La pandemia dejó al descubierto la falta de cultura de donación voluntaria de sangre en el país

La mayor cantidad de donaciones se realiza a modo de reposición, cuando lo requieren familiares, amigos o conocidos. Sólo un 45% es realizada de forma voluntaria. Apuntan a la necesidad de incorporar esta temática en la currícula escolar

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“Hay una falta de cultura de la donación voluntaria, altruista y habitual, es decir aquella por la cual el donante acude a donar dos o tres veces al año sin condicionamientos” (Shutterstock)
“Hay una falta de cultura de la donación voluntaria, altruista y habitual, es decir aquella por la cual el donante acude a donar dos o tres veces al año sin condicionamientos” (Shutterstock)

En la Argentina sólo el 45% de las donaciones de sangre son realizadas de manera voluntaria y altruista pues el 55% se concreta a modo de reposición, cuando lo requiere un familiar, una amistad o un conocido. En cambio, los países desarrollados cuentan en la actualidad con un 100% de donación de sangre voluntaria y habitual, cuyo objetivo es alcanzar la “seguridad transfusional”, es decir cantidad, calidad y oportunidad en términos de componentes sanguíneos provenientes de donantes de bajo riesgo.

“Hay una falta de cultura de la donación voluntaria, altruista y habitual, es decir aquella por la cual el donante acude a donar dos o tres veces al año sin condicionamientos”, admitió la doctora María Susana Pisarello, a cargo de la Dirección de Sangre y Medicina Transfusional (DiSaMeT), dependiente del Ministerio de Salud de la Nación.

“Es una cuestión en la que se viene trabajando fuertemente desde la creación del Plan Nacional de Sangre, en 2002, cuando el porcentaje de donación voluntaria, altruista y habitual era de tan sólo un 3%”, señaló la funcionaria para luego añadir: “Hoy la media de Argentina es de un 40% de donación voluntaria. Creció, aunque nos falta muchísimo”.

En la misma línea, el presidente de la Asociación Argentina de Hemoterapia, Inmunohematología y Terapia Celular (AAHITC), Oscar Walter Torres, hizo hincapié en que la actual pandemia de COVID-19 dejó al descubierto esta problemática de larga data. “Al no haber una cultura de la donación voluntaria, altruista y habitual, lamentablemente seguimos teniendo déficit en la disponibilidad de componentes. Y, si además surge una situación externa como es esta pandemia, se hace evidente la falta de educación de la población sobre la importancia de la habitualidad de donar sangre en forma voluntaria”, evaluó el médico especialista en Hemoterapia e Inmunohematología. Además, señaló que esta falencia lleva a que muchas personas se enteren en el momento en que concurren a donar que no están habilitados para hacerlo, “porque desconocen que no cumplen con los requisitos exigidos por la normativa vigente, y la causa es la falta de educación que se asocia con la habitualidad de la donación de sangre”.

“El que va habitualmente a donar sabe perfectamente cuáles son las condiciones que debe reunir una persona para hacerlo”, es decir, sabe de su condición de bajo riesgo para las infecciones transmisibles por sangre o si no puede hacerlo por padecer alguna patología que le impide la donación (por ejemplo, anemia), contrastó Torres.

En ese sentido, recordó que algunas de las limitaciones para la donación son: haberse realizado un tatuaje dentro de los seis a 12 meses, haber recibido una transfusión de sangre en los últimos 12 meses, haber tenido relaciones sexuales de riesgo en el último año, o haber padecido hepatitis B o C, entre otras.

La pandemia como oportunidad

Los especialistas creen que puede capitalizarse la visualización que tuvo la donación de plasma de pacientes recuperados (Reuters)
Los especialistas creen que puede capitalizarse la visualización que tuvo la donación de plasma de pacientes recuperados (Reuters)

En opinión de Pisarello, la pandemia de COVID-19 representa una gran oportunidad para resaltar la importancia de la donación de sangre, gracias a la visualización que tuvo la donación de plasma de pacientes recuperados. “Desde la Dirección lo tomamos como una oportunidad, pensando en la post pandemia, para la concientización y fidelización de la comunidad civil, advirtiendo que es igual de importante que donar sangre”, explicó.

