El coronavirus está lejos de terminar. Evitar que se produzca una segunda ola de coronavirus, como la que está sucediendo en Europa, “es el tema más relevante” en términos de estrategias sanitarias. Así lo planteó Fernán Quirós, ministro de Salud de la ciudad de Buenos Aires.
“Europa ha demostrado que, luego de una primera curva, las condiciones pueden darse para que vuelva un rebrote”, dijo en conferencia de prensa el funcionario porteño. También destacó que, frente a ese escenario, resultan cruciales políticas sanitarias para al menos mitigar esa situación, como “intensificar el sistema de rastreo y testeo en la Ciudad”, y también “evitar los espacios superdistribuidores o supercontagiadores”, como son los lugares mal ventilados, donde hay muchas personas con poco volumen de aire.
El pasado 15 de octubre Daniel Gollán, ministro de Salud de la provincia de Buenos Aires, vaticinó: “Argentina no va a tener un segundo invierno con virus”. Diez días después, el presidente Alberto Fernández, manifestó una misma línea de optimismo en virtud a la comparación inevitable con varios países de Europa y el rebrote que está obligando a recomponer las restricciones y a retroceder las fases de apertura. “Tengo la impresión que Argentina está en un punto donde podemos ver un horizonte de salida. La vacuna está cerca y con la vacuna vamos a poder evitar lo que está viviendo Europa: la segunda ola del coronavirus”, dijo el mandatario.
Sin embargo, de acuerdo con las proyecciones internacionales, en nuestro país el número de casos y víctimas aumentarán hacia fin de año, los focos estallan alternativamente en el interior provocando sobrecarga (y colapso) de los sistemas sanitarios, la estrategia central se desvanece, y la cuarentena es insostenible. Y a cuarentena insostenible, mayor movilidad y resurgimiento de casos (inclusive allí donde parecían haber bajado). Frente a esto, la respuesta de “para marzo está la vacuna” es inaceptable. Porque en el mejor escenario aún faltan otros cinco o seis meses que podrían opacar lo hasta ahora vivido tanto desde lo sanitario como desde lo económico. Y más allá del verano y las altas temperaturas que se avecinan, parece inevitable que una vez que “afloje” la primera ola de COVID-19, venga otra. Pero, ¿será una segunda ola igual que la primera? Infobae le pidió su opinión a los especialistas enfocados en la lucha contra el COVID-19.
En primer lugar, ¿qué es una ola de un virus? “Una ‘ola’ en una epidemia abarca un período durante el cual los casos aparecen, crecen y decrecen. En la medida en que los aumentos y disminuciones de casos sean mayores que una fluctuación estadística, son aumentos o disminuciones reales, y constituyen un cambio en la dinámica. Hay enfermedades en las que las ‘olas’ aparecen y luego los casos desaparecen y al tiempo ocurre un rebrote. Pero también puede ocurrir que los casos suban cuando venían bajando pero todavía no habían desaparecido completamente. En ese caso, se vera una segunda ola a continuación de la primera”, explicó consultado por este medio Jorge Aliaga, físico e investigador del CONICET.
En la misma línea, Rodrigo Quiroga, especialista en bioinformática, aseveró: “El termino coloquial se utiliza para referirse a un aumento de casos y de muertes que se considera como finalizado cuando los casos vuelven a disminuir a niveles muy bajos. Por eso, a lo que ocurrió en muchos países de Europa durante marzo y abril se le denomina ‘primera ola’ porque los casos subieron muchísimo y se controlaron mediante las cuarentenas y demás medidas para bajar prácticamente a cero”.
Y añadió: “Como es lógico, cuando los casos están muy bajos uno intenta comenzar a ir reanudando distintas actividades económicas y levantando las restricciones que había impuesto en un principio para lograr controlar la circulación viral y eso, en combinación con un aparente efecto de la estacionalidad, sumado a que los cuidados de la ciudadanía parecen haberse relajado, es lo que ahora está configurando que vuelvan a aumentar los casos de una manera impresionante”.
