Es una realidad que ante un sistema sanitario limitado, todo se posterga. Y este es el caso de todas las personas que han presentado y presentan trastornos en las conductas alimentarias (TCA). Hasta incluso agravarse. Un signo de alarma suele ser el motivo que concientiza acerca de la necesidad de retomar el tratamiento o bien comenzarlo. Lo que deriva de ello es que muchas veces se conoce el problema, pero no la enfermedad.
La pandemia modificó estos comportamientos nutricionales. Mónica Katz, médica nutricionista (M.N. 60164), señala que en principio pasaron dos cosas: “Hay un nivel de estrés y de picoteo emocional muy importante. Nosotros vimos un incremento de volumen de la ingesta por diferentes factores: alteraciones del sueño, estrés e ingesta emocional. Por otro lado se agudizaron los trastornos alimentarios como bulimia y anorexia”.
“En el caso de los trastornos alimentarios, creemos que tiene que ver con la falta de referentes sociales. La falta de contacto social, de contacto con el terapeuta o el psiquiatra. Esto hace que muchos pacientes con alteraciones psicopatológicas importantes, más allá de la distancia, de la soledad, del no control médico, sobre todo psicológico y psiquiátrico, ocasione una descompensación o un desenlace de trastorno alimentario que vimos aumentado”.
Estas enfermedades se pueden tratar pero no curar. En la misma sintonía, la doctora Mabel Bello (M.N. 36.440), directora médica de ALUBA (Asociación Lucha contra la Bulimia y la Anorexia), plantea que la pandemia alteró la conducta de la población en general. El miedo al contagio y el encierro de la cuarentena, la interrupción de rutinas saludables como trabajar, reunirse con amigos, hacer deportes y tener hobbies, sumado a una amenaza totalmente nueva y la convivencia familiar prolongada, produjo cambios negativos en todo el planeta, afirmó.
Recientes encuestas, como la de la Sociedad Argentina de Nutrición (SAN) y entidades privadas, arrojan resultados poco esperanzadores ya que claramente reflejan el incremento de personas que padecen trastornos de conductas alimentarias (TCA). “El aumento de peso es lo mas frecuente por el sedentarismo, la angustia y el miedo que despiertan un instinto atávico de supervivencia aumentando las ingestas como respuesta”, indicó la directora de ALUBA . En el campo de las patologías alimentarias hubo un 38% de reactivaciones sintomáticas aun en pacientes próximos a recibir el alta en la primera fase de la cuarentena, lo que nos llevó a retornar a la atención presencial, donde rápidamente se revirtieron los cuadros de recaída.
“El impacto de la pandemia alejó al paciente del potencial equipo profesional. Eso no solamente impacta sobre el peso y la obesidad previa, sino que lo empeora. Por otro lado, en los trastornos alimentarios empezamos a tener problemas con los casos de gravedad que requerían de una atención presencial”, dice Mónica Katz. Hay pacientes psicopatológicos que necesitan estar cara a cara con su psiquiatra o psicólogo, según remarcó.
Pero otro aspecto a tener en cuenta es conocer la frecuencia con la que los pacientes asisten o abandonan el tratamiento. El médico clínico especializado en hipertensión arterial y nutrición, Fernando Filippini (M.P. 5.737), manifiesta que se ha observado una merma en las consultas de control de patologías crónicas, en especial en los primeros meses. Distintas sociedades científicas recomendaron fuertemente no dejar los controles periódicos por tiempo indefinido y retomar los mismos con las debidas precauciones. Asimismo, se verificó un incremento de nuevas consultas de pacientes que ante síntomas inespecíficos, temían estar cursando una infección por COVID-19. En algunos casos fue necesario realizar hisopados o análisis y detección de anticuerpos para aclarar el cuadro clínico.
Este tipo de situaciones pueden derivar en la agudización de los síntomas que generan estos cuadros clínicos. Es por ello que la presencialidad, en este momento pasó a ser indispensable en pacientes crónicos. En ese sentido, la presidente de la Sociedad Argentina de Nutrición destaca que la obesidad es una enfermedad inflamatoria y recurrente. Y que el trastorno alimentario es una de las patologías más severas, sobre todo en gente joven y con una alta tasa de mortalidad que debemos atender.
Entrevista: Marco Diz
SEGUÍ LEYENDO