La temperatura comienza a aumentar y el uso de las piscinas está próximo. Este año, se deberán tener en cuenta consideraciones especiales, y elaborar y cumplir con algunos protocolos. Aun sabiendo que, hasta donde sabemos, el coronavirus no se transmite por el agua, estos protocolos deberán respetarse tanto en las piscinas públicas como en las privadas.
Es fundamental tener en cuenta la importancia del mantenimiento de las piscinas. Estas deben pintarse cada dos años. Antes de aplicar la pintura es muy común que se utilice lavandina o ácido muriático, con el objetivo de eliminar el salitre (verdín). Hoy en día está de moda pintarlas con caucho clorado, porque seca por evaporación y permite pintar sin lijar.
Todos estos procedimientos tienen su impacto en la salud, a lo que se suma el agregado de cloro, sulfato de cobre, aluminio y bromo al agua de la piscina. Esto funciona como una combinación explosiva que puede traer problemas oculares y en la piel (sea en personas con antecedentes de alergia o en personas sin cuadros previos de reacción a estas sustancias).
Una vez que llegó la hora de disfrutar de una temporada de piscina, y ya en relación con los protocolos necesarios para la prevención de COVID-19, lo más importante es:
- Mantener el distanciamiento físico entre las personas.
- Evitar hablar entre grupos que no pertenezcan a burbujas.
- Utilizar los productos necesarios para mantener el agua limpia.
Una vez asegurados estos aspectos, las precauciones a la hora de disfrutar de las piscinas son las habituales:
- Evitar la exposición al sol entre las 10 y las 16 horas (recordar que, cuando la sombra que refleja nuestro cuerpo es corta, es el momento de mayor radiación).
- Usar bloqueadores o protectores solares de manera permanente y renovarlos en forma periódica.
- Usar gafas de sol, incluso los días nublados, además de gorras y sombreros.
Uno de los puntos más importantes es evitar permanecer mucho tiempo debajo del agua: esto es muy frecuente en los niños pequeños, así como abrir los ojos estando sumergidos.
Los productos que se usan para el mantenimiento del agua son irritantes, y la conjuntiva de los ojos sufre al contacto con ellos. Las fosas nasales y los conductos auditivos también se ven afectados por el exceso de humedad: la piel que los recubre puede macerarse, inflamarse y, en más de una ocasión, los conductos se obstruyen y hay dolor y falta de audición.
El dolor suele comenzar al final del día o a la noche; a veces, se acompaña de picazón.
A este cuadro se lo conoce con el nombre de otitis externa o también otitis de pileta o del nadador, puede causar llanto desconsolado en los niños. En estos casos, se puede realizar una maniobra muy sencilla (llamada maniobra de Bachet), que consiste en presionar el trago preauricular hacia el conducto: la presencia de dolor es casi diagnóstica de un cuadro de otitis externa. También se pueden sumar dolor al masticar, pérdida de audición momentánea en uno o ambos oídos y calor intenso en la zona cercana a la oreja.
Una manera de prevenir esta dolencia es, luego de un día de piscina, colocar algunas gotitas de vinagre diluido, de alcohol boricado o de alcohol isopropílico. Estas sustancias tienen efecto astringente y secan la piel del conducto auditivo externo, evitando posibles inflamaciones o infecciones.
Otra opción es usar protectores auditivos (los hay de silicona e incluso a medida). Es muy importante también realizar un chequeo médico y tratar las dermatitis previas para evitar el acceso de bacterias al oído durante la etapa de vacaciones.
Se recomienda no usar cotonetes ni otros elementos (como llaves, hebillas y mondadientes) para no causar laceraciones y la remoción de la cera que es un protector de la piel del conducto auditivo. Por eso, los médicos no recomiendan la autohigiene del conducto, ya que el cerumen contiene ácidos grasos que protegen naturalmente a la piel de la infección bacteriana. Por otra parte, cuando el exceso de cerumen produce disminución de la audición o prurito, se recomiendan visitar al otorrinolaringólogo, que puede retirar el tapón de cera sin lastimar la piel.
Algunas personas son propensas a hacer otitis externas, y al cuadro habitual se agregan fiebre y secreciones. En estos casos se debe consultar siempre al médico, que indicará el tratamiento adecuado. Una medida importante para tener en cuenta en estos casos es no sumergir la cabeza debajo del agua durante por lo menos 7 días.
Una temporada feliz en la piscina va siempre acompañada de una dieta sana, rica en frutas y vegetales, la ingesta de por lo menos 2 litros de agua por día y un buen descanso.
* Stella Maris Cuevas, médica otorrinolaringóloga (MN 81701). Experta en olfato y alergista. Expresidenta de la Asociación de Otorrinolaringología de la Ciudad de Buenos Aires (AOCBA)
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