchas mamás en sus sesiones”.

Por eso, para ella, éstas “son unas vacaciones tan o más esperadas que otros años”. “Por otro lado, sabemos que estas vacaciones no son iguales a otras. A no ser que la idea sea una quinta con pileta donde estamos aislados, vacacionar viene de la mano de la preocupación del contagio, la incomodidad de los protocolos, eludir las multitudes y otros factores estresan un poco por lo que algunos pueden preferir no pasar por eso en el momento donde quisieran estar relajados”.

Y tras destacar que “pese a estar en pandemia es importante encontrar la manera de hacer ese corte para poder despreocuparse de la vorágine del día a día y de las preocupaciones con las que se convive a diario”, Ruda analizó que “este, además, año se sumó la preocupación del COVID, el contagio, contagiar a otros y muchas personas eligen quedarse en casa y no irse pero sí haciendo un corte de todos modos”. Otros optarán por irse e intentar descansar en otro lugar más allá de los protocolos; dependerá de cada persona cómo vivan y disfruten las vacaciones en pandemia.

La Sociedad Argentina de Infectología (Sadi) emitió un documento sobre vacaciones responsables (Shutterstock)

Algo similar ocurre con los más pequeños. La doctora Margot Sunderland publicó en un artículo de The Telegraph que “en las vacaciones, los niños pueden activar importantes áreas en el sistema límbico cerebral, poco estimulados en las rutinas de la casa, que se activan a través del juego, la creatividad lúdica y el sistema de búsqueda”. Las experiencias de vacaciones familiares activan estos sistemas en el cerebro del niño, liberando y activando sustancias químicas que lo hacen sentir bien, como los opioides, la dopamina y la oxitocina. Estos químicos reducen los niveles de estrés y activan sentimientos cálidos y amorosos. En este contexto, la psiquiatra infanto juvenil Andrea Abadi (MN 76165) señaló que “luego de varios meses de conectividad áulica y de actividades dentro de casa, los niños necesitan salir, jugar al aire libre y conectarse, con los cuidados necesarios con otros niños”.

Sin embargo, el escenario de este verano es diferente a otros. La posibilidad de interactuar en colonias, clubes o lugares turísticos deberá ser con cuidados diferentes. No sólo habrá que cuidarse del sol o de los accidentes en piscinas sino que el COVID-19 será un enemigo silente en lugares concurridos. Por esto, Abadi, quien es directora del Departamento Infanto Juvenil de Ineco sostuvo que es fundamental que los adultos puedan hablar con los niños sobre la necesidad de seguir cuidándose en época de verano, fundamental para llegar lo mejor posible al nuevo ciclo escolar que se avecina. “Para esta inusual temporada de verano, desconectarse de las responsabilidades diarias y de plataformas como celulares y computadoras y, en cambio, enfocarse en el descanso, la diversión y la salud, podrán fomentar tanto el bienestar físico como mental y prepararnos para un seguramente desafiante 2021”, consideró.

La mirada infectológica

"Pese a estar en pandemia es importante encontrar la manera de hacer ese corte para poder despreocuparse de la vorágine del día a día y de las preocupaciones con las que se convive a diario" (Shutterstock)

Consultado sobre los los cuidados y consejos para no echar por tierra los cuidados tenidos desde el inicio de la pandemia y descansar de manera segura en este contexto, el médico infectólogo Roberto Debbag (MN 60253) dijo a Infobae que su preocupación en torno a lo que está ocurriendo en la costa atlántica se centra en tres puntos.

“Por un lado, en el descontrol de los jóvenes por inconciencia de su parte respecto al cumplimiento de las medidas de prevención y por la poca probabilidad que tiene el Estado de controlar esto, no con toques de queda sino con medidas restrictivas de acceso a las playas en un horario determinado, etc”, apuntó el vicepresidente de la Sociedad Latinoamericana de Infectología Pediátrica.

Su segunda preocupación surge en el hecho de que “en la costa no se está dando una respuesta sanitaria de testeos en la mayoría de las ciudades y como la mayoría de las personas tiene cobertura de medicina prepaga concurren a laboratorios privados donde por ejemplo, para ser más resolutivos están haciendo tests rápidos de antígenos, que se sabe que no es el que hay que hacer”. “Si la persona tiene síntomas éstos test tienen 60% de sensibilidad y si es asintomática, 30% -señaló Debbag-. El Estado no da respuesta en cuanto a hacer test de PCR que es el que hay que hacer y la gente recurre a los lugares privados y le hacen un test que no es el correcto”.

“Y la tercera preocupación está en que vacacionen en estos lugares personas que tienen factores de riesgo, que si tienen alguna complicación en caso de contraer la enfermedad, el sistema sanitario de esos lugares puede no estar preparado para dar respuesta a este tipo de cuadros”, finalizó.

Respecto a los cuidados que hay que sumar por estos tiempos, la Sociedad Argentina de Infectología (Sadi) emitió un documento sobre vacaciones responsables, en el que destacan que “en la situación epidemiológica mundial actual, cualquier viaje plantea riesgos de contraer o transmitir COVID-19, pero existen numerosas medidas y precauciones que podemos tomar para minimizar el peligro”.

Los especialistas recomiendan chequear la complejidad y disponibilidad de servicios de atención sanitaria en el lugar elegido (Shutterstock)

En ese sentido, enumeraron una serie de recomendaciones a la hora de elegir el destino:

- Planificar el viaje restringiendo en lo posible al grupo familiar.

- Limitar las actividades sociales las dos semanas previas para minimizar el riesgo de contagio de COVID-19, la eventual aparición de síntomas durante el viaje, así como la transmisión a terceros en el destino.

- Elegir destinos poco concurridos de ser posible.

- Evitar de ser posible el uso de transportes aéreos o terrestres de larga distancia; evitar viajar en horas o días pico.

- Chequear la complejidad y disponibilidad de servicios de atención sanitaria en el lugar elegido.

- Preferir alojamientos solo para el grupo familiar, o con pocas zonas compartidas, y de ser posible, llevar comida y bebida propia.

- En cuanto al uso de piscinas, si bien no existe evidencia de transmisión del virus en ámbitos acuáticos adecuadamente clorados, se deben respetar las recomendaciones de distanciamiento de al menos dos metros dentro y fuera del agua, higiene de manos luego de tocar superficies comunes, y uso de tapabocas fuera del agua, por ejemplo en zonas comunes de reposeras o bares; si el clima lo permite, utilizar las instalaciones en horarios poco concurridos y compartiendo los espacios solo con el grupo familiar.

Asimismo, para el momento del regreso, la Sadi aconsejó:

- Limitar las actividades sociales y contacto con personas que no compartieron el viaje durante los 14 días siguientes al regreso.

- Cumplir las recomendaciones jurisdiccionales de aislamiento o restricción de la circulación en caso de ser necesario.

- Permanecer alertas ante la aparición de síntomas como fiebre , tos o dolor de garganta , y realizar la consulta médica inmediata aclarando lugar de destino, fecha de regreso y contactos cercanos.

- Si hay algún conviviente con alguno de Factores de Riesgo mencionados anteriormente que no viajó, se debe mantener el aislamiento durante 14 días posteriores al regreso, de ser posible en otro domicilio, o garantizando habitaciones separadas y evitando el uso de ambientes comunes.

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