Todo indica que la carrera por hallar una vacuna segura y efectiva para prevenir el contagio del COVID-19 está llegando a su fin.
A los informes preliminares de las Fases III que dieron a conocer las farmacéuticas más avanzadas en sus desarrollos, y que arrojaron eficacias superiores al 90%, se sumó esta semana la noticia de que el laboratorio Pfizer y su socio alemán BioNTech había recibido la autorización en el Reino Unido para el uso de emergencia de su vacuna y que comenzarán aplicarla desde el próximo lunes a los grupos de mayor riesgo. El mismo día, se supo, también, que la compañía norteamericana había pedido formalmente autorización a la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat) para la aprobación en la Argentina.
Infobae entrevistó al ministro de Salud, Ginés González García, y lo consultó acerca de si podría ocurrir con algunas de las vacunas con las que la Argentina tiene acuerdos internacionales que sean aprobadas por la Anmat antes que por la FDA o la agencia regulatoria europea, como en principio se creía que debía pasar. “La Anmat va a aprobar con toda la seriedad que corresponde cualquiera de las candidatas que hoy están en el tramo final de la carrera -aseguró el titular de la cartera sanitaria-. Lo que pasa es que depende de que le presenten la documentación pertinente, pero también creo que si hoy todas las punteras están manifestando a los países su voluntad de empezar a vacunar es porque claramente tienen los elementos necesarios para una autorización de emergencia”, aclaró.
Y sobre cuál creía que iba a ser la vacuna con la que se empiece a vacunar en el país, fue contundente al asegurar que “la primera que entreguen”. “Nosotros vamos a empezar cuanto antes, pero hay que tener en cuenta que la vacuna no sólo tiene que estar en el país sino que tiene que estar aprobada por Anmat. En principio mantengo lo que dijo el presidente Alberto Fernández, queremos empezar a aplicarla en enero”.
Sorteado ese paso formal, lo que sigue es coordinar la logística para la distribución y determinar quiénes y por qué serían los primeros candidatos a ser inmunizados contra el virus SARS-CoV-2 de cara a reducir el impacto de una segunda ola de la pandemia en el país.
“En estos días se está reuniendo la Comisión Nacional de Inmunizaciones (CoNaIn), que es un organismo técnico que asesora al Estado, y que preside la ex directora general de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) Mirta Roses”. Así comenzó González García a explicar la cronología de lo que viene en materia de lo que ya adelantaron será una campaña de vacunación histórica. Y siguió: “Ellos (el CoNaIn) van a delinear lo que nosotros seguramente después seguiremos, que es darnos la indicación de cuáles son los grupos con los que se comienza”.
Y tras adelantar que “los criterios van a ser los que ya son conocidos”, precisó: “Por un lado están los grupos de riesgo por su actividad, que es necesario que estén lo más preservados posible, que son los trabajadores de salud (porque además están mucho más expuestos al riesgo), por otro lado los vulnerables, sea por edad, por patología previa o por las dos cosas -edad y patologías preexistentes-. Esos son los criterios que van a primar, por eso queremos tener mucho volumen de dosis desde el primer momento para poder hacer una campaña bien masiva y que no haya una larga espera en función de la disponibilidad de vacunas. “Ese ha sido el objetivo del Gobierno desde el primer momento y por eso negociamos con varios proveedores porque claramente no va a ser una vacuna la que vamos a colocar, van a ser varias”, destacó.
Con él coincidió el médico infectólogo y presidente de la Sociedad Argentina de Infectología, Omar Sued (MN 91262), para quien “si bien hay lineamientos internacionales generales (sobre a quién vacunar en primera instancia), este plan se tiene que adaptar a las prioridades de cada país”. En ese sentido, señaló que “hay un consenso general en que los trabajadores de la salud son los primeros que deberían estar vacunados, para evitar la morbilidad en este grupo, para que puedan seguir trabajando y también porque muchos de ellos son personas con riesgo de complicaciones (mayores de 60 o con comorbilidades)”.