La titular de DiSaMeT comentó que buscan retomar estrategias con el Ministerio de Educación, “porque es muy importante que los niños, desde pequeños, vayan incorporando el saber que tienen que donar, el que tienen la oportunidad de ser generosos y contribuir a la sociedad y a una comunidad padeciente o enferma, donando sangre”.

Por su parte, Luis Horacio Carrizo, director médico del Banco de Sangre de la Fundación Banco Central de Sangre de la provincia de Córdoba, donde a partir de mediados de julio se experimentó una fuerte caída de donantes de sangre -que llegó casi al 70%- a causa de la pandemia, coincidió con Pisarello en la importancia de trabajar en la educación sobre esta temática desde temprana edad: “Si bien hemos trabajado y hecho mucho y hay instituciones y estructuras públicas que trabajan fuertemente en esto, no vamos a lograr la meta de llegar a un 100% de donaciones voluntarias hasta que no haya una definición multipolítica, donde ministerio de Educación y ministerio de Salud se pongan a trabajar en conjunto”, evaluó.

Según subrayó Carrizo, existe desde 2011 un convenio nacional entre ambas carteras con este objetivo, aunque remarcó que hasta el momento no se ha avanzado demasiado. “Desde 2004 hay una ley nacional por la que se decretó el 9 de noviembre como Día Nacional del Donante Voluntario y Habitual de Sangre, fecha elegida para resaltar la obra del doctor Luis Agote, médico argentino que descubrió cómo anticoagular la sangre donada con una sustancia llamada citrato de sodio. El objetivo era incluir estos temas en la currícula escolar, pero esto no se ha hecho”, agregó.

Blood collection specialist Niilo Juntunen uses a needle to begin the donation process of convalescent plasma from recovered coronavirus patient Monica Jacobs at the Central Seattle Donor Center of Bloodworks Northwest during the coronavirus disease (COVID-19) global outbreak in Seattle, Washington, U.S. September 2, 2020. Picture taken September 2, 2020.  REUTERS/Lindsey Wasson
Blood collection specialist Niilo Juntunen uses a needle to begin the donation process of convalescent plasma from recovered coronavirus patient Monica Jacobs at the Central Seattle Donor Center of Bloodworks Northwest during the coronavirus disease (COVID-19) global outbreak in Seattle, Washington, U.S. September 2, 2020. Picture taken September 2, 2020. REUTERS/Lindsey Wasson

En ese sentido, consideró: “Creo que en lo que estamos fallando es justamente en eso: tenemos 14 o 15 años para trabajar con nuestros chicos, desde que ingresan en jardín de infantes hasta que egresan a los 18 años, para que cuando tengan 16 o 18 años quieran donar sangre y se vuelquen a la donación voluntaria. Esto por ahora no pasa”.

Asimismo, en concordancia con Pisarello y con Torres analizó que el problema es de índole cultural. “Por más que se realicen campañas masivas de difusión, no hay cultura de la donación de sangre. Este es un problema social y cultural”, enfatizó.

Entre los principales obstáculos vinculados con esta falencia cultural, Carrizo mencionó que muchas personas aún desconocen que pueden donar sangre voluntariamente, “siempre la gente se reservó para la donación de reposición, para un familiar, un conocido, pero nunca nos educaron ni a nosotros ni a nuestros padres para que donemos voluntariamente”.

Por último, apuntó que debido a la falta de información persisten ciertos mitos en torno a la donación de sangre que atentan contra la posibilidad de alcanzar el casi 100% de donaciones voluntarias y habituales, que garantizará el acceso a los componentes sanguíneos a todo aquel que los requiera.

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