Sobre este punto y en diálogo con Infobae, Ernesto Resnik, científico argentino, biólogo molecular-celular y biotecnólogo especializado en anticuerpos monoclonales, indicó: “La metáfora de las olas quizás no es la más apropiada. Lo que hay sigue siendo el mismo virus y la misma pandemia. Las olas o picos en epidemiología responden esencialmente a la inmunidad o los cuidados. Cuando suben es que mucha gente se contagia y cuando bajan es que ya se contagió un gran porcentaje de la población, que la gente se cuida o una combinación de los dos factores. En Europa ocurrió un poco eso: hubo mucha gente infectada y eso produjo que algunas ciudades alcancen el 10 o 20% de inmunidad, y el resto de la población que se cuidaba. Hacia el final del verano se liberaron las restricciones para promover el turismo y con ese relajamiento el montón de gente vulnerable que se dejó de cuidar se infectó”.
¿Es inevitable una segunda ola en nuestro país?
Para Aliaga, “la dinámica argentina ha sido muy distinta a la europea. Nunca tuvimos un crecimiento explosivo y hasta ahora tampoco una baja fuerte. Hoy en el AMBA parece que los casos van bajando porque las personas que están expuestas (exceptuados y jóvenes) ya se han contagiado en gran proporción. Y los mayores siguen con muchos cuidados. Todo esto en un contexto en el que desde mayo se van abriendo actividades. Es decir, se va aumentando la cantidad de personas exceptuadas. Pero se fue haciendo de a poco y por eso los contagios no explotaron pero tampoco bajaron. Si las nuevas reaperturas que se hacen ahora no suman muchos nuevos expuestos, los casos van a bajar”.
Sobre este punto, Quiroga señaló: “En la mayoría de las provincias los casos aún están estables o en aumento. Las únicas provincias que muestran una disminución consistente son la provincias de Buenos Aires, la Ciudad, Jujuy y Salta. Allí, los casos bajan muy rápido y sospechamos que a esta altura se hayan infectado casi todos. Hay información no oficial de algunos registros civiles de esas provincias que indican que fallecieron más del doble de las personas registradas como fallecidas a causa de la enfermedad”.
“Distinta es la situación en el interior -remarcó Aliaga-, donde hasta julio no había casos y abrieron actividades en un momento donde había muchos casos en el AMBA sin tomar las precauciones de aislamiento de las personas que iban al AMBA y volvían a su lugar de residencia fuera del AMBA. En el interior hay algunos lugares donde los contagios subieron muy fuertemente (Jujuy, Salta), como pasó en la Villa 31 en CABA, y es posible que ya haya muchas personas contagiadas. En el resto del interior, si no se baja la circulación los casos van a seguir subiendo por un tiempo”.
Ahora, si los casos bajan en el AMBA, la pregunta sería si estos pueden volver a subir. “Eso dependerá del comportamiento de las personas que hasta ahora se han cuidado (mayoritariamente las de mayor edad). Si esas personas no se cuidan, seguramente los casos van a subir, pero esta vez con mayor cantidad de fallecidos porque afectaría a la población donde la enfermedad afecta a más personas. Pero además podría haber un segundo aumento producto de que los que ya se contagiaron pierdan inmunidad y se vuelvan a contagiar. Todavía a pasado muy poco tiempo como para estar seguros de cuánto dura la inmunidad, por lo que no se puede descartar un segundo contagio de las personas que ya estuvieron expuestas”, subrayó.
“En el AMBA los casos están bajando por una combinación de dos factores: un cierto porcentaje de la población que ya estuvo infectada (creemos que se trata de aproximadamente un tercio), sumado a los cuidados y a las medidas que aún están en lugar y que permiten disminuir la velocidad de contagio. Sin embargo, si esos cuidados se relajan o las medidas se siguen levantando, en cualquier momento podría haber un rebrote”, dijo Quiroga.