En segundo lugar, Sued ubicó a “las personas mayores de 60 años, que son las que tienen mayor riesgo de mortalidad”, en tanto “después de esos dos grupos, los siguientes en prioridad van a depender de las características del lugar, de la cantidad de vacunas, de las posibilidades geográficas de repartir los diferentes tipos de vacunas y se incluye en este grupo a los menores de 60 con comorbilidades y a las personas que tienen mayor riesgo de transmitir la infección, y en ese sentido los docentes son un grupo crítico porque interactúan con muchas personas”.
En la misma línea, el médico infectólogo Roberto Debbag (MN 60253) destacó que “no hay muchas dudas en el mundo acerca de cuáles son las prioridades; el grupo técnico de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en octubre ya habló de un road map para priorizar el uso de las vacunas. Sin ninguna duda, la priorización está basada en el racional de los grupos que tienen mayor riesgo, mayor tasa de complicaciones y mayor mortalidad, dependiendo por supuesto estas prioridades iniciales de la cantidad de vacunas”.
Según el vicepresidente de la Sociedad Latinoamericana de Infectología Pediátrica, en el país “hay un consenso que los grupos que deberían vacunarse primero son los trabajadores de salud, no sólo porque tienen un alto riesgo de tener infección ellos por estar en contacto con pacientes si no porque pueden transmitir la enfermedad a la comunidad, más allá de que tienen que estar protegidos para producir un beneficio sanitario atendiendo y siendo un recurso humano esencial”.
El segundo grupo -para él- “son quienes tienen un alto riesgo de enfermedad severa y de muerte”, y precisó: “A más edad, más complicaciones de severidad y mortalidad; a más enfermedades preexistentes como diabetes, obesidad, enfermedades cardiovasculares, más riesgo”.
En ese sentido, “una opción es empezar por los mayores de 65 años e incorporar a todos (aquellos que tienen y no tienen factores de riesgo) pero además tiene que ser bien pautada la campaña de vacunación porque no va a haber millones de dosis en forma rápida”, señaló, al tiempo que aclaró que “el Reino Unido por ejemplo va a vacunar a las personas que están en geriátricos y a quienes los atienden porque en esas poblaciones es donde ellos tuvieron mayor mortalidad, después seguirán por edades y factores de riesgo”.
Para Debbag, “el tercer grupo, dependiendo la cantidad de vacunas, debería incluir a empleados esenciales activos, entre los que se encuentran policías, fuerzas de seguridad, docentes y comunicadores sociales, esto basado en el riesgo de exposición, en el riesgo de complicaciones y de mortalidad”.
Sobre otros criterios para la vacunación y qué priorizará la campaña nacional
Infobae había publicado a finales de la semana pasada las conclusiones de un estudio liderado por el ingeniero químico español Jorge Rodríguez, que sugería que para lograr una mayor efectividad y reducir los índices de mortalidad, primero debería vacunarse a las personas que transmiten el virus, una población integrada principalmente, por jóvenes y trabajadores esenciales. Contrariamente a lo que se determinó globalmente para la vacunación contra el coronavirus, este trabajo recomendaba hacerlo primero con aquellas personas que tienen una mayor capacidad de transmisión por su exposición.
Sobre eso, este medio consultó al titular de la cartera sanitaria en la entrevista que mantuvo vía Zoom. “No coincido porque me parece que uno tiene que cuidar primero que la gente no se muera, y ese es el criterio de vulnerabilidad; el criterio de transmisibilidad existe pero para eso hace falta inmunizar a una gran cantidad de población para tener el efecto rebaño, pero es para nosotros la segunda prioridad, la primera es que la gente no se muera o que mueran muchos menos”, enfatizó Ginés González García, quien enfatizó que “claramente se sabe que más del 80% de la mortalidad se concentra en los mayores de 60 años y en las personas que tienen una patología agregada; no se necesita mucha información para saber cuáles son los más vulnerables y los que pagan las consecuencias de esta enfermedad”.
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