Como todos los años, durante los festejos de Navidad y de Año Nuevo, cientos de personas sufren accidentes oculares debido a la manipulación de pirotecnia o debido a corchos de espumantes, entre otros. Si bien estos incidentes son evitables, la irresponsabilidad suele jugar, además, una mala pasada.
Los espectáculos de fuegos artificiales se realizan desde hace mucho tiempo. Originarios de China, en el siglo VII, se hacían estallar cañas de bambú para espantar malos espíritus. Y, más cercano, en Europa desde el siglo XV, se utilizaban en espectáculos para agasajar a las cortes. Actualmente, siguen vigentes, son muy llamativos y representan distracciones artísticas magníficas, que, realizados por profesionales, suelen ser seguros y vistosos. Si bien lo recomendable es evitar su uso por los efectos que tienen en animales, niños y personas con sensibilidad a los ruidos fuertes, como por ejemplo los autistas.
“El 80% de los accidentes se debe a lesiones producidas por el uso de la pirotecnia, mientras que el 20 por ciento restante, a eventos por corchos. La mayoría se produce en adultos hombres y en menores de 20 años”, precisó a Infobae el doctor Rogelio Ribes Escudero, médico oftalmólogo, médico de planta del servicio de oftalmología del Hospital Alemán.
Las contusiones por pirotecnia pueden ser leves, como erosiones o úlceras conjuntivales, quemaduras del párpado, o graves, como perforaciones o estallidos del globo ocular. Estas complicaciones necesitan cirugía y, en la mayoría de los casos, dejan secuelas irreversibles en la visión.
Pueden ocurrir en la persona que enciende el explosivo, pero también en las que están alrededor debido a la expulsión de partículas que alcanzan varios metros a gran velocidad. “La situación empeora cuando se colocan explosivos en recipientes como botellas, latas o ladrillos, ya que al estallar liberan partículas hacia todos lados”, advirtió el oftalmólogo.
En esta línea y de acuerdo al doctor Germán Bianchi, médico oftalmólogo, jefe de trasplante de córnea en Clínica Nano, “los problemas se asocian con su uso masivo por ‘no profesionales’, lo cual ha traído gran cantidad de accidentes. En estos, se pueden ocasionar daños oculares indirectos, superficiales por quemaduras secundarias de partículas que caen en la conjuntiva, la piel palpebral y las pestañas. Son accidentes frecuentes y de poca severidad. Muchas veces, mediante un lavado profuso con agua, son lesiones que se revierten en 48 a 72 horas sin secuelas. En algunos casos, se pueden agravar si la zona afectada fue la córnea, ya que pueden quedar secuelas visuales”.
“Pero los daños por impacto directo son los más graves, sean por un cuerpo extraño/proyectil o por la onda expansiva de la explosión. Son situaciones en donde se puede afectar la retina, que es la parte interna del ojo. En algunos casos, se produce una inflamación, que, con un tratamiento con gotas se resuelve, aunque en ocasiones puede llegar a desprender la retina. Y en esta situación la visión podría perderse completamente, a pesar de que se realicen complejas microcirugías”, añadió el experto.
Según Bianchi, “otra situación son las quemaduras profundas de la superficie ocular, que también son severas y afectan la visión. A veces, la lesión suele ser tan severa que para su resolución se requiere un trasplante de córnea. Pueden ocurrir quemaduras de la piel palpebral. Aquí, se requieren múltiples injertos de piel y varias cirugías reconstructivas complementarias, que a veces no terminan de ser eficaces. Siempre son lesiones muy dolorosas ya que la superficie ocular es la zona del cuerpo con mayor sensibilidad”.
En una publicación de la revista JAMA Opthalmology de junio 2020, se revisó la cantidad de personas que sufrieron accidentes oculares asociados con fuegos artificiales a lo largo de 19 años (desde el 31 de diciembre de 1999 a finales del 2017), en 100 hospitales de los Estados Unidos. Se encontraron 34.548 casos en donde las lesiones iban desde afecciones superficiales a estallidos del globo ocular y ceguera. Entre los datos, destacan que el 66 por ciento era menor de 18 años.
Las recomendaciones:
-Evitar el uso de pirotecnia y moderar el consumo de alcohol
-Utilizar anteojos de seguridad (para el que manipula y los espectadores), que se consiguen en cualquier ferretería
- Respetar un perímetro de seguridad, que deberá ser mayor o menor en función de la potencia del explosivo
- En caso de que se produzca un accidente, acudir a un centro oftalmológico de inmediato. Sin embargo, se puede hacer una limpieza suave con agua para que arrastre restos de partículas de la superficie ocular. No comprimir el ojo hasta que el oftalmólogo descarte la existencia de una perforación ocular
- Nunca permitir que los niños manipulen elementos de pirotecnia y, en especial, sin supervisión de un adulto
Según lo aportado a este medio por Ribes Esudero, “las lesiones producidas por corchos se deben por lesión directa al globo ocular al retirar el precinto de seguridad. La mayoría son graves, generan hemorragias internas del ojo y complicaciones en la retina. Entre las recomendaciones, se sugiere no dejar que el corcho salga volando ya que en su trayecto puede rebotar e impactar en el ojo de alguna persona. Maniobrar con un repasador para tener mayor control y abrir la botella suavemente. En caso de un accidente, acudir al centro oftalmológico más cercano”.
“Es importante entender que no hay pirotecnia segura. Jugar con juegos artificiales puede traer consecuencias irreversibles. La pirotecnia siempre tiene riesgos. La mejor prevención es no usarla”, precisó.
Para el doctor Bianchi, “ante el riesgo de accidentes que se pueden prevenir, los fuegos deben emplearse, principalmente, por profesionales en lugares abiertos y adecuados, para evitar incendios o heridos indirectos. Sólo los adultos deben manipularlos, aunque en todo el mundo en la actualidad se desalienta su utilización y se enfatiza en la necesidad de medidas de control y regulaciones sobre el tema. Es importante resaltar que, además del riesgo de quemaduras, incendios y daños oculares, también producen un daño psicológico en algunas personas y alteran los animales por los estruendos generados”.
“Un punto más, también muy oportuno en época de fiestas, al destapar una botella de espumante, se recomienda no apuntar a la propia cara ni a la de terceros. Sostener el corcho con la mano para que no salga expulsado con fuerza ni pueda golpear a alguien de rebote”, concluyó a Infobae el especialista de Clínica Nano.
Fotos: Shutterstock
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