“La posibilidad de una segunda ola es viable no solo en Argentina sino en América Latina porque es lo esperable en este tipo de virus. El tema es la magnitud. Que esta sea menor dependerá fundamentalmente de la capacidad que tengamos de seguir trabajando, tanto a nivel de la comunidad -con medidas como el distanciamiento y el uso de barbijo, como ya conocemos- como a nivel jurisdiccional -la detección de un caso, el rastreo de contactos, cuarentenas y aislamientos-. En última instancia, influye también si empezamos -o no- a vacunar, un tema que el hemisferio norte no pudo capitalizar porque la vacuna aun no está disponible. Los cumplimientos del protocolo por parte de la comunidad y la responsabilidad jurisdiccional de seguir con el programa DetectAR, sumado a la cobertura que logremos con una vacuna es lo que nos va a permitir estar mejor parados a la hora de enfrentarnos a una segunda ola”, aseveró consultada por este medio Ángela Gentile. La misma secuencia (rastreo, testeo, aislamiento) fue repetida por la mayoría de los entrevistados para esta nota.
La pandemia de COVID-19 se ha propagado rápidamente, y este hecho fue pronunciado en las regiones templadas del hemisferio norte, coincidiendo con el invierno. El número de casos notificados en países de las regiones tropicales fue menor y hasta la fecha, la propagación de COVID-19 ha sido mínima en países del hemisferio sur como Australia y Nueva Zelanda, que estaban en su temporada de verano cuando se informaron los primeros casos a fines de enero y febrero, respectivamente.
“La llegada del verano es un factor que, si bien nos puede favorecer, también nos puede perjudicar. Cuando los ciudadanos de provincias con mayor circulación viral visiten lugares como el AMBA podrían desencadenar brotes importantes. Si mezclás provincias con mayor circulación viral con las de menor circulación viral la tendencia es que se igualen”, indicó Quiroga.
Y concluyó: “El número de casos a nivel nacional tenderá a estabilizarse o a bajar siempre y cuando se tomen las medidas para que eso ocurra. Si dejamos que las cosas se den como se están dando, el número de casos puede no bajar o incluso volver a subir. Mientras más lo controlemos más fácil va a ser reaccionar a tiempo. Por eso es tan fundamental que bajemos ahora los casos en las provincias en las que estamos más complicados”.
¿Puede que sea más leve que la primera?
“La famosa segunda ola nos va a encontrar con una vacuna en curso y además con una gran cantidad de personas ya contagiadas, un dique de contención para la difusión de la enfermedad. No olvidemos que si bien venimos un poco demorados con respecto a Europa, lo que sucede allí se repite en nuestro país unas semanas o meses después. Confío en que se trate de una ola más tenue de la que se observa en el continente europeo. Es necesario recalcar, una vez más, la importancia de la responsabilidad individual para cuidarse y cuidarnos entre todos y evitar el contagio”, dijo a Infobae el medio el infectólogo Lautaro de Vedia, ex presidente de la Sociedad Argentina de Infectología.
Para el doctor Pablo Bonvehí, médico infectólogo (MN: 62.648), jefe de la Sección Infectología y Control de Infecciones del CEMIC, “en este punto influyen muchos factores. Indudablemente en una segunda ola tendremos mas conocimiento del virus y de su comportamiento. La experiencia en algunos países de Europa como España, están mostrando que en la segunda ola se observa una mayor proporción de casos en menores de 30 años (6.5% en primera ola vs 34% en la segunda) y menos casos en mayores de 60 años (51% vs 18%). También se observa una menor tasa de hospitalización general pero mayor tasa de requerimiento de internación en terapia intensiva y por el momento menor mortalidad”.
“Ni siquiera sabemos por qué está ocurriendo una segunda ola en Europa, si se trata de reinfecciones o de gente que no se había infectado y ahora sí. En Argentina podemos tener la esperanza de que al haber hecho una meseta tan alta y tan larga quizás la segunda ola sea menos impactante pero no hay certezas para pensar en ningún escenario”, sostuvo en diálogo con Infobae la médica infectóloga Cristina Freuler, jefa del Departamento de Medicina Interna del Hospital Alemán.
“Todo es muy dinámico y puede suceder que tengamos disponible una vacuna, lo cual podría llegar a cambiar el panorama. De cualquier manera, las medidas de distanciamiento social, higiene de manos, higiene ambiental y uso de barbijo deberán mantenerse. Es muy probable que esta segunda ola que se observa en Europa se relacione con una reducción en la implementación de estas medidas”, finalizó Bonvehí.
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